¡°Seguimos desobedeciendo¡±
A los 10 a?os de la liberaci¨®n del ¨²ltimo insumiso, el gran movimiento de la desobediencia civil adquiere vigencia en un contexto de crisis y protestas
El 25 de mayo de 2002 abandonaron la prisi¨®n militar de Alcal¨¢ de Henares los ¨²ltimos insumisos condenados a la c¨¢rcel. Miguel Felipe no estaba en el grupo porque sali¨® unos meses antes, despu¨¦s de haber sido condenado a dos a?os y cuatro meses por la deserci¨®n de un servicio militar que ya no exist¨ªa. ¡°Una situaci¨®n que pon¨ªa de manifiesto lo absurdo del sistema militar¡±, cuenta hoy.
Miguel se reuni¨® el viernes a petici¨®n de este diario con otros tres veteranos del Movimiento de Objeci¨®n de Conciencia (MOC) para recordar el fin de la conscripci¨®n. El punto de encuentro es la chimenea del parque del Gasoducto de Madrid, por la que en 1989 y 1993 treparon activistas para pintar de arriba abajo la palabra ¡°Insumisi¨®n¡± en una de sus acciones m¨¢s emblem¨¢ticas. ¡°Pero hicimos muchas m¨¢s¡±, recuerda Mar Rodr¨ªguez. Colorearon ministerios de rosa, hicieron estriptis a la puerta de cuarteles, ayunos, teatro de calle, y se encadenaron frente al Congreso de los diputados. Protestas no violentas que hoy suenan menos lejanas que nunca. ¡°Actu¨¢bamos as¨ª porque los medios nos ignoraban y quer¨ªamos denunciar la pervivencia de esquemas violentos y patriarcales de la dictadura¡±, cuenta Josemi Lorenzo. Para hacer m¨¢s evidente los nexos entre las protestas ayer y hoy, Jaime S¨¢nchez, cuarto de la reuni¨®n, llega tarde por las huelgas de metro.
El grupo mira la chimenea y bromea. ¡°Qu¨¦ pat¨¦tico: vamos a parecer los Ob¨²s 30 a?os despu¨¦s¡±. Juegan a deducir cu¨¢nto mide el tronco de la f¨¢brica de gas: ¡°?35 metros?¡±, ¡°?48?¡±. No se les pasa por alto que le han arrancado los pelda?os para subir por ella. Despu¨¦s de la guerra que dieron los pacifistas en los noventa, se tomaron medidas para evitar fotos inc¨®modas.
El antimilitarismo se hizo fuerte como movimiento autogestionado que reun¨ªa los mimbres pacifistas presentes en los estertores del franquismo. La amnist¨ªa de 1977 dej¨® libre a los 220 objetores encarcelados, pero los siguientes fueron a prisi¨®n demostrando que el Ej¨¦rcito no estaba por que se le subieran a las barbas. M¨¢s de 1.200 j¨®venes pasaron por la c¨¢rcel hasta la suspensi¨®n del servicio en 2002. ¡°La insumisi¨®n contribuy¨® a la p¨¦rdida de cr¨¦dito de la instituci¨®n, pero seguimos luchando para que no conserve el peso que tiene¡±, dice Josemi.
La conversaci¨®n con el grupo se hace itinerante. Hay que seguirles porque deben impartir una charla sobre desobediencia civil en Lavapi¨¦s. Por el camino desgranan hitos de la causa. En 1989 los pacifistas se unieron en torno a la insumisi¨®n con una fuerza inaudita para un movimiento de desobediencia civil. Las inhabilitaciones y las penas de prisi¨®n les valieron una ola de simpat¨ªa. Colectivos de familiares, feministas y defensores de las libertades en general les respaldaron. ¡°Nosotros ¨¦ramos del MOC, pero hab¨ªa muchos, como MiliKK, y otros que se hicieron insumisos sin pertenecer a grupos¡±, apunta Jaime.
La prestaci¨®n social sustitutoria creada para que los que no quisieran empu?ar armas no fue un remedio. A cada intento del Ej¨¦rcito de dulcificar su imagen, el movimiento respond¨ªa con fuerza: no lo aplac¨® la transferencia de los juicios de la justicia militar a la civil, y cuando los jueces empezaron a fallar penas demasiado bajas para entrar en prisi¨®n, algunos, como Miguel, optaron por acudir al cuartel y desertar. ¡°En el primer permiso, entr¨¢bamos en busca y captura y nos entreg¨¢bamos en momentos de especial impacto¡±, cuenta. ?l pas¨® por un consejo de guerra, ocho meses en segundo grado, un a?o m¨¢s en tercero¡
¡°Seguimos desobedeciendo¡±, sonr¨ªe Jaime. Una vez ganada la batalla de la insumisi¨®n, la militancia cay¨®, pero el pacifismo contin¨²a con iniciativas como la objeci¨®n fiscal (no pagar los impuestos correspondientes al gasto militar). Para homenajear la vigencia de sus ideas y estrategias, la casa de la juventud de Rivas aloj¨® la semana pasada unas jornadas. ¡°Esto signific¨® la formaci¨®n pol¨ªtica de una generaci¨®n¡±, cuenta Mar: ¡°Ahora aplicamos nuestra experiencia a m¨¢s causas¡±. La pregunta sobre la relaci¨®n con las protestas por la crisis se impone. ¡°La forma de hacer pol¨ªtica que defendemos ha explotado con el 15-M¡±, aseguran: ¡°Se ha interiorizado que puedes desobedecer lo injusto, con movimientos horizontales, pac¨ªficos y creativos¡±. Admiten que no se esperaban la eclosi¨®n mayista. ¡°Yo estuve desde el principio en Sol y no me pod¨ªa creer tanta coherencia, y la forma en que ha evolucionado a las asambleas de barrio¡±, explica maravillado Jaime. El ¨¦xito de la estrategia ha significado que los talleres de desobediencia que han seguido impartiendo todos estos a?os hayan pasado de un pu?ado de participantes a captar la atenci¨®n de cientos. Por eso se despiden y entran a su conferencia. La insumisi¨®n no descansa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.