Un euro, veinte maraved¨ªs

Durante nuestro Siglo de Oro, qu¨¦ paradoja, la moneda corriente era de cobre; el Estado imperial sufri¨® ocho suspensiones de pagos, y el pueblo llano las pas¨® canutas. Tambi¨¦n la prosperidad del boom inmobiliario se erigi¨® sobre una rambla, y el agua se la llev¨®. En Siglo de Oro, siglo de ahora,la compa?¨ªa madrile?a Ron Lal¨¢ satiriza la Espa?a de hoy a trav¨¦s de una fiesta c¨®mico-musical escrita a la manera barroca por ?lvaro Tato, actor y poeta, en una iniciativa tan feliz como ins¨®lito es o¨ªr mentar al juez Garz¨®n, Bardem y la banca en d¨¦cimas y redondillas.

Sus cinco int¨¦rpretes, algunos de los cuales son tambi¨¦n m¨²sicos notables, reinventan g¨¦neros dram¨¢ticos de anta?o (el entrem¨¦s de figuras, la mojiganga, la j¨¢cara¡­), los encajan en el nuevo contexto y los comentan a trav¨¦s de un c¨®mico y narcisista erudito a la violeta que lo pone todo perdido de notas a pie de p¨¢gina chispeantes, documentadas e imprescindibles para esa parte del p¨²blico poco familiarizada con los cl¨¢sicos.

Yayo C¨¢ceres y su equipo sacan a dar discursos intercambiables al Conde Duque de Olivares y a un pol¨ªtico actual, sientan a Cervantes a componer Hamlet mientras Shakespeare escribe El Quijote; ponen a jugar una partida de mus ama?ada a La Justicia y El Dinero; muestran en carne propia cu¨¢n dolorosos son los recortes que sufrimos los de abajo; sacan a cantar flamenco a un diezmado tercio de Flandes y rematan la faena interpretando por buler¨ªas la escena del tormento de Fuenteovejuna, en un fin de fiesta que deja ganas de m¨¢s.