Himnos sin complejos
Cuando transcurra alg¨²n tiempo caeremos en la cuenta de que Keane ha entregado un buen n¨²mero de peque?as e impolutas sinfon¨ªas pop
Un concierto de Keane se ajusta al mil¨ªmetro a esa gloriosa definici¨®n anglosajona de los ¡°placeres culpables¡±: puede llegar a disfrutarse, a ratos intensamente, pero queda mal decirlo en voz alta. Les pas¨® lo mismo durante a?os a la ELO o a casi todos los grupos de pop bailable de los ochenta, pero nosotros ya estamos mayorcitos como para incurrir a estas alturas en remilgos y circunloquios. Cuando transcurra alg¨²n tiempo, y con ¨¦l se evapore tanta tonter¨ªa prejuiciosa, caeremos en la cuenta de que el ahora cuarteto de East Sussex ha entregado un buen n¨²mero de peque?as e impolutas sinfon¨ªas pop. T¨ªtulos que no modifican ning¨²n cimiento de la m¨²sica brit¨¢nica, faltar¨ªa m¨¢s, pero que funcionan como himnos minuciosamente construidos para corear sin complejos.
Keane ha padecido siempre las comparaciones con Coldplay, poco favorecedoras para cualquiera. No solo porque a Tom Chaplin le haya tocado ser mucho menos guapo que Chris Martin en la loter¨ªa gen¨¦tica, sino porque tampoco puede alcanzarle en carisma. Pero su vozarr¨®n agudo y templado, como de tenor que ha sustituido el frac por los vaqueros, constituye una bendici¨®n para esos estribillos bomb¨¢sticos que el teclista, el habil¨ªsimo Tim Rice-Oxley, urde como quien cose.
Salvo en el caso de cuatro o cinco baladas, todo el repertorio que anoche desgran¨® Chaplin en Vistalegre invitaba a alzar los brazos, desga?itarse y reventar los t¨ªmpanos del vecino. El pop de estadio tiene estas cosas: est¨¢ repleto de tics, pero estimula la euforia. Observen Lovers are losing, que anoche son¨® en cuarto lugar y deber¨ªa estudiarse en las academias: estrofa preparatoria, puente ascendente y estribillo no solo ext¨¢tico, sino prolongado. A?adamos alg¨²n destello l¨ªrico ocurrente (¡°So?¨¦ que no ten¨ªa nada en absoluto / Nada salvo mi propia piel¡±) y nos encontraremos ante un gran ¨¦xito. O jitazo, en lengua moderna.
A Keane les gusta sentirse queridos, gestionan una audiencia superior a las 5.000 personas y recurren a todas las triqui?uelas avaladas por la historia del pop. Chaplin interpreta On the road subi¨¦ndose al podio del bater¨ªa, agarrando el micr¨®fono por el pie y con el pu?o en alto, como si no hubieran transcurrido 21 a?os desde que nos quedamos sin Freddie Mercury. Y las reminiscencias de U2 resultan evidentes en Is it any wonder, que arranca como The fly y juega con las sombras del bater¨ªa, Richard Hughes, proyect¨¢ndose sobre las lonas laterales.
A los brit¨¢nicos les sobra alguna balada demasiado melosa y esa cierta reiteraci¨®n en la conquista de la ¨¦pica. Pero anoche, pese al horroroso eco de Vistalegre (¡°me siento como si estuviera cantando en el Gran Ca?¨®n¡±, se burl¨® Chaplin), hubo momentos vibrantes, como cuando suenan consecutivamente Silenced by the night y Everybody's changing, esa preciosidad tristona con la que a la gente le da por abrazarse. O las estupendas armon¨ªas vocales en Sea fog. O ese ep¨ªlogo con Under pressure, versi¨®n de Queen. C¨®mo no.
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