El h¨¢bito de la aventura
Barcelona recuerda al viajero monje Bonaventura Ubach con un homenaje y una placa en su casa
Por un momento, a trav¨¦s de la multitud, las miradas de los dos hombres se cruzaron tendiendo un puente sobre el tiempo y el espacio. Uno vest¨ªa caftan, calzaba babuchas, se tocaba con un peque?o fez y cargaba bajo el brazo enrrollada su alfombra de rezos. El otro luc¨ªa h¨¢bito y? una kufiyah beduina que enmarcaba su rostro de luengas barbas negras y ojos inquisitivos y curiosos tras las redondas gafas de alambre.
Seguramente a Dom Bonaventura Ubach (1879-1960), monje de Montserrat, biblista, explorador y aventurero, cuya foto ataviado a lo Auda de los Howeitat presid¨ªa ayer el homenaje que se le dedic¨® junto al Mercado de Santa Caterina, en Barcelona, le habr¨ªa sorprendido toparse con alguien de aspecto tan oriental como el devoto marroqu¨ª que atraves¨® la avenida de Camb¨®, a lo suyo, durante el acto. Para ver gente as¨ª el inquieto monje tuvo que marchar muy lejos. El tiempo se las ha tra¨ªdo al lado de casa. Porque precisamente aqu¨ª, en una callecita que sale frente al mercado, Freixures, tan peque?a que casi ni cabe la luz, en el cuarto segunda del n¨²mero 23, naci¨® Ubach tal d¨ªa como ayer, el 2 de abril de hace 134 a?os.
El biblista se trajo de Egipto una momia para Montserrat
Nadie podr¨ªa prever entonces que al cuarto de los seis hermanos Ubach, todos (menos la ¨²nica chica, claro) hombres de Dios, monjes y sacerdotes, el destino le llevar¨ªa a hollar tan extraordinarios lugares ¡ªEgipto, Jordania, Siria, Turqu¨ªa, Irak¡ª y vivir tan sensacionales peripecias, e incluso a traerse, entre otras muchas cosas raras, una momia. Tampoco nadie en aquella ya tan lejana Barcelona hubiera imaginado que el chico Ubach que cazaba lagartijas y persegu¨ªa remolinos de aire en la calle ¡ªcomo evoc¨® novelescamente ayer el escritor y periodista Mart¨ª Gironell, autor de la popular novela sobre el personaje, L'arque¨°leg (Columna)¡ª congregar¨ªa a tanta gente para recordarle con simpat¨ªa y honrarle.
Hubo una ruidosa y alegre cercavila con capgrosssos, gigantes y castellers, parlamentos que evocaron al monje, merienda, y se descubri¨® entre cantos de una coral, en su vieja casa, una placa en su recuerdo. Entre los asistentes al acto, del que hizo de presentador Gironell, parientes del benedictino aventurero (al que denominaban el tiet), pol¨ªticos (el teniente de alcalde de Cultura, Jaume Ciurana, y la regidora de Ciutat Vella, Merc¨¨ Homs), miembros de la asociaci¨®n de vecinos de Santa Caterina, que ha impulsado el homenaje, y, dando mucho ambiente, monjes.
Entre ellos otro tambi¨¦n lanzado a la aventura y que ha seguido los pasos (las huellas en la arena del desierto, pong¨¢monos convenientemente po¨¦ticos) del predecesor. Esto del monje aventurero va a ser un h¨¢bito y perdonen el f¨¢cil juego de palabras.
El monje en cuesti¨®n era Fra Jordi Cervera, capuchino, que junto con el dominico romano Riccardo Lufrani repitieron cien a?os despu¨¦s el viaje al Sina¨ª de Ubach en 1910, con los mismos medios ¡ªl¨¦ase camellos y beduinos¡ª, alumbrando al regresar un libro estupendo El cam¨ª d¡¯Ubach, de Montserrat al Sina¨ª cent anys despr¨¦s (Editorial Mediterr¨¤nia). M¨¢s nervioso que en los desiertos de Palestina, Cervera felicit¨® las Pascuas, y record¨® entra?ablemente a Ubach, ¡°peque?o de estatura, nacido en una calle peque?a al lado de un santuario peque?o con una mare de D¨¦u peque?a, que sin duda ha intercedido por este acto¡±.
El capuchino Jordi Cervera, que ha seguido sus pasos, evoc¨® sus peripecias
Pius-Ramon Tragan, responsable del Scriptorium Biblicum et Orientale de Montserrat y ¨²ltimo disc¨ªpulo de Ubach, que le ense?¨® hebrero, trajo los saludos de sus hermanos benedictinos y del abad y nos entretuvo de lo lindo explicando las piller¨ªas juveniles del monje viajero, que se escap¨® de casa. Destac¨® su sentido de la independencia y apunt¨® que el hecho de que su padre fuera empleado de Transmediterr¨¤nia debi¨® influir en su amplitud de horizontes. Record¨® que los grandes legados de Ubach son la Biblia montserratina en 22 vol¨²menes ¡ª¡±monumento de erudici¨®n y de la lengua catalana¡±¡ª y la creaci¨®n del Museu B¨ªblic de la abad¨ªa, que surti¨® con piezas obtenidas ¡ªno sin notables trapicheos¡ª en sus viajes y visitas a museos y excavaciones de todo Oriente Medio.
¡°Le habr¨ªa encantado este homenaje, tan bonito e inesperado¡±, me dijo poco antes Tragan. ¡°Su inter¨¦s por la fiesta popular, por la gente y las costumbres, no desdec¨ªa su sabidur¨ªa. Era un hombre con la impronta de la Renaixen?a¡±.
Especialmente entra?able fue la intervenci¨®n de un sobrino nieto de Ubach, Josep Agust¨ª Castellanos, que record¨® c¨®mo durante la mili en Huesca cuando bajaba a Barcelona en una Vespa del 52 pasaba indefectiblemente por Montserrat para llevarle al monje tabaco. Menos buen recuerdo le han dejado al sobrino nieto las tres horas de misa de incensiado rito sirio con que le regalaba el erudito y viajero monje.
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