?ramos tan j¨®venes
Una vez rebasadas las fronteras del bochorno con I ka ken¨¦ (2010), aquel pastiche africano tan bien documentado como un tertuliano de la tedet¨¦, los cuatro integrantes de Dover debieron sentir el v¨¦rtigo de la encrucijada. ?Un disco de rancheras? ?Un tributo a Mario Vaquerizo? Mientras determinan su pr¨®xima audacia, las hermanas Llanos ganan tiempo con el viejo truco del disco en directo en formato sonoro y audiovisual. Les sirve como excusa la onom¨¢stica de Devil came to me, el disco que los catapult¨® al ¨¦xito hace ahora 15 a?os (bueno, 16) y que ayer revisaron en su integridad junto a piezas de sus ¨¢lbumes adyacentes, Sister y Late at night.
Ll¨¢menlo nostalgia o revitalizaci¨®n, pero las entradas para las dos noches en El Sol (hoy repiten jugada) se volatilizaron muchas semanas atr¨¢s. La melancol¨ªa es licor bien caro, como cantar¨ªa Eva Amaral, pero adictivo y, para muchos integrantes de la especie humana, irremisible. Quienes en su d¨ªa creyeron ver en Devil¡ la recreaci¨®n patria y femenina de Nevermind tal vez a?oren aquel furor inici¨¢tico, el estallido de feromonas en contraste con las presentes hipotecas (o desahucios), las esquirlas en el alma y el nubarr¨®n de cada amanecida. Pero los sentimentalismos ya no bastan para disimular la linealidad de un repertorio cl¨®nico, concebido como eclosi¨®n de rebeld¨ªa juvenil para la que, por hacernos los interesantes, hab¨ªa que tirar de diccionario.
Intuimos que el ingl¨¦s de Cristina ha mejorado desde entonces, si bien su voz, sepultada bajo esas guitarras omniscientes, quedaba a veces en terreno del misterio. Al poder¨ªo objetivo de Rain of the times, Spectrum o Judas lo amortigua su reiteraci¨®n a pi?¨®n fijo, con tenues matices del r¨¢pido al enloquecido, del fuerte al rompedor de son¨®metros.
Es curioso pensar que Devil¡ despachara 900.000 ejemplares y hoy suene tan anacr¨®nico como una escena de Historias del Kronen, tan banal como las batallitas que anoche relat¨® Amparo (salvo la dedicatoria a Manolo Men¨¦ en Sick girl). Pero ¨¦ramos tan j¨®venes como para no reparar en menudencias.
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