Un derecho en extinci¨®n
Los recortes en la Ley de Dependencia asfixian a los enfermos y sus familias. El Gobierno ha pasado de financiar la mitad de los recursos a aportar solo el 26%. La Junta admite que el sistema est¨¢ en peligro
"La paga a las cuidadoras de la dependencia se rebaja un 15%". "El Gobierno resta otros 200 millones de euros a la dependencia¡±. "El Ejecutivo dejar¨¢ de cotizar por las cuidadoras¡±. "Salud calcula que se perder¨¢n 4.000 empleos de ayuda a domicilio¡±. Estos titulares publicados en este peri¨®dico en 2012 resumen algunas de las medidas m¨¢s duras decretadas en los primeros meses del Gobierno de Mariano Rajoy contra el sistema de atenci¨®n a los dependientes. Pero si la frialdad de los n¨²meros nunca plasma fielmente la realidad que hay detr¨¢s, en el caso de la dependencia las cifras ni se acercan a reflejar el drama que dejan los recortes.
La vida de Rosa Guijo y su hija Estefan¨ªa s¨ª que lleva marcada cada tijeretazo que se ha dado al sistema. La chica, que en agosto cumplir¨¢ 17 a?os, tiene reconocida una discapacidad del 89% y en 2009 su familia solicit¨® una ayuda a la dependencia. Los t¨¦cnicos aconsejaron que lo mejor era una prestaci¨®n para que cuidara de ella alguien de su entorno, en este caso su madre. Pero la ayuda no lleg¨® hasta 2011. A Rosa le deben 16.000 euros de la retroactividad de esos dos a?os. La Junta ten¨ªa que haber empezado a pagar en 2012, pero no lo ha hecho.
Mientras la familia espera el dinero, los recortes han agravado la situaci¨®n: la prestaci¨®n de Rosa ha bajado de 520 euros a 440, el Gobierno ha dejado de cotizar por ella a la Seguridad Social y ha decretado el copago para los batidos hipercal¨®ricos con los que se alimentaba la chica (que no puede tragar alimentos s¨®lidos). ¡°Los 440 euros los gasto casi enteros en medicamentos y pa?ales. Yo he tenido que dejar de cotizar y a la ni?a le hago comida normal l¨ªquida porque los batidos cuestan much¨ªsimo¡±, cuenta Rosa. Para ella, su marido y los otros dos hijos de la pareja les queda el sueldo de ¨¦l, que cobra el salario m¨ªnimo, 645,3 euros al mes.
En 2012 cotizaban 54.527 cuidadores familiares; hoy solo lo hacen 4.374
Los 183.186 dependientes (datos a 31 de marzo) de Andaluc¨ªa beneficiarios de alguna prestaci¨®n sufren situaciones parecidas a las de esta familia de Sevilla. Las personas que les cuidan, tambi¨¦n. Cuando en julio de 2012 se aprob¨® el decreto por el que el Gobierno dejaba de cotizar por los cuidadores familiares, hab¨ªa en Andaluc¨ªa 54.527 cuidadores cotizando. Hoy solo quedan 4.374.
La dependencia funciona como un sistema de vasos comunicantes entre todas las administraciones, que en tiempos de bonanza peleaban por atribuirse los logros del sistema y ahora esquivan las culpas. Cuando en 2007 se aprob¨® la Ley de Dependencia se dise?¨® una financiaci¨®n compartida a partes iguales entre el Estado y la Junta. As¨ª funcion¨® los primeros a?os, pero en 2012 se rompi¨® definitivamente el equilibrio: de los 1.335 millones de euros que requiri¨® la aplicaci¨®n de la ley el a?o pasado, la Junta aport¨® el 74% y el Gobierno, el 26%.
¡°El Ejecutivo de Rajoy ha ido retir¨¢ndose y as¨ª es muy dif¨ªcil mantener el sistema¡±, se?ala Jes¨²s Huerta, director de la Agencia de Servicios Sociales y Dependencia de Andaluc¨ªa. En 2012, el Gobierno recort¨® en 89 millones de euros los recursos destinados a la dependencia para la comunidad. La Junta estima que en 2013 el recorte llegar¨¢ a 115 millones. En total, 214 millones que han dejado de llegar en dos a?os.
