Ya no se puede ir tirando
Tenemos que discutir c¨®mo replanteamos funciones y formatos de funcionamiento de las administraciones p¨²blicas
Ni el escenario actual ni el que, previsiblemente, tendremos en los pr¨®ximos meses y a?os, permiten mantener la estrategia del ¡°ir tirando¡±, tan propia de los poderes p¨²blicos y de las administraciones a su cargo en ¨¦pocas anteriores. Nadie sabe c¨®mo hacer funcionar las estructuras de decisi¨®n e implementaci¨®n de las pol¨ªticas p¨²blicas, sin recurrir al incrementalismo como aceite que engrasaba contradicciones y supl¨ªa la falta de informaci¨®n adecuada para poder decidir con criterios de eficiencia. La maquinaria administrativa aparece ahora m¨¢s como obst¨¢culo que como instrumento para afrontar los dilemas del cambio de ¨¦poca. Y ello es grave, puesto que socava la credibilidad de lo p¨²blico. Ya que mucha gente confunde la necesidad de afrontar colectivamente los problemas comunes (lo genuinamente p¨²blico) con lo que ser¨ªan tareas espec¨ªficas de las instituciones y administraciones p¨²blicas.
El funcionamiento de las administraciones p¨²blicas nunca se ha basado en estrictos criterios de eficiencia y de racionalidad econ¨®mica. Y por mucho que los adalides de la ¡°Nueva Gesti¨®n P¨²blica¡± se esforzaran en ello desde la ¨¦poca de Thatcher y Reagan, los avances en esa l¨ªnea han sido modestos. Es verdad que se ha ido incorporando una cierta preocupaci¨®n por la relaci¨®n coste-resultado, pero ha sido m¨¢s ret¨®rica que real, y se ha aplicado m¨¢s a proveedores externos que a la propia administraci¨®n. Los que claman para que las administraciones funcionen de manera tan eficiente como lo hacen las empresas mercantiles (sic), no son conscientes de las radicales diferencias entre una y otra esfera de intervenci¨®n. Ya que si bien en ambos casos se lidia con objetivos, recursos y personas, la diferencia relevante es que las administraciones p¨²blicas no escogen el sector o el ¨¢mbito en el que intervienen por razones de expectativa de negocio, sino por obligaci¨®n legal, y que las restricciones que implica gestionar con dinero de todos exige cautelas para nada evidentes en el sector mercantil. Pero, si bien todo ello es cierto, no deber¨ªa ser obst¨¢culo para que las administraciones cambiaran sus formas de funcionar cuando todo estalla a su alrededor. Y esa exigencia es a¨²n mayor cuando nada hace suponer que vuelvan las ¡°buenas ¨¦pocas¡± en que cada a?o aumentaba el presupuesto.
En efecto, frente al cl¨¢sico paradigma del decisor racional que parte de la clara determinaci¨®n de objetivos y de una espec¨ªfica informaci¨®n sobre los efectos de cada decisi¨®n, las administraciones p¨²blicas han tendido a funcionar de otra manera. Todo es demasiado complicado para poder encontrar una ¨²nica forma de justificar lo que se hace. Mientras en la esfera mercantil, simplificando, todo se reduce a la cuenta de resultados, en las administraciones p¨²blicas has de combinar criterios de legalidad, de equidad, de eficiencia y de legitimidad pol¨ªtica. Y bien puede ocurrir que los resultados de tu gesti¨®n hayan sido magn¨ªficos, pero que si no te has gastado el presupuesto que ten¨ªas, te tachen de mal gestor. Como dec¨ªa Lindblom, lo que permite ¡°ir tirando¡± o ¡°salir del paso¡± no es ni la racionalidad econ¨®mica ni el ¡°presupuesto base 0¡±, sino el acuerdo basado en que los otros no discutan lo que yo hago y yo tampoco discutir¨¦ lo que hacen otros, siempre que todos subamos nuestra asignaci¨®n presupuestaria, aunque s¨®lo sea un poco. Cuando ello no es posible, queda el recorte del gasto aplicando el incrementalismo al rev¨¦s (decrementalismo). Todo consiste en no hacerse demasiado da?o, y cortar a todos m¨¢s o menos lo mismo, para no tener que discutir prioridades. El problema es que el decrementalismo sin prioridades no hay qui¨¦n lo resista un a?o tras otro cuando las posibilidades de que las cosas mejoren son m¨ªnimas. Estamos ah¨ª. Artur Mas califica la situaci¨®n de ¡°emergencia¡± y de ¡°supervivencia¡±. Pero busca salida en una flexibilizaci¨®n del d¨¦ficit. Viajamos con las ¡°luces cortas¡±. Nadie pone las ¡°largas¡±. No podemos ¡°seguir tirando¡±, ni con incrementalismo ni con decrementalismo. Tenemos que discutir como replanteamos funciones, tareas y formatos de funcionamiento de las administraciones p¨²blicas. Protejamos personas y lugares de trabajo, pero no maneras de hacer, rigideces y sistemas de operar que no tienen futuro alguno y que van a conducir a que perdamos todos. No es un problema t¨¦cnico ni de expertos. Es un tema esencialmente pol¨ªtico.
Artur Mas califica la situaci¨®n de ¡°emergencia¡± y de ¡°supervivencia¡±. Pero busca salida en una flexibilizaci¨®n del d¨¦ficit.
Joan Subirats es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la UAB.
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