Celestiales, pero menos
Gregorian es el sucesor directo de Enigma que hace una docena de a?os sorprendi¨® a medio mundo saltando a las listas de ¨¦xito y vendiendo m¨¢s de 30 millones de discos
La primera pregunta es clara: ?qu¨¦ hac¨ªan unos chicos como estos en un festival que se denomina El grans del g¨®spel? Lo de grandes puede discutirse, pero de g¨®spel o de espirituales negros no son¨® ni un solo acorde. Otros festivales barceloneses hace ya mucho que rompieron las ataduras de su enunciado para caminar por los m¨¢s diversos parajes, el de g¨®spel no pod¨ªa ser menos.
Gregorian es el sucesor directo del exitoso Enigma que hace una docena de a?os sorprendi¨® a medio mundo saltando a las listas de ¨¦xito y vendiendo m¨¢s de 30 millones de discos. El ¨¦xito se basaba en la mezcla de m¨²sica renacentista exquisitamente interpretada sobre bases electr¨®nicas. Frank Peterson, una de las voces de aquel primer Enigma, ha continuado la idea introduci¨¦ndose con ¨¢nimo rompedor en el canto gregoriano, pero los resultados son desiguales y carecen del gancho del producto original.
Gregorian
Art¨¨ria Paral.lel, Barcelona, 17 de diciembre.
A pesar de tener ya varios discos en el mercado Gregorian no hab¨ªan actuado nunca por aqu¨ª. Su presentaci¨®n en Art¨¨ria Paral.lel tuvo tres partes muy diferenciadas, se inici¨® con cantos navide?os, prosigui¨® con temas recientes adaptados a la est¨¦tica gregoriana y concluy¨® en el mismo estilo con algunos cl¨¢sicos del pop-rock. En un primer momento la presencia de Gregorian en el escenario es impactante por la perfecci¨®n de sus armon¨ªas vocales y un soberbio juego de luces que enfatiza cada movimiento de los ocho cantantes embutidos en sus oscuros (casi oscurantistas) h¨¢bitos medievales. Una voz femenina, percusionista tambi¨¦n, creaba el contrapunto est¨¦tico junto a un teclista y un guitarrista. Schubert dej¨® paso a algunos villancicos y de ah¨ª, sin soluci¨®n de continuidad, se pas¨® a U2, Robbie Williams, Bruce Springsteen o Bryan Adams para acabar con versiones de temas anclados en la historia del pop-rock como el Scarborough Fair, de Simon and Garfunkel, o Con su blanca palidez, de Procol Harum.
La idea de convertir canciones conocidas en armon¨ªas gregorianas funciona en un primer momento, pero pronto acaba cansando por la repetici¨®n, la presencia de instrumentos contempor¨¢neos no salva ese escollo y el continuo movimiento de los monjes cantores o las antorchas resultan innecesarios. Un exceso de rever catedralicio en las voces (siempre amplificadas) tambi¨¦n contribuy¨® a esa monoton¨ªa. En disco la cosa funciona (puedes escuchar un par de temas y quedarte satisfecho), pero en directo acaba aburriendo.
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