Exilios
Julio, uruguayo de 87 a?os, se ayuda de un bast¨®n para entrar parsimoniosamente y por primera vez al estadio de Cornell¨¤-El Prat. ?l, que es socio del FC Barcelona casi sin querer, por fin comprueba personalmente la belleza proletaria del campo periquito. Nos comenta que la mayor¨ªa de uruguayos conocidos suyos y afincados en Catalu?a son, curiosamente, seguidores del Espanyol. Puede que la relaci¨®n Espanyol-Bar?a tenga puntos en com¨²n con la establecida entre Uruguay y Argentina, entre Montevideo y Buenos Aires, vivir a la sombra del monstruo.
Qui¨¦n sabe, en alg¨²n lugar debe haber un basural donde est¨¢n acumuladas las explicaciones, como dijo otro Julio, argentino, Cort¨¢zar. Por si acaso, nosotros acordamos que lo peque?o es hermoso. Nuestro Julio abandon¨® Uruguay tras el golpe de Estado del 27 de junio de 1973, cuando el entonces presidente Juan Mar¨ªa Bordaberry firma el decreto disolviendo el Parlamento con el apoyo de las Fuerzas Armadas. Se le llam¨® dictadura c¨ªvico-militar ¡ªun ox¨ªmoron solo comparable al de monarqu¨ªa parlamentaria¡ª y se mantuvo hasta 1985, momento en que el Dr. Julio Mar¨ªa Sanguinetti es nombrado presidente de la Rep¨²blica tras la recuperaci¨®n de la democracia. Al a?o siguiente nacer¨ªa Cristhian Ricardo Stuani Curbelo que, desde aquel 12 de octubre de 1986 en que vio la luz, ha estado haciendo todo lo que ha estado haciendo, aunque ni siquiera ¨¦l lo sabe, para rematar de cabeza y a gol, el 2 de febrero de 2013, un centro de Sergio Garc¨ªa en el minuto 68 del partido contra el Levante, lo cual justifica toda una vida. Julio, viudo, padre, abuelo, ya no regresar¨¢ a Uruguay.
Junto a Julio se sienta Rafel, otro exiliado de 76 a?os que ejerce de lazarillo del primero, a quien llama viejo. Rafel es catal¨¢n y su exilio empieza en 1938, a la edad de dos a?os, cuando la Guerra Civil y las circunstancias sociales y familiares le obligan a ingresar ¡ªjunto a su hermana de cuatro a?os¡ª en la Casa de Maternidad y Exp¨®sitos de Les Corts, donde permanecer¨ªa hasta los 10 a?os, cuando fue trasladado a la Casa de la Caritat, la que ser¨ªa efectivamente su casa hasta los 14 a?os. Julio y Rafel son dos exiliados, uno pol¨ªtico y el otro vital, uno abandon¨® su patria y el otro tambi¨¦n, porque la verdadera patria del hombre es la infancia, como dej¨® maravillosamente dicho Rilke. Julio y Rafel ni se inmutan ante los goles, como si la alegr¨ªa tuviera, para ellos, algo de impostura. Incomprensiblemente, el partido acaba bien, 3 a 2.
En el and¨¦n de la estaci¨®n de Cornell¨¤, se nos acerca un joven de mirada noble enfundado en una camiseta del Espanyol. Est¨¢ desconcertado y nervioso porque, seg¨²n nos cuenta, le acaban de amenazar en la calle por vestir de blanquiazul. ¡°Soy epil¨¦ptico, a veces rompo sillas, soy muy obsesivo, mis padres est¨¢n preocupados¡±. Lo peor es el exilio de uno mismo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.