La Xunta negocia con el abogado de la anciana amenazada de desahucio
Grupos de vecinos siguen haciendo guardias durante todo el d¨ªa para que no se efect¨²e el desalojo
La negociaci¨®n y la busca de alternativas sustituyeron ayer la tensi¨®n y fuertes altercados que marcaron la v¨ªspera la abortada ejecuci¨®n, gracias a la movilizaci¨®n ciudadana, de la orden judicial de desalojo de Aurelia Rey, de 86 a?os, del piso de alquiler de renta antigua en el centro de A Coru?a en el que vive desde 1979. La amenaza de desahucio de esta modista octogenaria sigue viva. Pero ya se empezaron a abrir v¨ªas para solucionar un caso que despert¨® la solidaridad de gente de todas las edades y condiciones.
¡°El factor negociaci¨®n lo es todo, porque el lanzamiento [de la orden de expulsi¨®n] es inevitable a no ser que no persistan los due?os de la vivienda en pedir la ejecuci¨®n¡± de una sentencia de desalojo que es firme, remarc¨® el abogado Antonio V¨¢zquez. Asumi¨® ayer mismo, de forma desinteresada, la defensa de Aurelia. Y multiplica desde entonces las gestiones con la Xunta en busca de alternativas, una vivienda de alquiler social en un barrio pr¨®ximo a aquel en el que lleva 40 a?os la anciana. La oficina judicial encargada de ejecutar el desahucio garantizaba, por su parte, que no volver¨¢ a intentarlo esta semana. Y se abri¨® tambi¨¦n la v¨ªa del di¨¢logo con la propietaria del piso. Est¨¢ dispuesta a dar tiempo a su inquilina para buscar otro piso.
Mientras, en el portal del edificio, en el coraz¨®n de A Coru?a, contin¨²a la vigilancia ciudadana. Reina la desconfianza tras los dos intentos del lunes, en medio de fuertes altercados con la polic¨ªa nacional, de desalojo forzoso. All¨ª pasaron la noche una decena de voluntarios de Stop Desahucios y desde primera hora un centenar de vecinos, activistas y concejales de la oposici¨®n montaron guardia por turnos para evitar la expulsi¨®n de la mujer, ordenada por sentencia firme tras retrasarse unos d¨ªas en el pago de una mensualidad, 126 euros.
Reconfortada por la movilizaci¨®n ciudadana que ya impidi¨® tres veces en una semana su desahucio, Aurelia insiste en que tiene ¡°todo pagado y legal¡±. Rechaz¨® ayer las dos primeras viviendas de alquiler social que le propuso, tras mediar el Valedor, el Instituto Galego de Vivenda e Solo. Situados a la entrada de la ciudad, son pisos alejados de su barrio. Supondr¨ªa un desarraigo social al ¡°desubicarla de su c¨ªrculo de amistades y vecinos. A su edad, trasplantarla le causa mucho trastorno¡±, explica su abogado.
Aurelia, natural de Lousame y costurera de profesi¨®n, vive sola. Sin hijos, su familia m¨¢s cercana lleva d¨¦cadas en Buenos Aires. ¡°Solo quiero que me arreglen esto¡±, clama. Por momentos est¨¢ indignada porque lleva a?os luchando en solitario, hasta ahora, contra los intentos de sus arrendatarios de obligarla a liberar ese antiguo pero habitable piso en la novena planta de un c¨¦ntrico edificio. ¡°Me hicieron la vida imposible, deber¨ªan estar en el infierno por todo lo que me hicieron¡±, se queja Aurelia enfadada por ser la que tiene las de perder cuando fueron sus caseros ¡°los que se fueron de rositas sin pagar nunca a Hacienda¡± por un piso del que incluso carece de contrato de arrendamiento. Nunca se lo quisieron hacer, desde que entr¨® pagando 15.000 pesetas al mes en 1979.
Describe orines en el rellano, recibos de alquiler que misteriosamente nunca se daban por cobrados, una habitaci¨®n quemada por ¡°un petardo¡± que entr¨® por la ventana. Pero Aurelia se resigna a mudarse. Aunque no a una residencia de ancianos, la ¨²nica alternativa que defiende el alcalde, Carlos Negreira. ¡°A ver qu¨¦ viviendas plantea la Xunta¡±, a?ade el abogado de una octogenaria en plena forma y enormemente agradecida por la solidaridad. Se emocion¨® al saber que bomberos de A Coru?a se negaron a reventar la cadena del portal de su edificio para impedir que entrase la comitiva judicia a desalojarla. No habr¨¢ ninguna medida disciplinaria, prometi¨® ayer el alcalde.
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