Un empresario del ocio nocturno: ¡°Los Casuals ten¨ªan a la gente acojonada¡±
Los testigos alegan que no reconocen su voz o que iban borrachos para desdecirse
En medio del ejercicio de desmemoria en el que se est¨¢ convirtiendo el juicio a los Casuals ¡ªla facci¨®n m¨¢s violenta de los ultras del Bar?a¡ª se alz¨® ayer la voz de un empresario que no se arredr¨® ante la presencia intimidatoria de 29 acusados con cuerpos de gimnasio. Uno de los due?os de la empresa Matin¨¦e, dedicada al ocio nocturno, ratific¨® que los miembros de la banda provocaron altercados en sus discotecas: ¡°Todos los porteros hablaban de ellos. Se peleaban con los clientes. Ten¨ªan a la gente acojonada¡±, afirm¨® tras un biombo que le imped¨ªa ser visto por los acusados, cada vez m¨¢s c¨®modos en la sala de vistas: r¨ªen, escriben notas en papel, comen pipas, gritan ¡°?haaaala!¡± cuando oyen algo que les disgusta e incluso dan palmaditas en el hombro a alg¨²n testigo amn¨¦sico.
El empresario explic¨® que dio instrucciones a sus porteros para que les vetaran la entrada. Pero no le obedec¨ªan. ¡°Cuando llegaban, avisaban por walkie: est¨¢n los Casuals. No interven¨ªan porque ten¨ªan miedo, nadie pod¨ªa hacer nada¡±, declar¨®. El tormento en las discotecas de Matin¨¦e, dijo, dur¨® dos a?os. La fiscal¨ªa acusa al grupo, presuntamente liderado por Ricardo Mateo, de traficar con drogas, propinar palizas por encargo y extorsionar a due?os de discotecas. A cambio de evitar las violentas irrupciones en los locales, seg¨²n la fiscal¨ªa, los acusados exig¨ªan dinero o ser contratados como vigilantes de seguridad.
¡°Est¨¢ usted mintiendo¡±, dice la fiscal a la v¨ªctima de una agresi¨®n
Pese a su valiente declaraci¨®n, el empresario no pudo acreditar la extorsi¨®n porque no la sufri¨® en sus carnes. Sus dos fuentes de informaci¨®n son indirectas. Una es el jefe de seguridad de Matin¨¦e ¡ªtestigo protegido xx9¡ª que le cont¨®, seg¨²n ¨¦l, la intenci¨®n de los Casuals de controlar la venta de droga en las discotecas. La otra son los empresarios del sector del ocio nocturno. ¡°Todos habl¨¢bamos de este tema, nos ten¨ªa bastante preocupados. (...) A m¨ª en particular nadie me dijo que metiera a sus porteros, s¨¦ lo que me han contado de otros locales¡±, declar¨® en la Audiencia de Barcelona. Si no denunci¨® antes la situaci¨®n, insisti¨®, fue ¡°por miedo¡±.
El resto de testigos siguieron la senda del ¡°ni me acuerdo ni quiero acordarme¡±, que amenaza con socavar los cimientos del caso. La fiscal pide elevadas penas de prisi¨®n ¡ª119 a?os, en el caso de Mateo¡ª porque considera que los Casuals integran una asociaci¨®n il¨ªcita que cometi¨® un sinf¨ªn de delitos. Pero sin los testigos ¡ªque se est¨¢n desdiciendo de sus acusaciones por temor a represalias¡ª debe basar sus acusaciones en las conversaciones telef¨®nicas.
¡°Me retracto de los nombres que he dado, lo retiro¡±, afirma un portero
En la jornada de ayer, la desmemoria roz¨® el esperpento. Uno de los testigos, portero de discoteca, lleg¨® a negar que su voz fuera la que se escucha en los pinchazos telef¨®nicos. En la conversaci¨®n, el portero implicaba a casuals en un incidente. Pero ayer no recordaba nada: ¡°Ir¨ªa borracho¡±, se limit¨® a decir. Otro testigo, que en su d¨ªa denunci¨® haber sido agredido por el grupo, lo neg¨®. El alcohol tambi¨¦n fue, en su opini¨®n, determinante: ¡°Antes beb¨ªa y dec¨ªa barbaridades¡±. El hombre rechaz¨® que su rectificaci¨®n tenga que ver con el miedo. ¡°Tengo miedo a la polic¨ªa¡±, dijo. Y a?adi¨® que los Mossos le ¡°coaccionaron¡± para acusar a miembros de la banda.
El tercer desmemoriado, que tambi¨¦n implic¨® a casuals en las llamadas, dijo que lo hizo solo para ¡°desahogarse¡±. ¡°Me retracto totalmente de los nombres que he dado. Lo retiro¡±, afirm¨® sin m¨¢s. El cuarto y ¨²ltimo testigo fue m¨¢s all¨¢. Helios M., un habitual de la noche barcelonesa, fue agredido en marzo de 2009 en un restaurante de Castelldefels por Mateo y otro hombre, seg¨²n la fiscal¨ªa. Le dejaron una cicatriz en la cara. En su d¨ªa, identific¨® a los autores y afirm¨® que portaban armas. Ayer neg¨® este extremo y se mostr¨® incapaz de identificar a nadie. ¡°Est¨¢ usted mintiendo¡±, le espet¨® la fiscal Ana Gil, que le acus¨® de falso testimonio. Es la segunda vez que lo hace en un juicio en el que la magistrada combate la creciente sensaci¨®n de impotencia con una reprimenda cada vez que los acusados alzan la voz: ¡°El que no se porte bien ser¨¢ expulsado de la sala¡±.
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