El principio del fin de ETA
Hace 25 a?os, los partidos democr¨¢ticos vascos firmaron el Pacto de Ajuria Enea con el que se abri¨® paso a la derrota pol¨ªtica de la banda terrorista
El cese definitivo de ETA tiene una fecha que pasar¨¢ a la historia: 20 de octubre de 2011. Pero para llegar a ella, la lucha antiterrorista ha hecho un largo recorrido en los 35 a?os que van desde la amnist¨ªa de 1977 marcado por varios hitos. Destaca el Pacto de Ajuria Enea, firmado el 12 de enero de 1988, hace 25 a?os. Con ¨¦l se asumi¨® el principio de que ¡°la paz no tiene precio pol¨ªtico¡±, que super¨® la divisi¨®n entre nacionalistas y no nacionalistas y dio paso a la deslegitimaci¨®n de ETA y su entorno.
?Al Pacto de Ajuria Enea, el primero contra ETA de todos los partidos democr¨¢ticos vascos, el lehendakari Jos¨¦ Antonio Ardanza, su primer firmante, lo califica como ¡°la derrota pol¨ªtica de ETA¡±; Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, ministro del Interior hasta poco antes de que la banda anunciara su cese definitivo, asegura que en ese pacto ¡°est¨¢ la hoja de ruta del final de ETA¡±. Sus firmantes m¨¢s comprometidos, adem¨¢s del peneuvista Ardanza, Txiki Benegas, por el PSE, Kepa Aulestia, de EE y Julen Guimon, de Coalici¨®n Popular, ya fallecido, coinciden en que el pacto marca ¡°un antes y un despu¨¦s en la lucha antiterrorista¡±. ETA ha reconocido que el pacto le infringi¨® el mayor da?o pol¨ªtico en su historia.
Hasta 1988, en que ETA ya hab¨ªa asesinado a 600 personas, la lucha antiterrorista era una mera lucha policial, con un Estado solitario, sin apoyo social ni internacional, y con los partidos nacionalistas y no nacionalistas enfrentados porque los primeros consideraban que el terrorismo de ETA era una consecuencia del ¡°conflicto pol¨ªtico vasco¡± que no se resolver¨ªa hasta que el Estado reconociera la autodeterminaci¨®n, recuerda Ram¨®n J¨¢uregui, delegado del Gobierno en Euskadi entre 1982 y 1987.
La expresi¨®n m¨¢s aguda de aquel caos se vivi¨® a comienzos de 1981. En pocas semanas, ETA secuestr¨® y asesin¨® al ingeniero Ryan de la central nuclear de Lem¨®niz; la movilizaci¨®n antiterrorista que gener¨® se neutraliz¨® con la muerte en comisar¨ªa del etarra Joseba Arregi, que tuvo una enorme respuesta de apoyo a ETA en las calles vascas; al poco, los parlamentarios de Batasuna interrumpieron al Rey en la Casa de Juntas de Gernika.
Aquel caos culmin¨® con el intento de golpe de Estado del 23-F del 81, tras un a?o en el que ETA asesin¨® a 92 personas. ¡°Eran los a?os de plomo, con una orientaci¨®n equivocada en la lucha antiterrorista que alimentaba la diab¨®lica espiral de acci¨®n-represi¨®n por actuaciones policiales al margen de la democracia y con los nacionalistas que se opon¨ªan a la acci¨®n policial y a que Francia colaborase¡±, recuerda J¨¢uregui.
ETA ha reconocido que el acuerdo le infligi¨® el mayor da?o de su historia
El Pacto de Ajuria Enea puso fin a ese caos. El atentado del Hipercor de Barcelona, en junio de 1987, el mayor de la historia de ETA, con 21 muertos, caus¨® tal consternaci¨®n que Felipe Gonz¨¢lez encarg¨® a Txiki Benegas, secretario general del PSE, que lograra un diagn¨®stico com¨²n con todos los partidos. Lo logr¨® el 5 de noviembre de 1987 con las formaciones representadas en el Congreso, incluido el PNV. Fue el Pacto de Madrid.
Pero aquel pacto serv¨ªa para poco si Euskadi, donde radicaban los apoyos a ETA, no suscrib¨ªa el suyo. Benegas acord¨® con el lehendakari que en el debate de pol¨ªtica general de septiembre de 1987 apoyar¨ªa una propuesta de pacto contra ETA si este la propon¨ªa. Fue el pistoletazo de salida.
