Parroquias contra el hambre
Ocho iglesias de Nou Barris centralizan en un ¡®s¨²per¡¯ el reparto de comida para 600 familias El Ayuntamiento quiere repetir la iniciativa en otros barrios


¡°Cari?o, te has pasado un punto¡±. La joven nigeriana mira con angustia a su interlocutora, Monserrat Bardi, una de las voluntarias del proyecto de Distribuci¨®n Social de Alimentos (DISA) en Nou Barris. Berdi, ataviada con un chaleco naranja, repasa de nuevo la comanda y la coteja con la pila de arroz, pasta, aceite, leche y otros productos que reposan sobre un congelador. La chica tiene un saldo de 21 puntos intercambiables por comida y productos de higiene, uno menos de los vale su carro. ¡°?Qu¨¦ hacemos, reina?¡±, a?ade la mujer, de 70 a?os, con el boli en la mano y cara de madre conmovida. La chica calla.
Es d¨ªa de reparto en el s¨²per solidario que a finales del a?o pasado abri¨® sus puertas en el n¨²mero 55 de la calle de Selva, muy cerca de la estaci¨®n Llucmajor del metro de Barcelona. Un punto neur¨¢lgico en el coraz¨®n del distrito m¨¢s golpeado por la crisis y con el ¨ªndice de renta familiar m¨¢s bajo de la ciudad. Esta entrega de ayudas es una iniciativa que naci¨® hace a?os en el seno de las parroquias de los barrios y a la que la realidad y la complejidad de la emergencia social que se vive ¡ªy se sufre¡ª ha obligado a sus promotores a pensar m¨¢s en grande. ¡°Antes eran los inmigrantes reci¨¦n llegados los que nos buscaban, ahora la mayor¨ªa de los que ayudamos son de aqu¨ª¡±, dice Joaquim Lafuente, responsable del servicio de DISA.

Por la gran sala, iluminada y adaptada a s¨²per, con sus carritos, pasan m¨¢s de 600 familias una vez al mes. Las ocho parroquias del arciprestazgo de Trinitat -Roquetes, que engloba las iglesias de Ciutat Meridiana, Torre Bar¨®, Vallbona, Trinitat Nova, Trinitat Vella, Roquetes, Verdum y Prosperitat decidieron unificar su labor de solidaridad y recurrieron al Ayuntamiento de Barcelona y a la Generalitat para articularse mejor. Los productos vienen del Banco de Alimentos, de la Fundaci¨®n la Nau y de otras donaciones particulares y tambi¨¦n cuentan con el apoyo de C¨¢ritas.
Los alimentos y productos de aseo que la joven nigeriana ¡ªque prefiere no revelar su nombre¡ª meti¨® en el carrito de la compra y despu¨¦s repasa uno a uno con la voluntaria no tienen un precio en euros. En las estanter¨ªas del local los carteles dan el valor en puntos. Un kilo de arroz cuesta medio punto, igual que un litro de leche. Un bote de habas, uno. Por un punto te dan un litro de aceite. Unos bombones de Ferrero Rocher valen dos... Todo depende de la disponibilidad que cada mes tenga el centro.
All¨ª llegan las personas que los Servicios Sociales de Barcelona o C¨¢ritas remiten por su situaci¨®n de necesidad, previo estudio y seguimiento. A cada caso se le asigna un cupo de puntos. Una persona recibe 12, y el n¨²mero llega hasta 31, dependiendo de cu¨¢ntos hijos tiene la familia.
¡°Si no hay barricadas en las calles es por la solidaridad¡±, asegura Lafuente
¡°El sistema de puntos que usamos aqu¨ª es una adaptaci¨®n del que ya se ha implementado en Girona, en Salt y en Bellvitge¡±, explica Lafuente. Inicialmente, las parroquias de Sant Bernat de Claravall, Sant Josep Obrer, Sant Marc, Sant Sebasti¨¤, Santa Bernardeta, Santa Engracia, Santa Magdalena y Sant¨ªssima Trinitat repart¨ªan las ayudas de manera separada, explica el padre Joaquim Brustenga, de la parroquia de Roquetes. Pero un d¨ªa vieron que no daban abasto.