Huerta se afana por demostrar con datos que Andaluc¨ªa est¨¢ haciendo lo posible para tapar los agujeros que ha dejado el Ejecutivo central. ¡°Hemos aportado 2,3 millones para paliar la reducci¨®n de la ayuda a las cuidadoras, que en vez del 15% en Andaluc¨ªa es del 13,2%. Estamos en conversaciones con el sector para lograr un gran acuerdo que garantice la sostenibilidad¡±, explica. Pese a los recortes, a?ade el responsable de la agencia andaluza, los dependientes andaluces beneficiarios de prestaciones son el 25% del total (la poblaci¨®n andaluza representa algo m¨¢s del 18% de la espa?ola). ¡°No podemos negar que tenemos dificultades. Hemos perdido el 20% del presupuesto. Pero intentamos compensarlo¡±, afirma.
El decreto de exclusi¨®n que aprobar¨¢ el Consejo de Gobierno el martes contempla 20 millones de euros para frenar la ca¨ªda del empleo en la ayuda a domicilio. La Junta transferir¨¢ ese dinero a los Ayuntamientos y las Diputaciones, encargados de pagar a estos trabajadores y que llevan meses protestando por las deudas que acumula el Gobierno andaluz. Pero ?puede Andaluc¨ªa suplir todo lo que deja de ingresar el Estado? Jes¨²s Huerta admite que no. ¡°Si el Gobierno sigue recortando, la dependencia est¨¢ en peligro. Nosotros solos no podemos¡±.
Jos¨¦ Manuel Ram¨ªrez, presidente de la Asociaci¨®n Estatal de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales, advierte de que los recortes en dependencia, adem¨¢s de ¡°desalmados¡±, son ¡°antiecon¨®micos¡±: desde que se aprob¨® la ley este es el sector que m¨¢s empleo crea en proporci¨®n a la inversi¨®n p¨²blica: 30 puestos de trabajo por cada mill¨®n de euros invertidos, adem¨¢s de un 43% de retorno econ¨®mico a las arcas p¨²blicas en IVA, IRPF y Seguridad Social.
Ram¨ªrez ha sido muy cr¨ªtico con la labor de la Junta en dependencia. ¡°Era un sistema de asistencia ampl¨ªa pero low cost¡±, apunta. Hoy admite que Andaluc¨ªa ¡°no puede hacer mucho m¨¢s¡± con la situaci¨®n que ha creado el Ejecutivo central. ¡°Han desmantelado el sistema¡±. A la gesti¨®n actual del Gobierno andaluz le critica sobre todo la ralentizaci¨®n de las entradas de nuevos dependientes al sistema, que ha generado una lista de espera de casi 56.000 enfermos que tienen reconocido el derecho a prestaci¨®n pero no han empezado a recibirla.
Pero el mayor temor de Ram¨ªrez es el mismo expresado en los ¨²ltimos meses por los responsables de la Junta: los decretos estatales buscan privatizar la atenci¨®n a los dependientes. ¡°Pretende cambiar un derecho por un sistema basado en un subproducto financiero: el seguro privado de dependencia. Quien tenga dinero lo pagar¨¢ y quien no, ir¨¢ a la beneficencia¡±, predice Ram¨ªrez, que teme que la asistencia p¨²blica a los dependientes pasar¨¢ a la historia como ¡°un derecho ef¨ªmero¡±. Una an¨¦cdota de los a?os dorados.
¡°Solo queremos para nuestros familiares lo que necesitan¡±
Mar¨ªa Sans se resiste en inicio a las fotograf¨ªas. ¡°No me hagas fotos que ahora rompo la c¨¢mara¡±, dice a sus 87 a?os. ¡°De joven era rubia, de pelo rizado y ojos azules¡ cuando pasaba un torero me echaba la capa¡±, recuerda entre risas. Es dependiente y padece p¨¢rkinson y alzh¨¦imer. En apenas unos minutos pasa de la sonrisa al llanto y mezcla sus recuerdos.
