¡°Vi caer las casas una tras otra¡±
Las inundaciones del Vall¨¨s de hace 50 a?os provocaron centenares de muertes y arrasaron barrios Documentales y exposiciones rememoran la tragedia
El tr¨¢gico 25 de septiembre de 1962 cambi¨® la historia del Vall¨¨s, entonces ya uno de los motores econ¨®micos de Catalu?a y Espa?a, gracias a su potente industria (Sabadell y Terrassa concentraban el 70% de la producci¨®n textil del Estado). Un sector que creci¨® gracias a la mano de obra llegada, principalmente, del sur de Espa?a y que se instalaba donde y como pod¨ªa. En muchos casos, en casas autoconstruidas los fines de semanas en el cauce de r¨ªos, aparentemente secos. Hace medio siglo la naturaleza reclam¨® su territorio y las lluvias torrenciales dejaron centenares de muertos en la comarca, barrios arrasados, industrias destruidas y miles de casas en ruinas.
El diluvio del Vall¨¨s dej¨® hasta 215 litros por metro cuadrado en Terrassa, 96 en Sabadell o 182 en Sant Lloren? del Munt, la cabecera de varios arroyos que se desbordaron al llegar a los n¨²cleos habitados. Los datos oficiales cifran los muertos en 692. Los m¨¢s afectados fueron Terrassa (327) y Rub¨ª (260). En otros municipios como Sabadell, Ripollet o Montcada i Reixac, las v¨ªctimas mortales no superaron el medio centenar. Algunos expertos elevan la cifra de fallecidos hasta un millar, ya que muchos inmigrantes que viv¨ªan en las zonas arrasadas no estaban empadronados.
El fat¨ªdico d¨ªa de hace medio siglo empez¨® tranquilo. Juana Biarn¨¦s acudi¨®, como cada d¨ªa, a la academia donde estudiaba periodismo; Montse Gasc¨®n fue al colegio; Pablo G¨®mez, a trabajar a la panader¨ªa; y Dolors Pont, al servicio de tuberculosis donde ejerc¨ªa de enfermera. Por la tarde empezaron las fuertes lluvias y el agua comenz¨® a bajar por las rieras. Lo peor lleg¨® cerca de las 10 de la noche, cuando el cielo se cerr¨® todav¨ªa m¨¢s y una tromba de agua excepcional se ceb¨® con el Vall¨¨s Occidental durante un par de horas (tambi¨¦n afect¨®, con menos consecuencias al Vall¨¨s Oriental y al Baix Llobregat).
Hacia las nueve de la noche, Juana Biarn¨¦s llegaba a Terrassa en Ferrocarrils de la Generalitat, desde Barcelona. Fue el ¨²ltimo convoy que lo hizo. El siguiente fren¨®, gracias a la pericia de sus maquinistas, a pocos metros del puente de Les Fonts, que ya se hab¨ªa hundido. Al llegar a casa, Juana recuerda que se fue la luz y se empezaron a o¨ªr gritos. Viv¨ªa en la calle Pit¨¢goras de Terrassa, al lado de la Rambla, una arteria de comunicaci¨®n de la ciudad construida encima de la riera del Palau, que hab¨ªa sido canalizada. El colector no pudo asumir el cabal del agua y estall¨®, convirtiendo la Rambla en eso, en una riera. Su padre, un reconocido fot¨®grafo de la ciudad, inst¨® a Juana a coger su c¨¢mara y ambos salieron a la calle. Ante el horror que se encontraron y la imposibilidad de hacer fotos en unas condiciones p¨¦simas de luz, el padre lo tuvo claro. ¡°Vamos a dejar las c¨¢maras. Vamos a ayudar a la gente¡±.
Enmendar errores
La cat¨¢strofe oblig¨® a redireccionar algunas pol¨ªticas y corregir los errores que provocaron la desgracia. Las administraciones, que hasta entonces hab¨ªan echo la vista gorda ante los asentamientos de inmigrantes en zonas inundables y en p¨¦simas condiciones, impulsaron planes urban¨ªsticos y promociones de bloques de viviendas y se canalizaron las rieras. El sentimiento de solidaridad y de compromiso surgido de forma espont¨¢nea entre la poblaci¨®n puso el germen de lo que ser¨ªan las futuras asociaciones vecinales. En 1963 surgieron las primeras en Terrassa. ¡°Si nosotros no nos preocupamos, nadie lo har¨¢¡±, resume Pablo G¨®mez que ha estado vinculado al movimiento vecinal de Les Arenes durante un cuarto de siglo.
