Pol¨ªtica y ¡°apol¨ªticos¡±
La democracia es un compromiso que depende de todos
Recordando a Pericles, un ilustre profesor advert¨ªa que si encontramos a alguien que se proclama ¡°apol¨ªtico¡±, hay que tener cuidado con ¨¦l, porque no es una persona inocente, sino in¨²til. Y es que la ¡°pol¨ªtica¡± ha ca¨ªdo en un desprestigio social tan preocupante que casi nadie quiere que se le confunda con los ¡°pol¨ªticos¡±. Alg¨²n bromista ha llegado a decir que la pol¨ªtica es el segundo oficio m¨¢s viejo del mundo y el que m¨¢s se parece al primero.
Por ello creo que resulta imprescindible recuperar el aut¨¦ntico sentido de la pol¨ªtica como una de las tareas m¨¢s nobles que debemos realizar en nuestra vida. La pol¨ªtica es el modo de organizar la vida en com¨²n para alcanzar el bienestar de todos los ciudadanos y la cohesi¨®n social en la comunidad. La pol¨ªtica es la respuesta a c¨®mo vivir juntos, a c¨®mo queremos vivir juntos.
Ese bienestar, que es por tanto el objetivo de la pol¨ªtica, demanda la satisfacci¨®n de las necesidades b¨¢sicas (naturales, culturales y morales) y la realizaci¨®n y potenciaci¨®n de las capacidades centrales de todos los seres humanos. El bienestar es el derecho de todos a una vida digna, a una vida valiosa y agradable, en libertad y en paz. El bienestar es un derecho universal integrador de todos los derechos en un proceso multidimensional y permanente de garant¨ªa de las libertades reales.
Pero el bienestar individual, nuestro propio bienestar, s¨®lo puede alcanzarse en comunidad, en las diversas comunidades en que nos integramos. Y cuando una comunidad incorpora, articula y organiza a todas las personas que viven en un territorio para promover su bienestar, esa es una comunidad pol¨ªtica, una comunidad pol¨ªtica en la que todos debemos ser responsables y participar en la definici¨®n de ese bienestar y en el modo de conseguirlo. Es decir, todos somos pol¨ªticos, debemos ser pol¨ªticos, en este noble sentido del t¨¦rmino.
Y en este punto es necesario recordar ya que la paz es el fin incondicional y previo a todos los fines de la pol¨ªtica. Todos sabemos por nuestra propia experiencia personal que la paz es una situaci¨®n de bienestar y cohesi¨®n social, un proceso positivo, din¨¢mico y participativo de transformaci¨®n social, un modo de vida, una cultura.
La paz es el instrumento que nos permite alcanzar esas libertades reales, que nos impulsa a crear moradas, mejor que a buscar ra¨ªces que pueden ser exclusivas y excluyentes. La paz es avanzar hacia una patria ¨¦tica desde las numerosas patrias ¨¦tnicas.
La pol¨ªtica es la respuesta a c¨®mo vivir juntos, c¨®mo queremos vivir juntos
Como nos ense?a N. Bilbeny, ¡°la paz se prepara escuchando y dialogando, se obtiene mediante el acuerdo y el compromiso, se mantiene con tolerancia y solidaridad, y se vive en libertad e igualdad¡±.
Y conviene recordar que la ant¨ªtesis de la paz, la negaci¨®n de la paz, no es el conflicto, sino la violencia. El conflicto es inherente a nuestras vidas en todos sus ¨¢mbitos y la violencia es la negaci¨®n del acuerdo, la intolerancia, la imposici¨®n y la agresi¨®n deslegitimadora de los fines pol¨ªticos. La violencia, como nos ense?¨® Saramago, es siempre una forma de ceguera.
La comunidad pol¨ªtica (ciudad, pa¨ªs, Estado) debe organizar la vida en com¨²n para garantizar y debe hacerlo con la participaci¨®n de todos, para as¨ª decidir entre todos c¨®mo queremos vivir juntos y c¨®mo queremos alcanzar la cohesi¨®n social. Esa comunidad as¨ª gestionada es entonces una aut¨¦ntica comunidad democr¨¢tica en la que el poder, el poder pol¨ªtico, el poder para tomar decisiones, radica en el pueblo, es decir en los ciudadanos, en todos los ciudadanos.
La democracia se funda en los valores superiores de la libertad y de la igualdad, reales y efectivas. Es un instrumento que sirve para todos y un compromiso que depende de todos. ¡°Una sociedad democr¨¢tica es un sistema equitativo de cooperaci¨®n social entre ciudadanos libres e iguales¡± (John Rawls).
Pero vivimos en un mundo en el que la palabra clave es ¡°crisis", crisis multidimensional y asfixiante, y donde nos rodean fantasmas que nadie explica como d¨¦ficit, secuestro, prima de riesgo, mercados, bancos malos,.. y todo ello se traduce, eso s¨ª, en recortes, recortes y m¨¢s recortes que nada solucionan y que agravan la angustia de millones de personas a las que se les niegan o reducen sus derechos sociales b¨¢sicos, con el contraste alucinante del circo del deporte superprofesionalizado o de programas de televisi¨®n que act¨²an como aut¨¦nticas armas de cretinizaci¨®n masiva, entre otras lindezas.
Monsivais ya nos alert¨® del peligro de que el pueblo se convierta en p¨²blico; de que nosotros, el pueblo, los ciudadanos, nos convirtamos simplemente en espectadores. Y en estos momentos de ¡°crisis total¡±, de situaci¨®n angustiosa de paro, pobreza, falta de oportunidades, exclusi¨®n social,¡ es necesario que los ciudadanos, adem¨¢s de indignarnos, asumamos nuestra responsabilidad ciudadana, nuestra responsabilidad pol¨ªtica, frente a los que se han apropiado de la pol¨ªtica y han formado una especie de casta o clase social en la que en demasiadas ocasiones se mezcla la deslealtad con los electores, la corrupci¨®n en la Administraci¨®n p¨²blica del dinero de todos o la inutilidad o improcedencia de sus decisiones para dirigir la comunidad hacia el bienestar de todos.
Pero en este mundo de oscuridad y tristeza resuena en nuestra ayuda la voz del gran poeta Pablo Neruda que nos exhorta a cumplir nuestra obligaci¨®n pol¨ªtica de ser luz, de indignarnos, pero tambi¨¦n de comprometernos y de actuar: ¡°Debemos andar con el viento y al agua, abrir ventanas, echar abajo puertas, romper muros, iluminar rincones,¡ ir y venir por las calles, las casas y los hombres destruyendo la oscuridad¡ hasta que todo sea d¨ªa, hasta que todo sea claridad y alegr¨ªa en la tierra¡±. (Oda a la claridad).
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