La fuerza del destino
El espectador de conciertos queda tocado algunas veces por una determinada interpretaci¨®n
El tiempo pasa, las emociones art¨ªsticas se renuevan. En la apreciaci¨®n musical la memoria juega un papel destacado. El espectador de conciertos queda tocado algunas veces por una determinada interpretaci¨®n. En 1982 la Filarm¨®nica de Leningrado, bajo la direcci¨®n del gran Eugeni Mravinski, sentado en un taburete, realiz¨® en el viejo teatro Real de Madrid una versi¨®n escalofriante de la Quinta sinfon¨ªa, de Chaikovski. En el recuerdo lo mantengo como uno de los momentos inolvidables de mi vida de espectador musical.
El pasado mi¨¦rcoles volv¨ª a escuchar a la misma orquesta, ahora con el nombre de Filarm¨®nica de San Petersburgo, con la misma sinfon¨ªa, bajo la batuta de Yuri Temirkanov, su actual director titular desde 1988, y en su d¨ªa, de 1967 a 1976, ayudante de Mravinski y director principal de la orquesta. No s¨¦ si Mravinski ha resucitado por unas horas o la tradici¨®n se mantiene. Lo cierto es que la orquesta realiz¨® una versi¨®n tan antol¨®gica de la sinfon¨ªa que me hizo revivir aquella tarde m¨¢gica de 1982. Todo desprend¨ªa una fuerza arrolladora, una emoci¨®n incontenible. La sensaci¨®n de verdad, de profundidad, se impon¨ªa.
La elecci¨®n de los tiempos, la tensi¨®n musical, el virtuosismo individual y colectivo. Estos m¨²sicos llevan a Chaikovski en las venas y deben tener l¨ªnea directa con el compositor. De otra manera no se explica. Temirkanov ya se hab¨ªa instalado en nuestros corazones oper¨ªsticos en 1981 con una lectura vitalmente insuperable de Eugenio Oneguin, tambi¨¦n de Chaikovski, en el teatro de La Zarzuela, cuando estaba al frente del teatro Kirov de Leningrado. Eran tiempos en que se celebraban con admiraci¨®n las visitas de las compa?¨ªas l¨ªricas del Este de Europa. Hace no demasiado renov¨¦ mi admiraci¨®n l¨ªrica por Temirkanov despu¨¦s de verle dirigir La traviata, de Verdi, en el teatro Regio de Parma, donde es director musical, en la puesta en escena del matrimonio Hermann. Curiosamente, Temirkanov no est¨¢ en los circuitos medi¨¢ticos ni en los del mercado discogr¨¢fico a la altura de sus m¨¦ritos. Pero verle dirigir es un espect¨¢culo impagable, sobre todo si est¨¢ con su orquesta de San Petersburgo, sobre todo si frecuenta el repertorio ruso.
En la primera parte del programa su lectura de la Sinfon¨ªa cl¨¢sica, de Prokofiev, fue primorosa, y la manera en la que arrop¨® a Javier Perianes, onubense (de Nerva, nada menos) y ¨²ltimo Premio Nacional de M¨²sica, en el rom¨¢ntico Concierto para piano de Schumann, fue ejemplar, pues permiti¨® al artista total libertad, con lo que Perianes hizo un despliegue de fantas¨ªa con la misma naturalidad que si estuviese tocando para los amigos. Qu¨¦ brillante carrera la del joven pianista. Claro, despu¨¦s vino la Quinta y el tiempo se par¨®. Les confieso que hac¨ªa mucho tiempo que no gritaba ¡°bravo¡± a pleno pulm¨®n en el Auditorio.
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