El peor aliado, el amigo

Los grandes debates electorales son los cara a cara entre dos candidatos que se juegan la presidencia en un plat¨® de televisi¨®n. En la reciente campa?a estadounidense hubo tres debates con este formato. Rajoy y Rubalcaba tuvieron uno en las ¨²ltimas elecciones legislativas. Aqu¨ª no habr¨¢ ninguno. Puede argumentarse que en el mapa pol¨ªtico catal¨¢n no hay bipartidismo y, por lo tanto, el ¨²nico formato posible es el que ayer se vio. Un debate con siete candidatos. Todos contra todos.

Esto no significa sin embargo, que la confrontaci¨®n televisiva de ayer careciera de inter¨¦s. Era un envite muy serio para todos. Y una oportunidad ¨²nica para, si sal¨ªa bien, corregir o apuntalar las tendencias, seg¨²n el caso. Artur Mas se balancea al borde del fracaso estrepitoso que para ¨¦l supondr¨ªa haber adelantado dos a?os las elecciones en busca de una mayor¨ªa absoluta y encontrarse con que pierde esca?os. O con que se queda igual que estaba en esta legislatura, con 62 diputados, que es lo que apuntan los sondeos. Puso su empe?o en presentarse como una persona seria, moderada, razonable. Esta fue su apuesta, combatir la imagen de mes¨ªas aventurero con la que corre el peligro de ser identificado.

La pugna entre los representantes de los partidos que aspiran a la segunda plaza en las elecciones del domingo depar¨® en cambio un fuego graneado de los candidatos de ERC y PP, Oriol Junqueras y Alicia S¨¢nchez Camacho, respectivamente, contra Pere Navarro, el l¨ªder del PSC al que aspiran a desplazar. Navarro, que lleva menos de un a?o como primer secretario del PSC y no ha sido diputado en la legislatura que ha terminado, ten¨ªa ayer su primera gran oportunidad de debatir ante una gran audiencia directamente con Mas, de defender el cuestionado papel de su partido como principal alternativa a CiU. Se present¨® como un pol¨ªtico positivo, sereno, dialogante y propositivo. Se mostr¨® s¨®lido y huy¨® de la demagogia de la que no supieron prescindir otros participantes en el debate.

Como una perla digna de figurar en los anales hist¨®ricos qued¨® la idea lanzada por Junqueras para ir celebrando refer¨¦ndums peri¨®dicos sobre la entrada y salida de Catalu?a en Espa?a. Para salir, como ahora pretende su partido. O para volver a entrar, cuando est¨¦ fuera, si resultara que la nueva situaci¨®n no fuera del gusto de una parte significativa del electorado. Pero no fue la ¨²nica. El formato a siete facilita situaciones muy asim¨¦tricas, como que l¨ªderes de partidos con responsabilidades de gobierno debatan con aspirantes que, como Alfons L¨®pez Tena, utilizan cualquier argumento para meter una y otra vez esl¨®ganes del estilo ¡°Espa?a nos roba¡±. L¨®pez Tena demostr¨® ser un h¨¢bil polemista, como Albert Rivera, de Ciutadans.

Y as¨ª fue como lo que pudo ser un debate de todos contra Artur Mas, el candidato al que los sondeos auguran un holgada victoria, mostr¨® que quienes le secundan en su apuesta por la independencia, Junqueras y L¨®pez Tena, se convert¨ªan en los amigos que menos le conven¨ªan, los que anulaban una y otra vez el tono serio, moderado, razonable que hab¨ªa escogido para defender la opci¨®n soberanista.