Prestigio internacional
El premio Stanford a la Biblioteca Cervantes nos recuerda el valioso papel que las Humanidades desempe?an en las sociedades
La prensa nos informaba, d¨ªas atr¨¢s, de la concesi¨®n del premio Stanford a la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, un premio que compart¨ªa con la Biblioteca Nacional de Francia. Mi opini¨®n es que el hecho de compartir el premio con la primera biblioteca francesa le ha venido muy bien a la Cervantes. Los espa?oles somos poco dados a reconocer los m¨¦ritos propios, y nos inclinamos a considerar superior todo aquello que nos llega de fuera. Hasta hoy, la Cervantes era m¨¢s conocida y apreciada en Sudam¨¦rica que entre nosotros. Es previsible que las cosas cambien a partir de ahora, y comencemos a valorarla como se merece. El Premio Stanford reconoce a la Biblioteca ¡°sus contenidos de primera calidad, entre los que destacan sus ediciones cr¨ªticas integrales, utilizadas por la comunidad investigadora mundial¡±. He querido copiar las palabras del jurado de forma exacta porque no dejan lugar a dudas: estamos ante una obra de superior categor¨ªa, creada por una universidad valenciana, la Universidad de Alicante.
Aunque los diarios se han ocupado del tema con largueza, todav¨ªa cabe hacer, a mi juicio, algunas consideraciones. En el terreno de la pol¨ªtica, por ejemplo, nos encontramos ante una obra de inter¨¦s p¨²blico. Esto, que deber¨ªa ser lo habitual en la actividad pol¨ªtica, se ha convertido en una rareza entre nosotros. La pol¨ªtica que se ha hecho en la Comunidad Valenciana, durante los a?os pasados, ha estado m¨¢s atenta a los intereses particulares que a las necesidades de los ciudadanos. Los resultados de esa manera de obrar est¨¢n a la vista. Con el reconocimiento a la Cervantes se produce, adem¨¢s, una paradoja: mientras aquello que deb¨ªa darnos a conocer en el mundo se ha venido abajo de una manera estrepitosa, ha tenido que ser el proyecto de una universidad p¨²blica quien nos haya dado fama internacional. Conviene recordar ¡ªno se ha dicho hasta ahora¡ª que la Cervantes fue un proyecto de Andr¨¦s Pedre?o, el rector a quien Eduardo Zaplana hostig¨® hasta obligarlo a dimitir.
Pero si el nacimiento de la Cervantes es obra de Pedre?o, el desarrollo y la consolidaci¨®n de la Biblioteca pertenecen a la propia Universidad. Es posible que, en sus comienzos, el proyecto resultara un tanto temerario y se cometieran algunos errores. Es lo normal cuando se aborda una empresa en la que todo est¨¢ por hacer y su novedad nos obliga a inventar cada d¨ªa. Una parte importante del ¨¦xito de la Cervantes hay que atribuirla a la variedad de directores que han estado al frente de la misma. Esta pluralidad le ha dado a la Biblioteca una amplitud de miras que, en mi opini¨®n, es uno de los pilares de su ¨¦xito. De haber contado con un solo director, es probable que la Biblioteca no hubiera alcanzado el mismo desarrollo: sus fondos se han convertido en una herramienta que utilizan cada d¨ªa miles de personas, de los pa¨ªses m¨¢s diferentes que quepa imaginar.
Conviene recordar que la Cervantes fue un proyecto de Andr¨¦s Pedre?o
En unos momentos en los que el Gobierno pretende reducir la educaci¨®n a una herramienta al servicio de la econom¨ªa, conviene reflexionar sobre este premio a la Biblioteca Virtual Cervantes. Conviene hacerlo, adem¨¢s, porque lo concede una universidad norteamericana, a las que tan a menudo proponemos como ejemplo a seguir. El premio Stanford a la Biblioteca Cervantes nos recuerda el valioso papel que las Humanidades desempe?an en las sociedades democr¨¢ticas, y que no deber¨ªamos ignorar.
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