Historias americanas
Uno va a olvidarse un rato de su vida, pero el centro comercial me record¨® la realidad
Volv¨ª a taparme los ojos, pero entreabriendo los dedos: un negro desnudo, con un bozal de hierro y suspendido del techo, est¨¢ a punto de ser castrado por un blanco que empu?a un cuchillo al rojo vivo. Daba la casualidad de que yo acababa de leer el interrogatorio de uno de los caudillos de la rebeli¨®n morisca de 1568 en Las Alpujarras: cuelgan a Diego L¨®pez Aben Aboo por los test¨ªculos de una rama, con los talones como ¨²nico punto de apoyo. Negaba saber d¨®nde se ocultaba el rey de los rebeldes, Aben Humeya. ¡°Lleg¨® a ¨¦l un airado soldado y, como por desd¨¦n, le dio una coz que le hizo caer de golpe en el suelo, quedando los test¨ªculos colgados de la rama del moral¡±, cuenta el cronista Luis del M¨¢rmol. El blanco s¨¢dico y el m¨¢rtir negro son personajes de Django unchained, el ¨²ltimo ¨¦xito de Quentin Tarantino.
Fui al cine el s¨¢bado, a un centro comercial en la autov¨ªa A-7 o del Mediterr¨¢neo. La sala 8 est¨¢ en un pasillo y es un cub¨ªculo negro. La primera pel¨ªcula que se llam¨® Django, de Sergio Corbucci, con Franco Nero, actor tambi¨¦n en Django unchained, se estren¨® en Granada en el Coliseo Olimpia, que ya no existe, un edificio de los a?os veinte, cuando los cines eran palacios de la irrealidad. Parec¨ªa unos grandes almacenes parisinos con portada de templo neohelen¨ªstico. El friso lo decoraban Apolo, las musas y los dioses, esculpidos por un autor de monumentos funerarios e im¨¢genes de Semana Santa. En Sevilla Django se estren¨® en el cine Apolo, que hoy tampoco existe. En Django, un spaghetti western, no arrancan test¨ªculos, pero s¨ª orejas (cortan una, se la ense?an al p¨²blico y se la meten en la boca a la v¨ªctima), y convert¨ªan en pulpa sanguinolenta las manos del h¨¦roe, que se ganaba la vida manejando el rev¨®lver. La canci¨®n de las pel¨ªculas de Corbucci y Tarantino es la misma, y es la misma la tipograf¨ªa roja de las letras del principio.
Era s¨¢bado, pero el centro comercial estaba casi vac¨ªo a poco m¨¢s de las cinco de la tarde y segu¨ªa igual pasadas las ocho. Hab¨ªa cinco personas en la sala de la pel¨ªcula m¨¢s taquillera. Uno va a ver escaparates y pel¨ªculas para olvidarse un rato de su vida, pero el centro comercial me record¨® la realidad. Existi¨® aqu¨ª un ingenio azucarero, y en los pasillos se exponen como esqueletos antediluvianos fragmentos de maquinaria industrial, de antes de que las f¨¢bricas se transformaran en mercados de productos de Oriente. La zona era de f¨¢bricas de az¨²car. En uno de los tiroteos de Django unchained la sangre salpica el algod¨®n de una plantaci¨®n del Mississippi: vi Django unchained donde prosperaban las plantaciones de ca?a dulce cuando el litoral del levante andaluz sustituy¨® a las explotaciones espa?olas perdidas en Am¨¦rica.
La historia de los Estados Unidos se ha convertido en nuestra historia, nueva Historia Sagrada desde que Charlton Heston fue Mois¨¦s, y estos d¨ªas las pel¨ªculas triunfantes son Lincoln, La noche m¨¢s oscura (Zero dark thirty) y Django unchained, todas hist¨®ricas y estadounidenses. El americano de Hollywood es el ¨²nico lenguaje cinematogr¨¢fico que entendemos, como el ingl¨¦s es el ¨²nico idioma universal. ?Por qu¨¦ son tan largas estas pel¨ªculas? Django unchained resiste bien lo que duraba antes una pel¨ªcula, en torno a una hora y media, y luego decae. No trata de la liberaci¨®n de los esclavos: es una pel¨ªcula de amores, en la que es inevitable matar a todos los que hacen imposible la felicidad de los amantes. Tarantino no recurre en este caso a la brutalidad que da risa por absurda: lo m¨¢s c¨®mico de Django unchained es la muela mastod¨®ntica que se bambolea en el techo del carro del doctor Schultz, un cazarrecompensas alem¨¢n disfrazado de dentista ambulante.
El alem¨¢n sin piedad se conmueve cuando los perros del se?or se comen vivo a un negro fugitivo, pero su disc¨ªpulo, el negro Django, permanece impasible. ¡°He visto m¨¢s americanos que ¨¦l¡±, les explica a los extra?ados asesinos blancos. ?Por qu¨¦ iban a llamarle la atenci¨®n las cosas que son capaces de hacer? Y no s¨¦ si Django piensa en Tarantino o en los asesinos. Inmensamente rico y con los dientes en ruinas, el malo de la pel¨ªcula, que sostiene su hacienda sobre las espaldas de los esclavos azotados, demuestra que la respetabilidad y la autoridad son excelentes complementos del crimen racista. Pero el peor malvado de la pel¨ªcula es un negro, que ha convertido el servilismo en poder sobre los poderosos. Es complicado este Tarantino, que parece querer ser moralmente simple: un negro perverso gobierna al blanco perverso, y al h¨¦roe negro, Django, lo educa un blanco heroico, wagneriano antes de Wagner y de los nazis.
Justo Navarro es escritor. Su ¨²ltima novela es El esp¨ªa (Anagrama).
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