P¨¢nico entre las testigos de la Carioca por la pr¨®xima libertad de su proxeneta
La mafia lucense de la prostituci¨®n busca a las mujeres que declararon contra sus integrantes
El hombre m¨¢s temido de Lugo, Jos¨¦ Manuel Garc¨ªa Ad¨¢n, en prisi¨®n provisional por el caso Carioca, saldr¨¢ a la calle en el ¨²ltimo trimestre de este a?o. Su fiel subordinado, Jos¨¦ Manuel Pulleiro N¨²?ez, logr¨® la libertad provisional el pasado noviembre y en solo cuatro meses ha vuelto a la celda. La juez Pilar de Lara orden¨® de nuevo su encarcelamiento en la penitenciar¨ªa de Mansilla de las Mulas (Le¨®n) por burlar todos los l¨ªmites que se le impusieron. Pulleiro estaba obligado a no moverse de su localidad natal, Vila de Cruces, pero nadie lo vigilaba, as¨ª que fue en busca de las extrabajadoras de los burdeles que con su valent¨ªa y sus declaraciones contra proxenetas, guardias civiles y cargos policiales, desmantelaron la trama mafiosa.
Ad¨¢n quedar¨¢ libre en octubre al cumplirse el plazo m¨¢ximo de cuatro a?os de prisi¨®n provisional. Aunque la juez est¨¢ a punto de cerrar la instrucci¨®n, las dos ¨²ltimas semanas todav¨ªa acudieron mujeres a declarar, contando episodios totalmente desconocidos, y es materialmente imposible que el juicio se celebre antes de 2014.
El arzuano, jefe de la red, aparece descrito en testimonios que recoge la instrucci¨®n como un hombre violento, aficionado a las armas, que golpe¨® y lesion¨® a mujeres hasta quedar ¨¦l mismo extenuado de la paliza y oblig¨® a algunas a abortar para hacer favores a empresarios. En la entrada de sus clubes, el Queen's y el Colina, se despachaba la p¨ªldora abortiva Citotec y un ginec¨®logo amigo hac¨ªa supuestamente el resto. Sobre ning¨²n detenido en las ¨²ltimas, sonadas, operaciones judiciales de la ciudad, pesan tantas imputaciones como sobre Jos¨¦ Manuel Garc¨ªa Ad¨¢n.
El solo anuncio de su excarcelaci¨®n, que algunas mujeres creyeron inmediata, ha sembrado el ¡°p¨¢nico¡±, describen personas que est¨¢n ayudando a las v¨ªctimas. Algunas, de hecho, en cuanto recibieron la noticia tuvieron el instinto (por supervivencia) de ¡°hacer las maletas¡±, asegura Gerardo Pardo de Vera, el abogado que asesora a una treintena de ellas a trav¨¦s de la ONG de Lugo Aliad-Ultreia y su programa Donas. La estampida, justificada o no, viene del ¡°terror¡± marcado a fuego que les impusieron a sus v¨ªctimas Ad¨¢n y Pulleiro, cerebro y brazo ejecutor, y la corte de socios, muchos de ellos agentes del orden, como el cabo de la Guardia Civil Armando Lorenzo. ¡°La huella psicol¨®gica que deja el haber estado sometidas a las vejaciones continuadas que se producen en los clubes no llega a desaparecer nunca¡±, explica el letrado.
La propia juez, en la resoluci¨®n del reingreso en prisi¨®n de Pulleiro, concluye que su vuelta a la c¨¢rcel es ¡°la ¨²nica manera de preservar la vida y la integridad de las testigos¡±, a las que ten¨ªa expresamente prohibido aproximarse. El encargado del Colina no tard¨® ni una semana, desde que la Audiencia Provincial lo confin¨® en Vila de Cruces (suavizando de forma considerable las medidas cautelares impuestas por De Lara), en presentarse en un club de alterne de Chapa (Silleda). All¨ª, a las cuatro de la madrugada, protagoniz¨® una trifulca. Estaba ¡°tratando de localizar¡± a testigos y ¡°ri¨¦ndose de la justicia¡±, concluy¨® la magistrada. Aquella noche se present¨® la Guardia Civil, pero no lo detuvo.
Adem¨¢s, hasta cinco veces, telefone¨® a los investigadores para ¡°vacilarlos y tomarles el pelo¡±. Entre otras historias delirantes, el hombre, imputado por diez delitos (entre ellos los de agresi¨®n a mujeres, blanqueo e inducci¨®n a la prostituci¨®n incluso de una menor), lleg¨® a asegurar a los agentes que la juez hab¨ªa ¡°pasado a mejor vida, que es donde ten¨ªa que estar¡±. Pero su arresto se produjo un mes despu¨¦s, tras irrumpir en un bar de Lal¨ªn preguntando por una camarera. La chica, testigo de la Carioca, hab¨ªa ejercido en uno de los prost¨ªbulos de Ad¨¢n. Pulleiro se le acerc¨® y le dijo una y otra vez: ¡°Tu cara me suena¡±. Y ella no dud¨® en pedir auxilio al abogado Pardo de Vera, que denunci¨® el caso a De Lara.
El apresamiento de Pulleiro ya ha dado sus frutos. Su exnovia, v¨ªctima de trata pero tambi¨¦n imputada como colaboradora de la mafia, se atrevi¨® esta semana, cuatro a?os despu¨¦s, a prestar declaraci¨®n contra sus jefes. La mujer dio nuevas pistas sobre las operaciones de blanqueo y tr¨¢fico de mujeres llevadas a cabo con ayuda de polic¨ªas nacionales.
Pero el miedo aplastante, la desprotecci¨®n y la soledad son los sentimientos mayoritarios ante un Gobierno central que, por mandato europeo y con fecha l¨ªmite de aplicaci¨®n desde este mismo fin de semana, tiene incluso la obligaci¨®n de facilitarles a las v¨ªctimas la subsistencia, el alojamiento y la asistencia m¨¦dica y psicol¨®gica.
Desde los albores de la Operaci¨®n Carioca, entre finales de 2009 y los primeros meses de 2010, enviados de los cabecillas de la red que regularizaba brasile?as gracias a la participaci¨®n directa de agentes de extranjer¨ªa empezaron a hacer llegar a las testigos mensajes alarmantes, en persona o v¨ªa m¨®vil. Ya entonces les advert¨ªan de que Ad¨¢n y Pulleiro iban a quedar pronto en libertad, y las invitaban a marcharse del pa¨ªs, a esfumarse y volverse ilocalizables para la investigaci¨®n. Si no cumpl¨ªan, los polic¨ªas colaboradores les har¨ªan la vida imposible.
Desde entonces, ¡°sufriendo una desprotecci¨®n total y absoluta¡±, como se denuncia desde Aliad-Ultreia, la mayor¨ªa ya han huido. Por el juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 1 llegaron a pasar varios cientos de mujeres, y muchas de estas viven ahora en otros pa¨ªses de Europa o han regresado a Brasil. Pero tambi¨¦n aparecen en el sumario otras que se han quedado, con la esperanza de rehacer su vida en otro trabajo. Las hay que a estas alturas no han tirado la toalla y a¨²n aspiran a renovar su permiso de residencia sin recurrir a su condici¨®n de testigos protegidas, porque prefieren hacer valer ante el Ministerio del Interior su digno empleo de limpiadoras. Otras, en cambio, han vuelto a llamar a la puerta de alg¨²n club gallego porque fuera de ellos, en un pa¨ªs con seis millones de parados, no encuentran salida. Para el Estado son invisibles.
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