El Vall¨¨s ha preparado a conciencia la conmemoraci¨®n del 50 aniversario de la cat¨¢strofe, con m¨²ltiples actividades, libros publicados o webs que recopilan informaci¨®n y testimonios. Terrassa ha recuperado la memoria visual de la tragedia con una exposici¨®n de fot¨®grafos locales que inmortalizaron con sus c¨¢maras el horror de esos d¨ªas. Entre todas las instant¨¢neas, Juana Biarn¨¦s -convertida posteriormente en fotoperiodista- destaca una (ver imagen inferior). ¡°Refleja tanto la desesperaci¨®n como la esperanza. La desesperaci¨®n por haberlo perdido todo, hasta el tren. Pero el ¨¢rbol que se mantiene erguido es s¨ªmbolo de la esperanza, supone un tono rom¨¢ntico dentro de la tragedia¡±.
Pablo G¨®mez, que entonces ten¨ªa 26 a?os, tambi¨¦n lo hizo. Junto a otros vecinos del barrio de Les Arenes, uno de los m¨¢s afectados por las aguas, se armaron de encendedores y velas y fueron casa por casa buscando gente que pod¨ªa haber quedado atrapada. ¡°En una encontramos a dos abuelos abrazados. Estaban muertos¡±, recuerda Pablo emocionado.
Montse Gasc¨®n fue una de las ¨²ltimas a cruzar la riera de Les Arenes. Entonces ten¨ªa cinco a?os, pero recuerda ver c¨®mo las olas saltaban por encima del puente de las v¨ªas de Renfe y, pocos minutos despu¨¦s, presenci¨® c¨®mo se derrumbaba. Tambi¨¦n hubo espacio para el hero¨ªsmo. Uno de los vecinos del barrio cogi¨® su moto para hacer luces de advertencia al tren de Renfe que se acercaba directamente al puente ya desaparecido. Consiguieron pararlo a tiempo.
Lo que no se pudo frenar es la virulencia del agua que, una vez destruido el viaducto de Les Arenes, avanz¨® desenfrenada hacia el sur. Cargada de ¨¢rboles, rocas, coches y todo lo que se encontraba a su camino, la oleada lleg¨® al barrio de Les Fonts (donde desaparecieron decenas de casas) y despu¨¦s a Rub¨ª.
El barrio del Escard¨ªvol de este municipio se llev¨® la peor parte. All¨ª viv¨ªa Juana M¨¦ndez, de 18 a?os. Pasadas las 10 de la noche, se oy¨® un fuerte estruendo y su madre grit¨® ¡°?La riera!¡±. El agua hab¨ªa crecido varios metros y no pod¨ªan salir por la puerta. Tuvieron que hacer un agujero en el tejado. ¡°Era de noche, pero los rel¨¢mpagos eran tan seguidos, que parec¨ªa de d¨ªa. Ve¨ªamos como las casas se ca¨ªan una tras otra. Parec¨ªa el fin del mundo¡±, relata Juana todav¨ªa conmocionada. La familia M¨¦ndez consigui¨® escapar, pero a su vecino se lo llev¨® el agua. D¨ªas despu¨¦s hallar¨ªan su cuerpo sin vida en Sant Carles de la R¨¤pita (Tarragona).
En el momento de la tragedia, Dolors Pont ten¨ªa 36 a?os y era enfermera. Se salv¨® saltando por la ventana de su casa, en Rub¨ª, y decidi¨® hacer lo que mejor sab¨ªa. ¡°Mi hermana y yo fuimos al Ayuntamiento para atender a los enfermos. Los vecinos que ten¨ªan coche se dedicaban a transportar los muertos al cementerio y los vivos, a los hospitales¡±.
Con los primeros rayos de luz y sin apenas dormir, los Biarn¨¦s, padre e hija, salieron a la calle. Ya no llov¨ªa. El paisaje era desolador. Casas destruidas, calles inundadas ahora por barro, ¨¢rboles y coches amontados, cuerpos sin vida y destrozados colgando de los ¨¢rboles, tirados en el suelo¡ El horror lo recogieron en diez carretes. Pero nadie conoc¨ªa la magnitud de la tragedia. Estaban incomunicados: los tel¨¦fonos no funcionaban, no hab¨ªa luz, las dos v¨ªas de tren hab¨ªan quedado destruidas y las carreteras estaban bloqueadas. El padre de Juana la envi¨® a Barcelona a revelar las fotos. La joven de 27 a?os enfil¨® la carretera de Martorell (la ¨²nica practicable) y en autoestop lleg¨® a la capital catalana. Consigui¨® revelar los negativos en casa del fot¨®grafo Antoni Campany¨¤, quien al ver el horror captado exclam¨® ¡°?Esto es peor que una guerra!¡±. R¨¢pidamente se pusieron en contacto con Federico Gallo, presentador del telediario del mediod¨ªa en TVE y Juana llev¨® las fotos a los estudios de Miramar. Sus im¨¢genes abr¨ªan el informativo del 26 de septiembre, revelando al pa¨ªs lo sucedido en el Vall¨¨s.
