Adolescentes con segunda oportunidad
El a?o pasado se ejecutaron en Andaluc¨ªa 1.378 medidas en beneficio de la comunidad impuestas a menores infractores. La mayor¨ªa no reincide
Un adolescente sale un d¨ªa enfadado de clase, descarga su ira prendiendo fuego a las papeleras que se va encontrando de vuelta a casa, come, se echa una siesta y sigue su vida como si tal cosa. Hasta que unas semanas m¨¢s tarde, le llega la citaci¨®n de un fiscal de Menores para que declare por aquellas papeleras que, seg¨²n varios testigos, ¨¦l incendi¨®. De la noche a la ma?ana, el chico se ve envuelto en un proceso judicial.
Escenas como ¨¦stas son habituales desde que hace 13 a?os entr¨® en vigor la ley de responsabilidad penal del menor, uno de cuyos principios es darle al infractor de entre 14 y 18 a?os una segunda oportunidad que facilite su reinserci¨®n. Entre las penas que contempla para las infracciones menos graves est¨¢n las medidas en beneficio de la comunidad, que persiguen que el chico ¡°comprenda que actu¨® de modo incorrecto, que merece el reproche formal de la sociedad y que la prestaci¨®n de los trabajos que se le exigen es un acto de reparaci¨®n justo¡±, se?ala el texto legal. Traducido a la pr¨¢ctica: en el caso del menor que quem¨® las papeleras, si el juez le considera culpable puede acabar, por ejemplo, condenado a ayudar al servicio municipal de Parques y Jardines a hacer un inventario de mobiliario roto.
En el a?o 2012 se ejecutaron en Andaluc¨ªa 1.378 medidas en beneficio de la comunidad. La Consejer¨ªa de Justicia e Interior tiene activos 360 convenios de colaboraci¨®n con Ayuntamientos para impulsar la ejecuci¨®n de estas prestaciones y el objetivo es ampliar el n¨²mero de municipios implicados. ¡°Es importante que el infractor cumpla la pena lo m¨¢s cerca posible de su casa¡±, se?ala la directora general de Justicia Juvenil, Carmen Belinch¨®n. La proximidad no es solo beneficiosa para que el menor pueda cumplir su condena sino porque, a menudo, la v¨ªctima es el propio pueblo o un parque o una plaza del barrio.
Justicia mantiene 360 convenios con municipios para aplicar estas penas
A cambio, el chaval consigue que en su entorno le vean asumir un nuevo rol. ¡°Los chicos suelen estar estigmatizados y es muy positivo que los vecinos vean que puede ser responsable y trabajar por los dem¨¢s¡±, se?ala Mar¨ªa Luisa Morales, una de las coordinadoras de la Asociaci¨®n Alternativa Abierta, una entidad que colabora con la Junta y los jueces para la aplicaci¨®n de estas penas.
A la entidad llegan los j¨®venes cuando el juez les ha ordenado que preste un servicio en beneficio de la comunidad. Los t¨¦cnicos de la asociaci¨®n entrevistan al infractor y a su familia para sondear con qu¨¦ organismo o asociaci¨®n puede participar el chico, que siempre tiene que dar su visto bueno. ¡°Es importante recabar toda la informaci¨®n del chaval, su nivel educativo, sus aficiones, sus habilidades. A lo mejor nos llega uno que va muy bien en los estudios y puede hacer de apoyo escolar a otros j¨®venes¡±, explica Morales. La pena elegida suele estar, con todo, relacionada con el da?o que cometi¨®.
La mayor¨ªa de los jueces imponen una prestaci¨®n y son los t¨¦cnicos los que seleccionan la actividad que m¨¢s se adapta a las necesidades del menor. Algunos magistrados, sin embargo, prefieren fijar condenas concretas para resarcir a las v¨ªctimas y agitar la conciencia del chaval. Como cuando el juez de Granada Emilio Calatayud juzg¨® a unos j¨®venes que hab¨ªan causado da?os a escaparates y una puerta de un Corte Ingl¨¦s y les impuso ayudar a los profesionales encargados de arreglar lo que ellos hab¨ªan roto.
¡°Ellos lo ven como una obligaci¨®n. Pero lo bonito es que muchos de los chavales que empiezan por obligaci¨®n luego siguen de forma voluntaria¡±, afirma la coordinadora de Alternativa Abierta. ¡°Son medidas sancionadoras, pero, sobre todo, muy educativas¡±, recuerda la directora general de Justicia Juvenil. Los datos, asegura, respaldan el ¨¦xito de estas medidas: seg¨²n un estudio reciente de la Universidad de Almer¨ªa, el 80% de los menores que han cumplido una medida judicial no reincide. ¡°Es importante que los hechos acaben convirti¨¦ndose en una an¨¦cdota. Que sea la ¨²ltima vez que esa persona pisa un juzgado¡± afirma Belinch¨®n.
Infractores acomodados
Desde que entr¨® en vigor la ley de responsabilidad penal del menor, en el a?o 2000, los perfiles de los infractores han ido dibuj¨¢ndose en una direcci¨®n: cada vez hay m¨¢s chavales de familias acomodadas. La directora general de Justicia Juvenil, Carmen Belinch¨®n, suele expresarlo con una frase: ¡°Desde que existe la ley del menor, los Juzgados han llamado a la puerta de muchos domicilios no previstos¡±. ¡°Muchas veces cometen este tipo de conducta para sentirse l¨ªderes de la pandilla. Los padres a menudo reconocen que les ha venido bien el castigo, que les ha servido de escarmiento¡±, a?ade Belinch¨®n.
Los datos revelan tambi¨¦n que cada vez son m¨¢s las menores infractoras. Seg¨²n el Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE), entre 2007 y 2010 las infracciones entre las chicas aumentaron un 49%, mientras que el incremento en los varones fue del 19%. Entre ellas, los delitos m¨¢s habituales son la violencia en el entorno familiar, pero tambi¨¦n abundan los robos en tiendas de ropa. Para reparar este da?o, muchas j¨®venes han sido condenadas a ayudar en comercios a ponerle a los art¨ªculos en venta placas de seguridad como las que ellas han arrancado o a recoger y organizar la ropa desperdigada por la tienda al final del d¨ªa.
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