Un encuentro, dos recitales
Javier Bar¨®n y Esperanza Fern¨¢ndez estuvieron amparados por un extraordinario Salvador Guti¨¦rrez
Un cartel que re¨²ne a dos primeras figuras, espl¨¦ndidos cada uno en lo suyo, adem¨¢s de generar expectativas, puede plantear inc¨®gnitas sobre las razones o intenciones de tal encuentro. Esas inc¨®gnitas, desafortunadamente, no se desvelaron con el desarrollo de la obra. Para los artistas pudo suponer quiz¨¢s el cumplimiento de un deseo com¨²n, y el aficionado goz¨® del hecho ins¨®lito de tenerlos a los dos reunidos en escena una misma noche; pero m¨¢s all¨¢ de eso, poco m¨¢s se podr¨ªa extraer de la naturaleza de la reuni¨®n. El espect¨¢culo, en la pr¨¢ctica, fue poco m¨¢s que un recital a dos bandas con puntuales encuentros de mayor o menor fortuna. El reclamo de los Arrabales fue sinceramente dif¨ªcil de rastrear a lo largo de la funci¨®n, aunque su esp¨ªritu puede que apareciera por momentos: detalles aislados de Bobote, el cuadro final con la sole¨¢, por fin, de Esperanza y el baile sabroso por canti?as de Javier. Antes, la obra transit¨® por espacios cultos (Falla) o urbanos, como las marchas o la misma participaci¨®n de la corneta. Una obra, en fin, austera en conceptos y con referentes desdibujados.
Javier Bar¨®n & Esperanza Fern¨¢ndez. 'Arrabales'.
Baile: Javier Bar¨®n. Cante: Esperanza Fern¨¢ndez. Guitarra: Salvador Guti¨¦rrez. Percusi¨®n: Jos¨¦ Carrasco. Palmas: Bobote. Corneta: Joaqu¨ªn Eligio Brun, 'Kini Triana'. Direcci¨®n Art¨ªstica: Javier Bar¨®n y David Montero. Coreograf¨ªa: Javier Bar¨®n. Direcci¨®n esc¨¦nica: David Montero.
Teatro Lope de Vega. 26 de septiembre de 2012.
Eso como espect¨¢culo concebido con una intenci¨®n, que otra cosa fueron las intervenciones personales. Siempre quedan para el final las del antes llamado atr¨¢s, pero hay que destacar el trabajo largo, incansable y lleno de inspiraci¨®n de Salvador Guti¨¦rrez, que dot¨® de m¨²sica casi ¨¦l solito a toda una obra de un repertorio tan amplio como variado. Y lo hizo con inspiraci¨®n y frescura, modernidad o clasicismo seg¨²n lo necesario. La participaci¨®n de Bobote fue siempre afortunada, como cuando se le otorga el juego que su arte merece. La percusi¨®n en su sitio, y la corneta sin un lugar definido: desde una transici¨®n hasta ocupar el lugar de la voz en unos tangos.
A la gran cantaora que es Esperanza Fern¨¢ndez le cost¨® encontrar su sitio, quiz¨¢s debido a un repertorio que no es propiamente el suyo, desde los abandolaos hasta la zambra. No se le vio en su terreno y, en un entorno vacilante, tir¨® innecesariamente de facultades. El mejor exponente de lo dicho estuvo en su interpretaci¨®n de Tatuaje, que popularizara Do?a Concha Piquer, y que siendo copla tan popular y conocida, supone afrontar un riesgo del que la trianera no sali¨® precisamente airosa. Se fue encontrando algo m¨¢s en el martinete y bord¨® la canci¨®n del Fuego Fatuo, que tantas veces ha interpretado. Pero no fue hasta la se?alada sole¨¢ cuando nos encontramos a la artista que conocemos.
Lo de Bar¨®n fue un reencuentro y, adem¨¢s, todo un placer. Se le vio suelto, c¨®modo y preparado para desplegar ese baile suyo que de tan natural parece f¨¢cil. Entr¨® dubitativo en los abandolaos, pero para el zapateado prepar¨® una coreograf¨ªa en la que hizo sucesivamente de toro y de torero. Poderoso en el martinete, justo y fino en los desplantes, tiene elegancia en la sole¨¢ y termina transitando por el escenario como por el patio de su casa, pero sin parar de bailar, quede claro. Al final se entreg¨® a una fiesta igualmente de patio en las canti?as. Otra fiesta hubo antes tambi¨¦n. Fue tras la canci¨®n de Falla y en ella hubo pata¨ªtas de sabor de los dos artistas y de un Bobote que lo cuadra.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.