Para¨ªsos de barro
Barcelona expone 30 cer¨¢micas de Iznik de la colecci¨®n Gulbenkian de Lisboa
Para el islam el jard¨ªn es la representaci¨®n del para¨ªso en la tierra, un lugar m¨ªtico que el Cor¨¢n cita en m¨¢s de 6.000 ocasiones. Por eso, la cultura isl¨¢mica cre¨®, a trav¨¦s de fuentes, surtidores, vegetaci¨®n y arquitectura, jardines tan bellos como el patio de los leones de la Alhambra o el de los naranjos de la Mezquita de C¨®rdoba, que nos hacen sentir que el para¨ªso deb¨ªa de ser algo parecido. En la cer¨¢mica tambi¨¦n. Los artesanos de la ciudad turca de Iznik crearon, entre los siglos XVI y XVIII, lozas en las que mediante la representaci¨®n de coloridas flores como tulipanes, rosas, claveles y jacintos, pero tambi¨¦n, flor de loto y alcachofas, representaban peque?os fragmentos del para¨ªso. La exposici¨®n Un jard¨ªn singular re¨²ne en el Museo de la Cer¨¢mica de Barcelona 30 piezas de esta escasa y codiciada producci¨®n art¨ªstica de estas cer¨¢micas provenientes, en su mayor¨ªa, de la Fundaci¨®n Calouste Gulbenkian de Lisboa. Es la primera vez que se pueden ver en Barcelona y una de las pocas veces que han viajado a Espa?a.
Las piezas, la mayor¨ªa formas abiertas, como platos de diferentes medidas y otros servicios de mesa como jarras y jarrones, adem¨¢s de azulejos para la ornamentaci¨®n de mezquitas, palacios y mausoleos, est¨¢n llenas de colores turquesas, rosados, verdes, esmeraldas y p¨²rpuras. Fueron producidas en esta ciudad situada en el norte de Turqu¨ªa, en el momento en el que el imperio Otomano con Estambul a la cabeza era el epicentro comercial y cultural de Oriente Pr¨®ximo. Pero pese al tiempo que ha pasado desde que se crearon, las cer¨¢micas parecen reci¨¦n estrenadas, sin marcas de uso, golpes ni restauraciones. Era una de las condiciones que se impuso para adquirirlas el coleccionista armenio Calouste Gulbenkian, que tras vivir en Londres y Par¨ªs, se refugi¨® en Lisboa despu¨¦s de la ocupaci¨®n alemana de 1942. Su colecci¨®n, que viaj¨® con ¨¦l, la fue adquiriendo durante 40 a?os y est¨¢ considerada una de las mejores del mundo.
Seg¨²n Maria Antonia Casanovas, comisaria de la exposici¨®n, esta cer¨¢mica, creada para la corte de los sultanes, representa el gusto por la decoraci¨®n floral isl¨¢mica como ninguna otra cer¨¢mica. Sobre todo su dise?o m¨¢s popular, el llamado de las ¡°cuatro flores¡±, que es ¡°el m¨¢s vistoso y el que aporta una perspectiva tridimensional y potencia el realismo¡±. El valor econ¨®mico de las piezas es alt¨ªsimo: en noviembre pasado en una subasta en Madrid se pag¨® por una pieza similar a las expuestas 145.000 euros.
Por una pieza similar se pag¨® en una subasta 145.000 euros
En la exposici¨®n tambi¨¦n se pueden ver dos espl¨¦ndidos tejidos otomanos del siglo XVI que reproducen la misma decoraci¨®n floral y media docena de piezas de producci¨®n cer¨¢mica catalana del siglo XVII y XVIII que deja ver el influjo que Catalu?a recibi¨® de Oriente, sobre todo a partir de 1570, cuando la cer¨¢mica de Iznik empez¨® a comercializarse en Europa ¡ªsobre todo en las familias m¨¢s acaudaladas¡ª y marc¨® las tendencias de la producci¨®n de Padua y Venecia en Italia, Nevers en Francia y Catalu?a.
De forma paralela a esta comercializaci¨®n de Iznik, llegaron a Europa desde Estambul los primeros bulbos de tulip¨¢n. Primero se plantaron en el jard¨ªn imperial de Viena y luego el gusto por estas flores se extendi¨® por Francia y los Pa¨ªses Bajos, creando una ¡°tulipoman¨ªa¡±, una moda obsesiva que llev¨® a coleccionar las diferentes especies y colores de esta flor. La ciudad de Iznik tambi¨¦n cre¨® recipientes donde se depositaban los bulbos y crec¨ªan estas flores que se asociaban con la creatividad, la sensualidad, la belleza y el poder y que era el emblema del imperio Otomano. De hecho, la primera pieza que compr¨® Gulbenkian en 1889, uno de estos recipientes para que crecieran los tulipanes, se puede ver en la exposici¨®n barcelonesa. El inter¨¦s y la afici¨®n por esta flor lleg¨® hasta tal extremo que protagoniz¨® la primera burbuja econ¨®mica registrada en la historia, entre 1636 y 1637, recuerda Casanovas.
La ¨²ltima pieza de la exposici¨®n ¡ªmontada de forma escenogr¨¢fica, con parte del pavimento y paredes cubiertas de c¨¦sped artificial¡ª es un peque?o libro; el primer tratado de bot¨¢nica espa?ola por Carolus Clusius, autor al que se le atribuyen los m¨¢s bellos jardines del momento y la introducci¨®n del tulip¨¢n en Europa. El libro, en el que aparece la primera ilustraci¨®n de un tulip¨¢n, perteneci¨® al rey Felipe II, un enamorado de esta flor que no dud¨® en plantarlo en sus jardines reales.
La exposici¨®n estar¨¢ abierta hasta marzo de 2013. Luego el Museo de la Cer¨¢mica har¨¢ las maletas para abandonar el Palacio Real de Pedralbes para siempre y trasladarse a la plaza de las Gl¨°ries, al nuevo Dhub, que tiene previsto abrir sus puertas a finales de 2013.
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