Versiones de una noche sin sue?o
Joan Oll¨¦ ofrece una visi¨®n po¨¦tica de ¡®La Chunga¡¯, de cuyo papel protagonista Aitana S¨¢nchez-Gij¨®n acaba cogiendo las riendas al final
El burdel La casa verde era un lagarto tendido en la arena. De ni?o, a Mario Vargas Llosa le gustaba jugar con sus amigos de Piura a sorprender, gritando sus nombres, a quienes se dispon¨ªan a entrar. Veinte a?os despu¨¦s, lo convirti¨® en el eje de una novela inmensa y, pasados cuarenta, en el tel¨®n de fondo de La Chunga, drama protagonizado por alguno de sus personajes: la due?a de un bar del barrio chabolista de La Mangacher¨ªa, y los Inconquistables, cuatro jugadores de naipes, entre los que se singulariza Josefino, que provee de pupilas al lupanar y anda ahora trabaj¨¢ndose a la Meche.
Lo que arranca como estampa costumbrista transoce¨¢nica, orquestada insuficientemente por direcci¨®n e int¨¦rpretes, cuando la atm¨®sfera del espect¨¢culo se afianza y el texto entra en materia acaba revel¨¢ndose como un precedente claro de obras de ¨¦xito con bouquet experimental como Tres versiones de la vida, de Yasmina Reza, en la que su autora pinta tambi¨¦n, trece a?os despu¨¦s que Vargas Llosa, sendos bocetos de un solo suceso, para que sea el p¨²blico qui¨¦n componga al cabo el cuadro definitivo. Cierto que en La Chunga una versi¨®n de lo acontecido entre su protagonista y la Meche est¨¢ m¨¢s desarrollada y parece m¨¢s veraz que otras, pero todas conforman una imagen calidosc¨®pica final, que es la que vale.
El breve primer acto resulta largo, en buena medida porque no acabamos de identificar a esa mujer recia, de barriada, en la figura de Aitana S¨¢nchez-Gij¨®n, y porque ni la feminidad ni las maneras de Irene Escolar (cuya on¨ªrica entrada muda est¨¢ soberbiamente compuesta por Joan Oll¨¦, el director, y Andr¨¦s Corchero, asesor de movimiento) son las de una flor de arrabal, y porque el coro de Inconquistables no termina nunca de armonizar sus voces.
LA CHUNGA
Autor: Mario Vargas Llosa. Int¨¦rpretes: Aitana S¨¢nchez-Gij¨®n, Irene Escolar, Asier Etxeandia, Tom¨¢s Pozzi, Rulo Pardo y Jorge Calvo. Vestuario: Miriam Compte. Luz: Lionel Spycher. Escenograf¨ªa: Sebasti¨¤ Brosa. Direcci¨®n: Joan Oll¨¦. Teatro Espa?ol. 25 de abril.
El segundo acto es otro cantar. La primera versi¨®n del encuentro ¨ªntimo entre Meche y La Chunga est¨¢ todav¨ªa entre dos aguas (bien el tanteo entre ambas, su progresiva toma de confianza; peor, el pudor con que est¨¢ tratado el semidesnudo de la jovencita); pero la segunda toma el rumbo justo, pilotada por Jorge Calvo, con quien Escolar encuentra, ahora s¨ª, los acentos y el tono de su personaje. La tercera, se sale de madre cuando Oll¨¦ sustituye la azotaina sadomaso que Vargas Llosa propone, por una penetraci¨®n a cuchillo. En cambio, su decisi¨®n de hacer cuasi real la violaci¨®n de La Chunga por Josefino, es la levadura madre que eleva esa escena y que proporciona a S¨¢nchez-Gij¨®n el trampol¨ªn desde el que zambullirse a pelo, por fin, en los baj¨ªos de su personaje. Est¨¢ crecida en esas dos escenas finales. Elocuente como el filo de una daga el Josefino de Asier Etxeandia.
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