Desde hace siete a?os vive con su hijo menor y su nuera, Ana Mar¨ªa Red¨®, que lleg¨® de Barcelona hace tiempo para cuidar a su madre, ya fallecida. De cuidar a personas mayores sabe un rato, Mar¨ªa no es la primera, ni la tercera. Ana lleva pr¨¢cticamente toda su vida al cuidado de alg¨²n familiar aunque pocos ha estado dada de alta. Sabe, por la experiencia de los a?os, lo que necesitan. ¡°Levantarlos, cambiarlos, poner una v¨ªa¡¡±, enumera.
Como ella, m¨¢s de mil personas se han unido en la plataforma Atrasos por la Ley de Dependencia en Andaluc¨ªa. En su caso reclama a la Junta 7.654 euros de la retroactividad en la concesi¨®n de la ayuda y que ten¨ªan que haberle pagado por plazos desde marzo de 2012, aunque aclara que la deuda total es de 19.139 euros. ¡°No pido que nos paguen los dos a?os de golpe, pero algo, una parte¡±, afirma. Las mensualidades s¨ª llegan puntualmente, pero los 347 euros (antes 397) no son suficientes para atender las necesidades de su suegra.
¡°Hay que comprar los pa?ales, deber¨ªamos adaptar la ba?era, hacerle una dentadura nueva, pero no nos llega. Y eso que la silla de ruedas nos la facilitaron en el ambulatorio¡±. Ana Mar¨ªa, su marido y su hijo viven desde hace a?os con Mar¨ªa Sans. Recientemente se han mudado ya que viv¨ªan en un piso sin ascensor y ahora lo hacen en una casa al norte del municipio de Almu?¨¦car (Granada).
Han optado por el barrio de Torrecuevas. El marido de Ana Mar¨ªa est¨¢ en paro y como la casa nueva tiene terreno plantan algunas verduras y cr¨ªan animales. ¡°Hay que ir tirando¡±, dice la cuidadora. Con los papeles sobre la mesa, reclama que ¡°la Junta cumpla el contrato que tiene, pedimos que se cumpla la ley¡±.
Mar¨ªa est¨¢ pendiente de la conversaci¨®n y a veces interviene. ¡°No me llega para los dientes¡±, explica. ¡°Al estar m¨¢s delgada, no hay carne y en hueso la dentadura que tengo de antes me hace da?o¡±, dice.
Aunque tiene momentos de enfado, en los que se vuelve agresiva, es evidente que Mar¨ªa est¨¢ a gusto con los cuidados de su nuera, lo que no impide que se emocione al recordar a los hijos que no ve tanto. ¡°Mi marido era un gran cazador¡±, cuenta, ¡°los s¨¢bados y domingos cog¨ªa la escopeta, se iba a la monta?a, pegaba al conejo y lo tra¨ªa¡ ten¨ªamos diez hijos¡±.
La cuidadora desea que su suegra ¡°pueda gastar en vida el dinero que necesita y le ha sido reconocido¡±. Hacerle la vida un poquito m¨¢s f¨¢cil. ¡°Son personas que han sufrido mucho, ?por qu¨¦ tienen que seguir sufriendo ahora los dependientes?¡±. Est¨¢ cansada de la respuesta de la crisis, ¡°hay dinero que deben de antes¡±, critica, ¡°y lo ¨²nico que queremos es lo que nuestros dependientes necesitan¡±.
En un caso tambi¨¦n angustioso se encuentra Victoria Tello, cuidadora de su hijo de nueve a?os, con dependencia severa. Viven en Motril. ¡°Yo ten¨ªa trabajo fijo, lo dej¨¦ ya que la ley as¨ª lo exig¨ªa y ahora ya no tengo ni seguro ni nada¡±. El menor tiene un trastorno por d¨¦ficit de atenci¨®n con hiperactividad. ¡°Duerme tres horas, no tiene sentido del miedo, ni del dolor¡±.
En concepto de atrasos le deben 6.000 euros que ser¨ªan necesarios para el psic¨®logo, logopeda y el tratamiento que recibe. ¡°Es muy cara la medicaci¨®n, ahora nos est¨¢ ayudando mi suegro, pero ese no es el plan¡±, explica. Igual que Ana Mar¨ªa recibe puntualmente la mensualidad desde que le concedieron la ayuda, pero reclama los atrasos: ¡°No queremos nada m¨¢s que lo que nuestros dependientes necesitan, y que la Administraci¨®n se deje de darnos excusas¡±, zanja.
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