Ardanza abri¨® rondas con los partidos. La principal dificultad proced¨ªa de los partidos nacionalistas, que exig¨ªan para un pacto contra ETA el reconocimiento de la autodeterminaci¨®n, lo que implicaba que pon¨ªa un precio pol¨ªtico a la paz que el PSE y Coalici¨®n Popular no aceptaban.
El Pacto estimul¨® la movilizaci¨®n y legitim¨® al Estado en el Pa¨ªs Vasco
Cuando las conversaciones se atascaron, el 11 de diciembre de 1987, ETA atent¨® contra el cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza, dejando 11 muertos, cuatro de ellos ni?os. Ardanza aprovech¨® aquella nueva consternaci¨®n para superar el atasco. Consigui¨® que Aulestia, de EE, ¡ªpartido procedente de ETA pm¡ª dijera, tras entrevistarse con ¨¦l, que estaba dispuesto a firmar su borrador, contemporizador con los no nacionalistas, lo que puso en tensi¨®n a todos. Les convoc¨® en Ajuria Enea a una reuni¨®n de ¡°la que no se pod¨ªa salir sin acuerdo¡±. El encierro se prolong¨® los d¨ªas 10, 11 y 12 de enero. Las jornadas empezaban a las 10 de la ma?ana y terminaban de madrugada. ¡°Se cre¨® una din¨¢mica de colaboraci¨®n que nunca hab¨ªa existido. Hab¨ªa una presi¨®n social a favor del acuerdo. Los reunidos sab¨ªan que el que rompiera se la jugaba¡±, se?ala Jos¨¦ Luis Zubizarreta, participante en las reuniones con el lehendakari. De hecho, el representante de Eusko Alkartasuna, I?aki Oliveri, abandon¨® la reuni¨®n el d¨ªa 11 pero tuvo que regresar el 12 debido a la presi¨®n social. Guim¨®n, de CP, para asegurarse la conformidad del acuerdo, no llam¨® a Jaime Ignacio del Burgo, reacio al mismo, sino a Jes¨²s Aizp¨²n, proclive. Y Ardanza hizo una gesti¨®n con Antonio Hern¨¢ndez Mancha, entonces l¨ªder de AP, para asegurarse el apoyo de la derecha.
Aquel pacto termin¨® con el caos en la estrategia pol¨ªtica contra el terrorismo. La clave del pacto fue la constataci¨®n de que ETA no era una consecuencia del ¡°conflicto vasco¡± sino la manifestaci¨®n dram¨¢tica del fanatismo, con lo que se la marginaba del ¨¢mbito pol¨ªtico y, en consecuencia, se rechazaba la negociaci¨®n pol¨ªtica con ella para terminar con el terrorismo. Tambi¨¦n se legitimaba la lucha policial y se constataba que la soluci¨®n al problema vasco estaba en el marco del Estatuto.
Al asumir estos principios el nacionalismo democr¨¢tico se termin¨® con la divisi¨®n entre nacionalistas y no nacionalistas y se aisl¨® a ETA y a su entorno. Fue tal la unidad que los firmantes del pacto decidieron que el lehendakari hablara en nombre de todos. Felipe Gonz¨¢lez tuvo especial inter¨¦s en que el Ardanza tuviera el protagonismo, recuerdan Benegas y Ja¨²regui.
La unidad democr¨¢tica facilit¨® la movilizaci¨®n en la calle y el Pacto de Ajuria Enea convoc¨® grandes manifestaciones. La m¨¢s importante fue la del rechazo al asesinato de Miguel ?ngel Blanco, edil del PP de Ermua, que se extendi¨® a toda Espa?a. Antes, la llegada de Jos¨¦ Luis Corcuera al Ministerio del Interior en 1988 termin¨® con la guerra sucia que deslegitimaba la lucha antiterrorista. En 1989 se celebraron las conversaciones en Argel entre Gobierno y ETA, siguiendo las pautas del Pacto. La intransigencia de ETA abri¨® los ojos a Francia e implic¨® su decidida colaboraci¨®n contra el terrorismo que llega hasta hoy. Con todos los nuevos elementos ¡ªunidad pol¨ªtica, legitimaci¨®n policial, movilizaci¨®n social y colaboraci¨®n internacional¡ª se pusieron los cimientos del final de la banda terrorista.
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