Gran encuentro esc¨¦nico
Espl¨¦ndido mano a mano teatral de Llu¨ªs Homar y Eduard Fern¨¢ndez en la Villarroel
![Llu¨ªs Homar y Eduard Fern¨¢ndez, en Adre?a desconeguda.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/O4FTPSUGMBL2DPIMM6EOXBMEQM.jpg?auth=2dafae60f1b859261062f04ed9c09f11f052b8330ea14c0480ef83d303cc8787&width=414)
En 2006 Ramon Madaula y Jordi Bosch daban vida al alem¨¢n Martin Schulse y al jud¨ªo norteamericano Max Eisenstein respectivamente, los socios de una galer¨ªa de arte en San Francisco y amigos que, tras la vuelta del primero a su Alemania natal en 1932, inician una relaci¨®n epistolar que ilustra el ascenso del Tercer Reich. Era el montaje de Fernando Bernu¨¦s sobre la visionaria novela de Katherine Kressmann Taylor Address Unknown, publicada en 1938 (Paradero desconocido, RBA, 2012), que anteriormente hab¨ªa estrenado en castellano y en euskera con dos actores vascos de Tanttaka Teatroa. La Villarroel acaba de estrenar una nueva puesta en escena de esas cartas bajo la direcci¨®n de Llu¨ªs Homar, protagonizada por ¨¦l mismo, como el alem¨¢n, y por Eduard Fern¨¢ndez, en el papel del jud¨ªo. Dos grandes actores para una obra testimonial e intimista que sigue consternando con la fuerza del primer d¨ªa.
GRAN ENCUENTRO ESC?NICO
ADRE?A DESCONEGUDA. De Katherine Kressmann Taylor. Traducci¨®n: Ernest Riera. Direcci¨®n: Llu¨ªs Homar. Int¨¦rpretes: Llu¨ªs Homar, Eduard Fern¨¢ndez. Iluminaci¨®n: Xavier Albert¨ª. Vestuario: Nidia Tusal.
La Villarroel. Barcelona, 22 de enero.
Las cartas narran las posturas cada vez m¨¢s divergentes entre ambos. De la envidia inicial que siente Max por la vuelta de Martin a la culta Alemania, al horror, el odio y la venganza; de la amistad m¨¢s profunda al desencuentro absoluto. El poder de las palabras radica en su descripci¨®n de la situaci¨®n del pueblo alem¨¢n tras la Primera Guerra Mundial y de la confianza que muchos, como Martin, depositan en Hitler; en c¨®mo cada uno defiende sus ideas en unas pocas l¨ªneas que demuestran ser las justas y precisas, sin mencionar personajes que no sean ¨²tiles a la trama; en ese sentido, el de Griselle, la hermana de Max, resulta clave para el desenlace de la relaci¨®n; y en c¨®mo toda esa informaci¨®n nos es dada con la sencillez y la franqueza propias de la amistad. Sin embargo, el formato epistolar deja en principio poco margen para la acci¨®n en escena. Si Bernu¨¦s propuso una lectura dram¨¢tica con atriles, simb¨®licas sillas vac¨ªas y m¨²sica en directo, Homar huye del estatismo y plantea el contenido de las cartas como un di¨¢logo, que se ve enfatizado por las reacciones de los personajes a cada carta que reciben del otro; no leen, se comunican; hay movimiento esc¨¦nico sobre la alfombra tipo persa que delimita la zona del encuentro a modo de cuadril¨¢tero; incluso las dos estupendas sillas Wassilly de la escuela Bauhaus desde las que se sit¨²an parecen secundar la posici¨®n de sus due?os y entablar entre ellas un cierto debate. Y ese di¨¢logo es tan ¨¢gil que la funci¨®n (de una hora y poco) se hace corta.
La complicidad entre Llu¨ªs Homar y Eduard Fern¨¢ndez es total; est¨¢n espl¨¦ndidos. En su ir y venir por la alfombra, en sus peque?os gestos muestran la evoluci¨®n de unos personajes que comprendemos por igual. Homar es la encarnaci¨®n de la raza aria, del poder; infunda ese respeto que se sit¨²a ente el miedo y la admiraci¨®n. Eduard Fern¨¢ndez es el jud¨ªo traicionado; su dolor es el nuestro y su venganza, la justicia po¨¦tica de todo un pueblo.
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