Federalismo y libertad
Mientras unos buscan la rendija legal para consultar a los catalanes, otros quieren taponarla
A favor de un refer¨¦ndum o consulta pero en contra de la independencia. Esta es la posici¨®n de Victoria Camps, catedr¨¢tica de ?tica de la Universidad de Barcelona, entrevistada por Carles Capdevila, director del diario Ara este pasado s¨¢bado. Como Pere Navarro, Mart¨ªn Rodr¨ªguez Sol o Francisco Rubio Llorente (¡°el ¨²nico jurista de prestigio espa?ol que dice que es posible, dentro de la Constituci¨®n actual, permitir que Catalu?a haga un refer¨¦ndum¡±), Camps piensa que hay que buscar una salida para que se exprese la voluntad de los catalanes sobre el futuro de sus relaciones con Espa?a. No ofrece dudas su posici¨®n contra la independencia: es anacr¨®nica y propia de un pensamiento decimon¨®nico, algo que no le impide manifestarse a favor de considerar la opini¨®n de los ciudadanos, la premisa para que una uni¨®n federal sea libre.
Felipe Gonz¨¢lez quiere que tambi¨¦n se le consulte: la libertad sobre el mantenimiento de la uni¨®n deben ejercerla todos los ciudadanos espa?oles. Aceptemos la idea de Camps de que no se trata del derecho a decidir, un eufemismo sin correspondencia legal. Aceptemos la bien fundada reserva sobre la validez para Catalu?a de un derecho de autodeterminaci¨®n que Naciones Unidas reserva solo para territorios coloniales. Aceptemos que no somos ni queremos ser Kosovo, por m¨¢s que se empe?en el diario Abc y Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa. ?Alguien puede impedir a los catalanes que a partir de ahora expresen sus preferencias una y otra vez, con el voto a partidos independentistas en las elecciones y la expresi¨®n de sus preferencias por esta opci¨®n en las consultas informales del tipo que sea, encuestas incluidas, a las que se les convoque? Incluso en un hipot¨¦tico refer¨¦ndum en el que voten todos los espa?oles, ?ser¨¢ posible desatender la lectura regionalizada de los resultados, por m¨¢s que arrojen una voluntad diametralmente contraria respecto al resto de Espa?a?
Nadie va a hacer caso y mucho menos reconocer en Espa?a, en Europa y en la comunidad internacional, una soberan¨ªa y una independencia proclamadas unilateralmente y fuera de la ley
La democracia es, entre otras cosas, un sistema de gobierno que parte del consentimiento de los gobernados. ?Durante cu¨¢nto tiempo puede gobernarse Espa?a sin el consentimiento mayoritario de la poblaci¨®n catalana? No hace falta hacer consulta alguna para darse cuenta de que m¨¢s pronto que tarde lo que hay que hacer es sentarse a dialogar en vez de seguir alimentando el divorcio con amenazas y reproches de un lado y de otro. Camps, Navarro, Rubio Llorente y Mart¨ªnez Sol quieren buscar la m¨¢s peque?a rendija que pueda ofrecer el sistema constitucional espa?ol para ofrecer una salida legal a la necesidad de expresi¨®n de la voluntad catalana sobre el futuro. Y no por el derecho a decidir, sino por algo m¨¢s serio: el principio democr¨¢tico. Rajoy, Gallard¨®n, Torres-Dulce y S¨¢nchez Camacho quieren taponar cualquier rendija legal que permita expresar la voluntad de los catalanes. Se supone que desde la buena fe unionista, pero alimentando directamente el secesionismo, como lo aliment¨® el recurso del PP contra el Estatuto y luego los magistrados del Constitucional con su voto a favor de la sentencia.
La ¨²nica forma de defender la federaci¨®n en el siglo XXI y en Europa es obtener las condiciones para dilucidar la cuesti¨®n en libertad. Y solo hay un camino para hacerlo: abrir un di¨¢logo entre los dos gobiernos, tal como han pedido y votado los socialistas catalanes en Madrid y en Barcelona. No es lo mismo que propugnar una declaraci¨®n unilateral de independencia, o incluso y como paso previo una igualmente unilateral declaraci¨®n de soberan¨ªa, pues no sirven a la libertad ni tampoco impugnan efectivamente la actual forma de uni¨®n: nadie va a hacer caso y mucho menos reconocer en Espa?a, en Europa y en la comunidad internacional, una soberan¨ªa y una independencia proclamadas unilateralmente y fuera de la ley.
Las ventajas del di¨¢logo son obvias, pues permite regresar al punto de partida, antes de que todo empezara a descomponerse, incluyendo la negociaci¨®n fiscal inicialmente descartada. Solo con sentarse a hablar se abre de nuevo la agenda y se ofrece una nueva oportunidad al federalismo, que podr¨¢ ganar posiciones ante la opini¨®n p¨²blica. Por eso el independentismo m¨¢s febril quiere limitar el di¨¢logo a la estricta negociaci¨®n de la consulta sobre la independencia y lo exige cuanto antes, para recibir as¨ª el anhelado portazo en las narices, mientras est¨¢ todav¨ªa abierta la ventana de oportunidad que ofrece la crisis.
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