?Y si fuera su hijo?
Los alumnos que proceden de familias desestructuradas son la mitad del fracaso escolar, pero la otra mitad son sus hijos, chavales de familias sin grandes problemas
En los a?os setenta se hizo internacionalmente famosa una campa?a de EE UU sobre el control de armas. Frente a los que reclamaban el rifle como una extensi¨®n de las libertades individuales, los partidarios de poner fin a esta situaci¨®n dise?aron un cartel en el que una pistola gigantesca apuntaba a los ojos del espectador bajo el lema: ¡°Y ahora... m¨ªrelo desde este punto de vista¡±.
Con la ense?anza ocurre algo parecido. Se ha instalado la idea de que el sistema educativo est¨¢ fracasado por culpa de un modelo excesivamente permisivo y por la permanencia en las aulas de un alumnado que no quiere estudiar.
Como toda campa?a, contiene algo de verdad y los docentes son los primeros en sufrirla. Sin embargo, no es toda la verdad, ni siquiera la ra¨ªz del problema, y en cualquier caso el autoritarismo y la segregaci¨®n no son la respuesta.
La ense?anza no es un mar en el que desembocan las desigualdades culturales y econ¨®micas; los errores del modelo de crecimiento insostenible; el consumismo irresponsable y la insatisfacci¨®n social. Especialmente en la secundaria, este rompeolas es feroz porque se produce en unos protagonistas en plena adolescencia.
Para demostrar esto basta con un dato reciente: en los ¨²ltimos cuatro a?os el ¨ªndice de fracaso y abandono escolar ha bajado 10 puntos, cerca de un 30%, y la causa es simple y llanamente que los cantos de sirena del ladrillo, del consumo f¨¢cil se han apagado.
Sin embargo, miremos con m¨¢s detenimiento el fracaso escolar, ese que, seg¨²n el ministro Wert radica en la persistencia en las aulas de esos alumnos molestos que no quieren estudiar. D¨¦jenme que les diga que tras esta afirmaci¨®n hay, por parte del ministerio, una gran trampa dial¨¦ctica y, por los ciudadanos, una desculpabilizaci¨®n y desentendimiento de la labor educativa. A fin de cuentas, siguen siendo ¡°los otros¡±, ¡°las malas compa?¨ªas¡± o el ambiente hostil el que hace fracasar a sus hijos.
Disculpen que les d¨¦ una mala noticia: no es esa la raz¨®n. Para su desgracia (y esto s¨ª que es un verdadero fracaso de la educaci¨®n), el alumnado que procede de familias desestructuradas, o de situaciones de marginaci¨®n no suele estar en las aulas m¨¢s all¨¢ de segundo, o tercero de secundaria. Digamos que ellos son la mitad del fracaso escolar, pero la otra mitad, siento dec¨ªrselo, son sus hijos, chavales procedentes de familias sin grandes problemas pero que tropiezan en la secundaria. Ahora que sabe esto, ?est¨¢ de acuerdo con la segregaci¨®n temprana? ?Cree conveniente convertir los estudios no en una fuente de formaci¨®n humana y cultural, sino en una carrera de obst¨¢culos en la que cualquier error se paga con la exclusi¨®n?
Es curioso que la reforma del ministro Wert no pretenda en realidad reformar absolutamente nada en la ense?anza, sino abaratar los costes y apartar r¨¢pidamente a los que fracasen. De camino le propinan una patada a las comunidades aut¨®nomas y a la educaci¨®n en valores igualitarios. El profesorado queda reducido a un mero instructor de ex¨¢menes que no controla, navaja multiusos sin reconocimiento alguno a su labor.
Si se impone la reforma se acabar¨¢n muchas optativas fundamentalmente en el ¨¢mbito de la cultura. Se retornar¨¢ a la ense?anza memor¨ªstica, al valor ¨²nico de los ex¨¢menes frente a la evaluaci¨®n continuada y a una ¡°especializaci¨®n¡± de los j¨®venes que lejos de prepararlos para el futuro, les privar¨¢ de desarrollar sus capacidades. La apuesta por el desarrollo de la Formaci¨®n Profesional se podr¨ªa hacer perfectamente sin da?ar el Bachillerato y dinamitar los puentes para la formaci¨®n universitaria.
Si su hijo, porque se trata de ¨¦l (y perdonen que hable en masculino pero el fracaso se escribe en este g¨¦nero), ha tenido un peque?o tropiezo puede optar por una formaci¨®n profesional de baja calificaci¨®n que carece de presupuestos, o ya puede ir buscando plaza en la ense?anza privada, que es la verdadera beneficiaria de estos modelos de segregaci¨®n. El escaso debate sobre este proyecto nos indica hasta qu¨¦ punto las ideas de la desigualdad y del ¡°s¨¢lvese quien pueda¡± han calado, como lluvia fina, sobre la sociedad.
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