¡°Si no hay acuerdo con los propietarios, cojo y monto el bar Marsella en otro sitio¡±
Tras dos siglos, el hist¨®rico bar se ve obligado a cerrar o trasladar su negocio a otro local Lo due?os tienen puesto a la venta todo el inmueble por un mill¨®n de euros
¡°S¨ª, abren a las diez, mucho tarde¡±, responde Arif en la calle Sant Ramon, el coraz¨®n del barrio del Raval. Arif es pakistan¨ª y regenta una tienda de electr¨®nica. El vendedor, no muy ducho con el castellano, hab¨ªa sido interpelado sobre el posible cierre del bar Marsella. ?l no lleva aqu¨ª ni un lustro; el Marsella, casi dos siglos. Pero cosas del mercado inmobiliario, m¨¢s dado a guiarse por el bolsillo que por el coraz¨®n, la imperturbable historia de este bar de la capital catalana, fundado en 1820, se ver¨¢ truncada a finales de este mes.
¡°Toda esta pesadilla comenz¨® hace un a?o¡±, explica Jos¨¦ Lamiel, actual propietario del bar. En este periodo de tiempo el propietario del local solo ha dado a Lamiel la opci¨®n de renovar el contrato de arrendamiento mensualmente. Pero febrero fue el ¨²ltimo. Este mes el due?o del bar est¨¢ de ¡°okupa¡±, reconoce entre carcajadas de desesperaci¨®n. Pero la hilaridad del tabernero se torna en incertidumbre cuando se imagina el pr¨®ximo d¨ªa 31: ¡°No sabemos qu¨¦ pasar¨¢¡±.
Lamiel ha recibido ya una carta de los propietarios en la que se le insta a dejar el local antes de abril. La primera advertencia es de los due?os. La siguiente ser¨¢ del juez, explica Lamiel, que tiene un mes por delante para tomar una decisi¨®n. Solo se le presentan tres alternativas: cerrar el negocio; trasladarlo a otro lugar; y, la m¨¢s remota, que los propietarios del local reculen y renegocien el alquiler o le vendan el establecimiento.
Ernest Hemingway y Salvador Dal¨ª regentaron el Marsella, atra¨ªdos por la absenta
Eulalia Pardo, abogada de Lamiel, reconoce el esfuerzo de su cliente para poder quedarse en el local de la confluencia de la calle Sant Pau y Sant Ramon, pero la decisi¨®n de los due?os est¨¢ tomada: vender el vetusto inmueble por un mill¨®n de euros.
Ante el precipicio, el due?o del bar mantiene la convicci¨®n de que el esp¨ªritu del bar seguir¨¢ en Barcelona: ¡°Todo lo que hay dentro es m¨ªo. Si encuentro un local cojo todo y monto el Marsella en otro sitio¡±. El tabernero insiste en la idea de que la intenci¨®n de los propietarios es vaciar el edificio para poder venderlo ¡°sin problemas¡±. De su tono se intuye la denuncia, aunque sabe que todo el proceso es ¡°legal¡±, pero no por ello ¡°¨¦tico¡±, espeta.
Como Jos¨¦, su padre y su abuelo estuvieron tambi¨¦n detr¨¢s de la barra del bar. Son casi 100 a?os de la familia Lamiel al frente de este establecimiento. En este ¨²ltimo siglo, personajes como Ernest Hemingway y Salvador Dal¨ª, entre otros, se acercaron hasta el Marsella atra¨ªdos por la absenta, bebida hist¨®ricamente repudiada, e incluso prohibida en multitud de pa¨ªses, por la creencia de que sus efectos alucin¨®genos y convulsionantes los produc¨ªa el tetrahidrocannabinol (THC). En realidad, estos efectos los produce un aceite esencial que se encuentra en varias plantas como la salvia o el ajenjo.
El rumor del cierre del Marsella corri¨® como la p¨®lvora el pasado viernes por la Red. Varios parroquianos del bar usaron la p¨¢gina change.org para pedir apoyo ciudadano, con la esperanza de evitar el cierre del bar. M¨¢s de 600 personas se hab¨ªan adherido ayer por la tarde a la causa. Otros, m¨¢s pesimistas, montan en Facebook una ¨²ltima fiesta de despedida. Lamiel, ante el aluvi¨®n de comentarios, pide calma ya que a¨²n no sabe qu¨¦ d¨ªa cerrar¨¢ y ni siquiera si se mudar¨¢ a otro local.
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