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Desatados. El regreso a Espa?a de ?ngel Carromero, el asesor del Ayuntamiento de Madrid condenado en Cuba por conducir el coche en el que se mataron dos disidentes pol¨ªticos tras sufrir un accidente, tuvo un efecto liberador en las declaraciones p¨²blicas de sus compa?eros de partido. La m¨¢s desinhibida fue la presidenta, Esperanza Aguirre, quien us¨® su cuenta de Twitter para desempolvar los lemas anticastristas tras los meses de silencio al respecto que acompa?aron a las gestiones diplom¨¢ticas para repatriar al l¨ªder local de Nuevas Generaciones. En 48 horas, Aguirre pas¨® de saludar el retorno de Carromero a Espa?a a denunciar la falta de garant¨ªas del r¨¦gimen y a pedir una investigaci¨®n internacional de la muerte de Pay¨¢. Lo mismo que hizo a las puertas de la c¨¢rcel de Segovia, adonde acudi¨® a interesarse por su compa?ero de filas. Cierto es que en las redes no lleg¨® a proclamar que el condenado por la justicia cubana no es un delincuente pero la polvareda ya estaba en marcha.

Victoria enfurecido. El conflicto sindical de las ¨²ltimas semanas en el metro de Madrid ha destapado las dotes para la agitaci¨®n tuitera del vicepresidente regional, el hasta ahora ponderado Salvador Victoria, quien se ha lanzado a suplir al consejero de Transportes en las redes en la tarea de difundir doctrina y mandobles hacia los, a su juicio, insolidarios trabajadores del suburbano. En los ¨²ltimos d¨ªas, el timeline de Victoria ha diseminado sin descanso todas las claves del argumentario gubernamental antihuelgas: contra los liberados sindicales, en defensa de los ni?os y la cabalgata amenazada, a favor de los comerciantes que pierden clientes por la huelga... Pero lo que m¨¢s reson¨® fue su denuncia sard¨®nica de los ¡°trabajos hereditarios¡±, una cl¨¢usula del convenio de Metro que da facilidades a viudas o viudos de empleados para optar a un puesto en la empresa. Las cr¨ªticas e insultos le llovieron, en algunos casos con el recordatorio de que su esposa tiene un puesto en una filial de Bankia por v¨ªas poco meritocr¨¢ticas. La pol¨ªtica 2.0 no era esto.