?Enormes!

¡°Es noche de s¨¢bado en Buenos Aires¡±. Este es el primer verso de un soneto que los talentosos Ignacio y Lucas componen a cuatro manos compitiendo entre ellos en destreza y rapidez encerrados en el apartamento de un amigo. Pasatiempo recurrente, la creaci¨®n de poemas, como lo es escribir anagramas, inventar palabras o armar un atlas de pa¨ªses inventados. Nuestros protagonistas son dos adolescentes tan cultos y eruditos como arrogantes. Se saben y sienten superiores al resto de los mortales de su edad que pasan las noches de los s¨¢bados ligando en discotecas. Ellos, como mucho, se acercan a la puerta de la disco sin llegar a entrar para dedicarse a ¡°sostener la mirada¡± a las ¡°minas¡± confiando en que eso sea suficiente para que ellas se den cuenta de su superioridad y caigan as¨ª rendidas a sus pies. Las ense?anzas del Arcipreste de Hita en El libro del buen amorson otra estrategia para poder relacionarse con las chicas. Y otra maniobra que, como la anterior, demuestra ser poco eficiente. Agust¨ªn Mendilaharzu y Walter Jacob, los autores de este magn¨ªfico texto, plantean el talento no como una virtud, sino como un aut¨¦ntico inconveniente a la hora de relacionarse con el mundo. La figura del intelectual, pues, en tela de juicio. Y con qu¨¦ gracia.

Para talento, el de estos j¨®venes autores que, por lo visto, empezaron a gestar esta pieza como trabajo de fin de curso, la presentaron har¨¢ unos tres a?os en Buenos Aires, ganaron premios y ahora ha recalado en funci¨®n ¨²nica en el Festival Temporada Alta de Girona, que siempre ha sido nuestra puerta m¨¢s cercana a la dramaturgia argentina. Los talentos es otro ejemplo, tras los montajes que hemos podido ver de Veronese, Daulte, Spregelburd, Tolcachir y Romina Paula, del alto nivel creativo que se cuece en ese pa¨ªs. Perfectamente estructurada, imaginativa e ingeniosa. Los talentos es tambi¨¦n un ejemplo de sobriedad esc¨¦nica. Como sus compatriotas, Mendilaharzu y Jacob no necesitan m¨¢s que un par de sillas y, en este caso, una pizarra para poner en escena su obra. En cuanto al trabajo de los int¨¦rpretes, qu¨¦ decir de ellos adem¨¢s de que son argentinos. Por lo que hemos podido apreciar desde aqu¨ª, todos los actores argentinos son buen¨ªsimos y capaces de colarnos lo que sea con gran naturalidad. En este montaje acabamos de descubrir a cuatro en los papeles de las dos lumbreras, el de la chica, y el del hermano de esta y amigo de los otros dos, que pone el apartamento y vive un poco entre ambos mundos.