¡°Antes de tener el local prepar¨¢bamos y entreg¨¢bamos las cestas ya completas. Unas para parejas, peque?as, y otras para familias, un poco m¨¢s grandes. Todo ten¨ªa que ser muy r¨¢pido porque en las parroquias no ten¨ªamos espacio o posibilidad de congelar¡±, recuerda el padre Brustega. ¡°Muchas veces nos llegaba el cami¨®n y las mismas personas que ven¨ªan por alimentos nos ayudaban a descargar los palets y a llevarlos a los bajos¡±, cuenta Bardi, que lleva m¨¢s de 40 a?os como voluntaria.
Con la unificaci¨®n se pas¨® de ocho centros, con sus equipos de voluntarios a solo un gran local. ¡°El modelo es v¨¢lido porque le da flexibilidad al usuario de escoger los productos de acuerdo a sus necesidades, se evitan las colas y se dignifica a la persona, pues no tiene que esperar a la intemperie¡±, explica ?ngels Canals, gerente del Instituto Municipal de Servicios Sociales. El Consistorio quiere extender la experiencia a otros barrios de la ciudad, pero recuerda que ¡°la decisi¨®n ¨²ltima est¨¢ en que las entidades se organicen, como lo hicieron las parroquias¡±, aclara Canals.
El alma de la organizaci¨®n en Nou Barris tiene un nombre, seg¨²n coinciden muchos de los voluntarios: el padre Joan Quadreny. ¡°Entregabas las cestas y ve¨ªas como muchos musulmanes no dec¨ªan nada, pero separaban la carne de cerdo y la dejaban por ah¨ª. No pod¨ªamos ponernos a preparar entregas espec¨ªficas. Este sistema s¨ª lo permite¡±, cuenta satisfecho.
La ayuda tambi¨¦n depende mucho de lo que se reciba. Las ayudas fijas de entidades como el Banco de Alimentos o de productos no alimenticios permiten tener un stock b¨¢sico. Pero los voluntarios de DISA tambi¨¦n han tocado las puertas de Condis, Caprabo y otros supermercados para que les den los alimentos a punto de caducar.
Las parroquias reparten las ayudas del Banco de Alimentos y otras entidades
Joaquim Lafuente no solo coordina que DISA funcione bien. No duda en montar tres cestas de pl¨¢stico, montarse en su coche familiar y salir rumbo al cercano Corte Ingl¨¦s de Can Drag¨® a recoger mercanc¨ªas. ¡°Esto lo logramos tirar adelante porque hay voluntarios. Un d¨ªa, una hora. Cada uno da el tiempo que tenga disponible y quiera¡±, explica. Ahora hay unos 80.
El supermercado le ha dejado tortillas de patata, una treintena de cu?as de queso para untar, bolsas de ensalada, yogures... Y cajas de bombones Ferrero Rocher. ¡°Estos los ponemos a dos puntos, porque no es un alimento b¨¢sico. Pero nos lo dan y el chocolate alimenta mucho a los ni?os¡±, explica mientras lo mete todo en maletero del coche. Lafuente, tambi¨¦n vecino de Nou Barris, no es nuevo en el mundo de la solidaridad. En el inicio de los a?os 90 sac¨® a muchos ni?os de la calle y los mantuvo en las escuelas a trav¨¦s del deporte, en el AMPA del instituto del barrio. Eran los tiempos duros, del?caballo, del chabolismo. ¡°Si no hay barricadas en las calles es porque las familias se ayudan y por la solidaridad¡±, sentencia.
¡°Lo de que la gente venga por turnos no termina de funcionar. La gente tiene en la cabeza que si llega antes le tocar¨¢ m¨¢s o que si viene de ¨²ltima no recibir¨¢ nada¡±, explica la voluntaria Montse Bardi. El grupo est¨¢ contento porque desde C¨¢ritas alguien les crear¨¢ una base de datos que les permitir¨¢ controlar mejor el stock.
Para un beneficiario, hacer la compra significa poner en orden un complicado sudoku donde se obtenga el mayor n¨²mero de comida haciendo cuadrar los n¨²meros. La nigeriana vuelve a mirar a Montse y, sin pensarlo, saca las dos latas de tomate frito, que equivalen al punto de m¨¢s que ten¨ªa en su cuenta. ?No se le parte el coraz¨®n cuando eso pasa? ¡°S¨ª, pero no es justo. Una lata que no est¨¦ ya har¨¢ falta. La necesidad es mucha¡±, sentencia, una vez m¨¢s, con su mirada de madre.
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