M¨²sica finlandesa y Beethoven brillan en los conciertos de abono de la OSG
Una m¨²sica pura, llena de serena, profunda y dur¨ªsima emotividad, fue el objetivo y el gran logro de Vuolanne, con un gran acompa?amiento de Lintu y la OSG.
Dos finlandeses han sido los principales int¨¦rpretes de un programa de m¨²sica finlandesa en su primera parte. Hannu Lintu, y Risto Vuolanne, contrabajista principal de la OSG, hicieron una soberbia versi¨®n de Angel of dusk, de Rautavaara. Desde la luz orquestal de los primeros acordes surgi¨® el contrabajo de Vuolanne, que a lo largo del primer movimiento, His first appearance, reflej¨® como un dolor sereno las duras descargas de la orquesta.
En His monologue la maestr¨ªa instrumental de Vuolanne fue veh¨ªculo id¨®neo para la tremenda soledad de la partitura. Sus pizzicati de mano izquierda en el registro bajo fueron los espaciados latidos de un coraz¨®n cansado marcando su tiempo a los delicados tr¨¦molos de un arco en perpetuo movimiento de ascenso y descenso. Canto en dobles cuerdas, glissandi, vertiginosos arpegios, delicad¨ªsimos arm¨®nicos en el registro agudo, m¨¢s all¨¢ de la tastiera, fueron solo las herramientas; una m¨²sica pura, llena de serena, profunda y dur¨ªsima emotividad, fue el objetivo y el gran logro de Vuolanne, con un gran acompa?amiento de Lintu y la OSG.
Una deliciosa nana del tambi¨¦n finland¨¦s Armas J?rnefelt permiti¨® recuperar una respiraci¨®n m¨¢s tranquila tras tanta y tan dura emotividad. El canto del contrabajo y la transparencia de la celesta de Alicia Gonz¨¢lez Permuy obraron el milagro.
Antes, la OSG y Lintu hicieron una hermosa versi¨®n de la Sinfon¨ªa n? 7 de Sibelius -una excelente muestra de momento art¨ªstico y vital en que la escribi¨® el finland¨¦s y culmen de su cat¨¢logo sinf¨®nico pese a la mayor popularidad de la Segunda-. Lintu supo reflejar fielmente el continuo fluir de climas sonoros de su ¨²nico movimiento y su oscuridad estuvo salpicada aqu¨ª y all¨¢ por momentos realmente brillantes, como una aurora boreal iluminando una oscura noche invernal. Los tres c¨¦lebres solos de tromb¨®n, hitos sonoros de la obra, resultaron sobrecogedores en el instrumento de Jon Etterbeek.
Tras el descanso, otra S¨¦ptima, tal vez la m¨¢s famosa: la de Beethoven. En los tres primeros movimientos, la lectura de Lintu tuvo transparencia de sonido, ritmo, fuerza y tempi perfectamente ajustados. El Allegro con brio final se desarrollo en un frenes¨ª de velocidad con el que el director finland¨¦s sorprendi¨® incluso a los m¨²sicos de la Sinf¨®nica. Se ve¨ªa claramente que no fue as¨ª como se hab¨ªa ensayado. En el concierto del s¨¢bado, tras tocar el Allegretto con tiempo bastante m¨¢s lento que el viernes, los m¨²sicos de la OSG convirtieron la excesiva pero ya esperada rapidez en un impulso de magn¨ªfica energ¨ªa. ?Qui¨¦n dijo que la alta velocidad nunca llegar¨ªa a Galicia?
Y, como siempre, los solos: el oboe de David Villa, la flauta de Claudia Walker Moore y la trompa de Manuel Moya sonaron con la misma magn¨ªfica calidad los dos d¨ªas. La irregularidad de Lintu en Beethoven no fue impedimento para el ¨¦xito de unos conciertos realmente memorables en su conjunto.
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