El pacto necesario
La Comunidad Valenciana necesita un acuerdo y deber¨ªa hacerse un esfuerzo por sumar y no restar
Hay hechos que mandan a la basura centenares de frases banales, repletas de patrioterismo de quincalla que no conducen a ninguna parte. Por ejemplo. El presidente de la Generalitat en su b¨²squeda de aliados para modificar el actual modelo de financiaci¨®n se re¨²ne con su hom¨®logo madrile?o, Ignacio Gonz¨¢lez. Ambos concluyen lo sabido de antemano: urge un cambio. Pero ?es Gonz¨¢lez el compa?ero de viaje m¨¢s adecuado para este viaje? ?Es seguro que el proyecto del presidente madrile?o es el m¨¢s conveniente para los valencianos? ?Qu¨¦ capacidad de influencia tiene el presidente de la Comunidad de Madrid sobre Mariano Rajoy con quien est¨¢ enfrentado en el PP desde hace lustros? Otro hecho. Artur Mas, presidente de la Generalitat de Catalu?a, l¨ªder de un gobierno que predica el soberanismo de su territorio, situado en las ant¨ªpodas de la visi¨®n de Espa?a que tienen los populares, y con problemas financieros y econ¨®micos muy similares a los que padecemos los valencianos, se re¨²ne discretamente con Rajoy en la Moncloa para hablar de lo que m¨¢s interesa a los catalanes: la flexibilizaci¨®n del objetivo del d¨¦ficit y de la financiaci¨®n. V¨¦ase la diferencia. M¨¢s se re¨²ne directamente con el banquero, Fabra con un intermediario que mantiene unas p¨¦simas relaciones con quien tiene la bolsa ¡ªmagra, pero bolsa al fin y al cabo¡ª del dinero. ?Explican estos dos encuentros el peso pol¨ªtico de cada cual? ?Es necesario subrayar la obviedad de que a los valencianos nos interesa m¨¢s viajar con los catalanes porque lo que est¨¢ en juego no es solo el sistema de financiaci¨®n, que tambi¨¦n, sino el corredor mediterr¨¢neo que boicotea siempre que puede Ignacio Gonz¨¢lez?
La situaci¨®n de la Comunidad Valenciana no es envidiable. Hu¨¦rfana de apoyos pol¨ªticos en Madrid, con una pesada mochila de casos de corrupci¨®n, econ¨®micamente quebrada y financieramente irrelevante, es incapaz de dise?ar una pol¨ªtica propia con la fuerza necesaria para llamar la atenci¨®n m¨¢s all¨¢ del puerto de Contreras. La ¨²ltima intentona surgida desde el Palau de la Generalitat, la propuesta de un acuerdo de la sociedad civil por la Comunidad Valenciana, nace lastrada por el sectarismo partidista que la inspira y por la misma inanidad de su contenido. Los populares, desde que ocuparon el poder de la Generalitat all¨¢ por 1995, siempre han confundido los intereses de la instituci¨®n con los suyos propios. Y mientras hubo dinero a espuertas con que comprar voluntades, la mal llamada sociedad civil firmaba todo documento, plan o acuerdo que se le pon¨ªa por delante. Los desastres perpetrados en los ¨²ltimos a?os parec¨ªa que les hab¨ªa hecho reflexionar. Pero no, el gran acuerdo que se propone desde la Generalitat se concibe desde la exclusi¨®n del otro, del que no piensa igual. A un lado los ¡°buenos¡±, la cacareada sociedad civil que el documento (en negrita) reduce a las empresas (l¨¦ase patronales) y las administraciones (p¨²blicas, por supuesto) En el otro, los ¡°malos¡±, los partidos de la oposici¨®n (es cosa sabida que los partidos, salvo el PP, no forman parte de la sociedad civil. Los ayuntamientos, las diputaciones, el Gobierno de la Generalitat s¨ª, claro. Debe ser porque all¨ª no hay pol¨ªticos) a quienes se les da cocinado el acuerdo para el tr¨¢gala.
No parece que las obviedades, por mucho que se solemnicen, soluciones problemas
El texto del acuerdo y los compromisos (hay que tener moral para llamarlos as¨ª) que se adquieren apenas van un paso m¨¢s del umbral de la mera descripci¨®n de los hechos. Natural que algunos de los llamados a estampar su firma se nieguen a salir en la foto. Y algunos que la estampar¨¢n son conscientes de que estos est¨¢n muy lejos del m¨ªnimo exigible por ellos mismos (Jos¨¦ Vicente Gonz¨¢lez, de Cierval, y Salvador Navarro, de la CEV, presidentes de las dos grandes patronales valencianas no me dejar¨¢n por mentiroso). Dice el vicepresidente Jos¨¦ Ciscar que es imposible estar en desacuerdo con el documento. Lleva raz¨®n. Como es imposible disentir de la afirmaci¨®n de que la tierra es redonda y gira alrededor del sol. No parece que las obviedades, por mucho que se solemnicen, solucionen problema alguno. Y este acuerdo no es m¨¢s que eso un cat¨¢logo de solemnes obviedades de escaso, por no decir nulo, contenido reivindicativo. ?Est¨¢ plagado de glorias ofrendadas a Espa?a! A estas alturas.
El pacto es necesario y deber¨ªa hacerse un esfuerzo para sumar, no para restar. Est¨¢ muy bien que el Consell apele a su sociedad civil, siempre tan obsecuente, pero en la redacci¨®n deber¨ªan participar los partidos de la oposici¨®n, los sindicatos, las universidades¡ para alumbrar un texto que tal vez moleste en Madrid, pero en el que puedan reconocerse la mayor¨ªa de los valencianos. Cocinar un texto entre el Palau de la Generalitat y las patronales para hacerlo pasar por una propuesta de todos no es de recibo. Son otros los tiempos.
Por cierto, alguien deber¨ªa explicarle al vicesecretario del PP, Miguel Ortiz, que ya no cuela calificar de antivalencianos a quienes no comulgan con las ruedas de molino de su partido. Entre otras cosas porque una formaci¨®n pol¨ªtica con tanto imputado y presunto delincuente en sus filas ya no est¨¢ para dar lecciones a nadie y menos para expedir t¨ªtulos de valencian¨ªa.
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