Sorpresas navide?as
Mishima estuvo arropado por Sisa, Love of Lesbian y Manos de Topo
Se supone que uno se hace m¨²sico para noches como las del domingo en el Coliseum. En ellas, el m¨²sico se siente arropado por aquellas personas para las que de forma inconsciente escribi¨® sus canciones, y aquel momento solitario de la composici¨®n halla su reverso en el instante participativo en el que esas canciones dejan de pertenecer al autor y comienzan a formar parte de la vida de aquellas personas que las cantan desde la platea como si estas letras, estas melod¨ªas, estos significados, articulasen instantes de una vida, y en realidad lo hacen, son vidas ajenas a la de David Carab¨¦n que ¨¦l, con sus letras, explic¨¢ndose la vida a s¨ª mismo, consigue compartir.
Lejos de reiterar el concierto que ha sido moneda de cambio en la ¨²ltima gira, Mishima decidieron jugar con las sorpresas en su concierto navide?o en el Coliseum. Fue de agradecer que el grupo se plantease una cierta renovaci¨®n esc¨¦nica, que comenz¨® con Love Of Lesbian en escena haciendo L¡¯estrany. Porque Mishima, lejos de invitar a amigos al escenario para compartir temas con ellos, les cedi¨® directamente el mismo, y bandas como la ya citada o Manos de Topo ¨CLa forma d¡¯un sentit-; Sisa, excelente su apropiaci¨®n con solo guitarra de Guspira, estel o car¨ªcia; Za, otro tanto con Qui n¡¯ha begut i Miquel a l¡¯acc¨¦s 14, o las huestes del Heliog¨¤bal, el bar donde Mishima acostumbraba a hacer su concierto de Navidad, ¨Ctocaron Tornar¨¤s a tremolar- se convirtieron en protagonistas reinterpretando piezas claves del repertorio del grupo. Fue un gesto que demuestra hasta qu¨¦ punto Mishima lee los guiones buscando variar, ni que sea un ¨¢pice, su desarrollo. Tuvo su punto de riesgo dejar piezas significativas al albur de otras sensibilidades, pero ese mismo riesgo fue el que hizo comprender al p¨²blico el sentido de la jugada.
El concierto, superada la sorpresa inicial de unos Love Of Lesbian que emergieron de la oscuridad haciendo creer al p¨²blico que se trataba de Mishima, tuvo un inicio templado que fue calent¨¢ndose hasta la ebullici¨®n final. Ofreciendo relecturas de temas propios, L¡¯ombra feixuga sin base r¨ªtmica, Neix el m¨®n dintre de l¡¯ull i No et fas el llit con viol¨ªn y cello o Deixa¡¯m creure en otro tono, el repertorio fue filtr¨¢ndose en la platea hasta ponerla en pie. Fue particularmente a partir de Una part de tu cuando la implicaci¨®n emocional de un p¨²blico que considera que Carab¨¦n escribe para ellos ¨Cotra forma de decir que lo sienten como un igual-, que el concierto ya despeg¨®. Desde esta pieza, la doceava del repertorio, hasta la vig¨¦simo octava, El cam¨ª m¨¦s llarg, incluyendo las versiones de I want you ¨CDylan- y No existeix l¡¯amor feli? ¨CBrassens- el concierto, con el p¨²blico en pie en diferentes fases del mismo, fue un reconocimiento al grupo y a un repertorio donde las relaciones emocionales son la dovela central, el sost¨¦n de toda la arquitectura de la banda. Ese es el territorio de Mishima, y por ¨¦l caminaron tanto banda como seguidores en una noche de celebraci¨®n. Una de esas que explica las bondades propias de la condici¨®n de m¨²sico.
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