Enrique Lled¨®, el ¨²ltimo pintor ¡®valeriano¡¯
El artista, que falleci¨® a los 89 a?os, fue disc¨ªpulo de Emilio Valera y destac¨® por sus paisajes
Mientras estoy trabajando en el estudio y escuchando en radio cl¨¢sica el acto primero de Lohengrin, suena el tel¨¦fono. Recibo la inesperada llamada de mi apreciada amiga Amelia comunic¨¢ndome que su padre Enrique Lled¨® acaba de morir. La rom¨¢ntica y mitol¨®gica melod¨ªa de Richard Wagner se detiene en el aire en este invernal s¨¢bado 9 de febrero de 2013 para o¨ªr y sentir el silencio de esta irreparable p¨¦rdida que en los ¨²ltimos meses ya anunciaba el desenlace. Hace apenas un mes habl¨¦ con Fina, su mujer, y con el bueno de Enrique, qui¨¦n me confes¨® sus dificultades y sobre todo la ¡°falta de deseo y apetito hasta para poder pintar y dibujar¡± que fue lo que siempre m¨¢s le gust¨® hacer a nuestro entra?able artista. Un creador que, en la pr¨®xima primavera, concretamente el 30 de abril, cumplir¨ªa los 90 a?os. Lamentablemente se nos ha ido para siempre nuestro ¨²ltimo pintor valeriano. Un honesto creador perteneciente a esa generaci¨®n de artistas, y activos seres de la cultura alicantinos que, con sus aportaciones contribuyeron a interpretar el panorama art¨ªstico y cultural de un tiempo hist¨®rico en nuestra tierra, en un contexto marcado por las adversidades y el aislacionismo de la postguerra.
Ojeando mi vetusta y deshojada agenda, compruebo como, -no sin cierta melancol¨ªa y tristeza-, est¨¢n tachados muchos tel¨¦fonos y direcciones, de personas que ya no viven entre nosotros: Gast¨®n Castell¨®, Manuel Gonz¨¢lez Santana, Manolo Baeza, Pepe Mingot, Adri¨¢n Carrillo, Jos¨¦ P¨¦rez Gil, Pepe Guti¨¦rrez, Xavier Soler, Ernesto Contreras, Pablo Lau, Vicente Ramos, Jos¨¦ Antonio C¨ªa, Pol¨ªn Laporta, Enrique Llobregat, Pepe Bauz¨¢, entre otros, personajes, amigos o compa?eros del viaje existencial y cultural compartido con Enrique Lled¨® en la b¨²squeda de esencias que, en gran medida han definido en el pasado reciente, la actuaci¨®n, gesti¨®n y reflexi¨®n art¨ªstica en nuestro entorno.
En el caso de una figura como Enrique Lled¨®, la amenidad de las interminables conversaciones art¨ªsticas con ¨¦l, siempre resultaron agradables y constructivas para otro artistas m¨¢s j¨®venes, que le recordamos con gran afecto cuando trabajaba en la antigua CASE, organiz¨¢ndonos nuestras primeras exposiciones all¨¢ por los a?os setenta. A Enrique Lled¨® podemos considerarle uno de esos seres que, con sus an¨¦cdotas, vivencias y p¨¢lpito sensible, nos describen la memoria de una ¨¦poca y de un mundo que inexorablemente se nos ha ido. Un mundo que ha sufrido y est¨¢ constantemente sometido a profundas transformaciones. Tanto por sus vivencias, como por su obra, el artista estar¨¢ siempre ¨ªntimamente ligado al paisaje humano y cultural de su tierra.
La sustancia art¨ªstica de Enrique Lled¨®, hay que adscribirla a un temblor creativo y a un paralelismo est¨¦tico pr¨®ximo a la senda emprendida por Varela, al que nuestro artista, como manifest¨® abiertamente en su ¡°carta a Emilio Varela¡±, consider¨® siempre su maestro. En esta sincera confesi¨®n hacia don Emilio, Enrique manifestar¨¢: ¡°Yo era un joven, y tambi¨¦n atra¨ªdo por la pintura irremediablemente, y con cierta sensibilidad para comprenderla, quiz¨¢, de parecido modo al en que Vd. la sent¨ªa y amaba¡±. Como se manifiesta en estas declaraciones, estamos ante un vocacional pintor de caballete ¡°a plein air, devoto seguidor de Varela, pero asimismo ante un genuino y singular traductor de las esencias alicantinas y de las cosas buenas y sencillas a las que tanto quiso, se acerc¨® y plasm¨® en su obra.
Al igual que el excepcional bi¨®grafo de Varela, el escritor alicantino y amigo com¨²n Pepe Bauz¨¢ (desaparecido en el verano del 2010), qui¨¦n fue el que verdaderamente nos ense?¨® a otros artistas posteriores a comprender y amar Emilio Varela; Enrique Lled¨®, con su actitud, sin perder su particular peculiaridad art¨ªstica impregnada de alma noble e ingenua, ser¨¢ tambi¨¦n otro gran defensor del esp¨ªritu valeriano. Ah¨ª est¨¢n las obras plasmadas por nuestro querido artista sobre ¡°La Aitana¡±. Un evocador paisaje alicantino, al que en otro tiempo acudiera Gabriel Mir¨®, Oscar Espl¨¢, Juan Vidal, ?ngel Custodio, Emilio Varela y siguiendo la misma senda y estela, a?os m¨¢s tarde, el propio Enrique Lled¨®.
Un entorno de singularidad y especial belleza con nombres propios como El Pe?¨®n Mulero, Partagat, El Paset de Sella, El Pas del Arc, El Contador, Taragina, El Pe?¨®n Divino, El Pas de la Rabosa, Les Penyes que parlen o El Mol¨ª, El Trestellador, Ondara, Ondarella, El Mas de Mona y particularmente?El Castell de Guadalest y Benimantell donde Enrique tendr¨¢ casa y estudio para habitar y pintar (que, como en el caso de Varela, ser¨¢ su refugio creativo o particular Mas¨ªa del Mol¨ª).
Aparte de su gran devoci¨®n por el paisaje nuestro pintor tambi¨¦n plasmar¨¢ hermosos bodegones, interiores y retratos como los de sus familiares Fina, Amelia, Lucrecia, Berta, Violeta, Quique o de sus amigos Pepe Bauz¨¢, Ernesto Contreras o Llobregat, que pudimos contemplar en la Lonja con motivo de su exposici¨®n antol¨®gica de finales del 2004. Podemos afirmar que, Enrique fue un hombre bueno en el verdadero sentido machadiano de la palabra, a esto se un¨ªa un gran asombro art¨ªstico que le permiti¨® observar la vida y su alrededor con una mirada limpia y sincera no exenta de candor.
En un d¨ªa de fr¨ªo invierno cuando florecen los almendros -que a ¨¦l tanto le gustaba pintar- se nos ha ido nuestro querido Enrique, se ha marchado para unirse a la esencia ¨²ltima, dej¨¢ndonos la huella de su ejemplo. La de un ser que pint¨® y vivi¨® con nobleza su tiempo, amando a su familia, su entorno y la vida como un ni?o creativo y so?ador.
Dionisio G¨¢zquez M¨¦ndez es artista pl¨¢stico y exdirector del Departamento de Arte Eusebio Sempere de IACJGA
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