Mientras tanto, los vecinos intentaban organizarse como pod¨ªan ante tanto horror. En el Escard¨ªvol de Rub¨ª, el paisaje era dantesco. De hecho, no hab¨ªa escombros. Directamente no hab¨ªa nada. Las decenas de casas que horas antes ocupaban el solar, fueron barridas literalmente por el agua. ¡°La gente se desmayaba al ver que todo hab¨ªa desaparecido de un plumazo¡±, explica Juana M¨¦ndez. Ella se qued¨® en la calle con camis¨®n y zapatillas. De su familia no muri¨® nadie, pero el barro inund¨® la vivienda hasta el techo y lo perdieron todo. Confiesa que no ha podido volver a ella. Los vecinos les dieron ropa y la familia, dinero. Un amigo les dej¨® una casa. ¡°Tuvimos que empezar de nuevo¡±, concluye.
Manipulaci¨®n franquista
El 25 de septiembre coincidi¨® con un vac¨ªo de poder en Barcelona. Ni el Gobernador Civil ni el jefe provincial del Movimiento estaban ese d¨ªa en la capital catalana. Hab¨ªan viajado a Madrid. El corte de las comunicaciones tambi¨¦n impidi¨® a los alcaldes hacer llegar las llamadas de socorro. Lo consiguieron a la ma?ana siguiente, pero sin mandatarios que pudieran ordenar las tareas de rescate, la poblaci¨®n se autoorganiz¨®. En Terrassa, el sacerdote reuni¨® a un grupo de j¨®venes escoltas y les dijo: [Las autoridades] ¡°No saben ni por d¨®nde empezar. As¨ª que lo que no hag¨¢is vosotros, nadie lo har¨¢¡±.
Estos embrollos pol¨ªticos han sido recogidos por el periodista Ferran Sales y el historiador Llu¨ªs Sales en el libro ¡®La riuada de Franco¡¯, que explica c¨®mo el r¨¦gimen intent¨® convertir la tragedia en una campa?a de propaganda para realzar la figura del dictador Francisco Franco. El Caudillo visit¨® los municipios afectados el 2 de octubre de 1968, dos d¨ªas despu¨¦s que lo hicieran los entonces pr¨ªncipes Juan Carlos y Sof¨ªa. Montse Gasc¨®n recuerda muy bien la visita del General¨ªsimo. ¡°En la escuela estuvimos d¨ªas ensayando en ¡®Cara al sol¡¯ y nos dieron banderitas para asistir al desfile¡±, explica a este diario.
El r¨¦gimen controlaba todo, incluso quer¨ªa influir en las tareas de rescate, que desde la noche del 25 de septiembre iniciaron espont¨¢neamente los vecinos. Al d¨ªa siguiente se a?ad¨ªan a estas labores los Minyons escoltas, cuya entrega fue elogiada por la premsa local, relegando a un segundo plano la intervenci¨®n de las secciones juveniles o femeninas del Movimiento. Esto no gust¨® nada a los dirigentes franquistas. Tampoco ayud¨® que el entonces alcalde de Rub¨ª, Miquel Ruf¨¦ se negara a hacer vestir a los escoltas con camisas azules, las oficiales del partido. El edil lo consider¨® una petici¨®n superflua en un momento de tragedia. Pocas semanas despu¨¦s fue destituido.
Al r¨¦gimen tampoco le hizo gracia la campa?a de emergencia y solidaridad que por su cuenta mont¨® el periodista Joaqu¨ªn Soler Serrano a trav¨¦s de la emisora Radio Barcelona. El entonces ministro de Informaci¨®n, Manuel Fraga, tuvo la idea de reconducir esta oleada solidaria de una cadena privada en una campa?a de propaganda en favor del dictador. Dolors Pont recuerda con emoci¨®n que la intervenci¨®n y la entrega de Soler Serrano fue igual de importante, o m¨¢s, que los que trabajaban rescatando personas a pie de calle. ¡°Serrano invent¨® las maratones de solidaridad hace 50 a?os. Ped¨ªamos comida o ropa y al cabo de pocas horas nos llegaba¡±. La ciudad de Terrassa inaugur¨® el pasado domingo un monolito en honor al periodista.
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