Haendel
Un Mes¨ªas estupendo en cuanto al conjunto instrumental y al coro, pero con tres de los solistas muy por debajo de las exigencias de la m¨²sica de Haendel
La sonoridad ligera, transparente y suave, como manda la moda actual para la m¨²sica barroca, presidi¨® la actuaci¨®n del Ensemble Matheus. El Coro de c¨¢mara del Palau de la M¨²sica Catalana, por su parte, con voces frescas y j¨®venes, luci¨® asimismo empaste y agilidad. Ambas formaciones, dirigidas por Jean-Christophe Spinosi, se acoplaron mod¨¦licamente entre s¨ª, incluso en los numerosos pasajes donde el fugato las pone a prueba: no perdieron la comba en ning¨²n momento de una obra que es muy larga (m¨¢s de dos horas y media), con la ¨²nica excepci¨®n del Let us break bonds asunder (n¨²m. 41), donde s¨ª que hubo desajustes.
La intencionalidad expresiva estuvo tambi¨¦n presente, y se escucharon acentuadas y alegres, por ejemplo, las aclamaciones de Wonderful, Counsellor para ¡°el ni?o que nos ha nacido¡±, aclamaciones que otras veces se cantan con aut¨¦ntica desgana, dejando que lo maravilloso se desvanezca sin pena ni gloria.
El Mes¨ªas
De Haendel. Director: Jean-Christophe Spinosi. Ensemble Matheus. Cor de Cambra del Palau de la M¨²sica Catalana. Solistas: Sandrine Pau, David DQ Lee, Topi Lehtipuu y Christian Senn. Palau de la M¨²sica. Valencia, 15 de diciembre de 2012.
Por el contrario, se lleg¨® al famos¨ªsimo Aleluya con los m¨²sicos quiz¨¢ algo cansados y, a¨²n cant¨¢ndose bien, tuvo brusquedades en el crescendo yle falt¨® ese clima de ascensi¨®n imparable que, tanto la partitura como la tradici¨®n, le han concedido. Otro n¨²mero muy conocido, el aria para bajo The trumpet shall sound, tuvo un apoyo de dulce color en la trompeta natural que la acompa?a, aunque no gust¨® tanto la voz, bastante ronca y, en algunos momentos, estrangulada.
Por lo general, el cap¨ªtulo de las voces solistas ¨Cexceptuando a la soprano-, result¨® lo m¨¢s fallido de este Mes¨ªas. As¨ª, en las arias para alto, alguna de ellas tan famosa como He was despised, encomendadas al contratenor David DQ Lee, se percibi¨® una impropia sobreactuaci¨®n, adem¨¢s de unos graves fallidos y alg¨²n que otro gallo por arriba.
El instrumento del tenor, muy mate, tampoco entusiasm¨®. La soprano, por el contrario, desarroll¨® bien la coloratura, incluso en algunos Da capo bastante historiados, y exhibi¨® un timbre grato, con ¡°molla¡± en la zona central, sobre todo una vez calentada la voz (por ejemplo en el d¨²o con el alto He shall feed His flock like a sheperd). En definitiva: un Mes¨ªas estupendo en cuanto al conjunto instrumental y al coro, pero con tres de los solistas muy por debajo de las exigencias que plantea la m¨²sica de Haendel.
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