Una gu¨ªa agr¨ªcola de 500 a?os
Alcal¨¢ imprimi¨® en 1513 el primer tratado escrito en castellano sobre agricultura
La ciudad madrile?a de Alcal¨¢ de Henares incorpora a sus innumerables atributos hist¨®ricos el de haber sido, hace ahora cinco siglos, capital espa?ola del saber campesino. Su flamante imprenta alumbr¨® en 1513 la?Agricultura general, primer libro de trasunto netamente agr¨ªcola escrito en su totalidad en lengua castellana. En la feraz ribera hortelana del r¨ªo Henares, el talaverano Gabriel Alonso de Herrera (1470-1539), hijo de agricultores toledanos acomodados, asisti¨® a la publicaci¨®n de su obra, considerada precursora de la moderna agricultura espa?ola. A¨²n hoy, algunos de los conocimientos aportados en este prodigioso libro son motivo de consulta por parte de jardineros, horticultores y tambi¨¦n j¨®venes ingenieros agr¨®nomos.
A la recopilaci¨®n de saberes campesinos en la estela de escritores cl¨¢sicos como Plinio el Viejo, Virgilio, Cat¨®n, Teofrasto, Varr¨®n, el hispano-romano Columela, Palladio o el m¨¢s cercano en el tiempo Pietro Crescenti, Alonso de Herrera a?adi¨® elaboradamente una nueva propuesta que arrumbaba viejos usos rurales y algunas supersticiones, para incorporar conocimientos agropecuarios innovadores, derivados de observaciones y pr¨¢cticas emp¨ªricas casi id¨¦nticas a las que cient¨ªficos de las dos centurias posteriores desplegar¨ªan, ya como tratadistas ilustrados.
La obra de Herrera versa sobre la labranza del campo; las propiedades de las plantas, particularmente los ¨¢rboles y las rosas; el pastoreo; la crianza y domesticaci¨®n de animales, desde abejas a las aves de corral; la caza, los alimentos y los frutales, as¨ª como nociones sobre medicina rural, de veterinaria y de combate contra plagas; todo ello distribuido en seis libros, divididos a su vez en 48 sustanciosos cap¨ªtulos; a ellos se a?aden ¨²tiles calendarios de siembra y recolecci¨®n por cada mes del a?o, adem¨¢s de indicaciones pr¨¢cticas sobre se?ales y previsiones de lluvia, viento, granizo, hielo, turbiones y tempestades.
Alternativa al lat¨ªn
A la rica cosecha acopiada de conocimientos y pr¨¢cticas, am¨¦n de su ordenada exposici¨®n sistematizada, agreg¨® Herrera el esfuerzo por trascender el lat¨ªn, hasta entonces vigente en todo tipo de escritura, as¨ª como la laboriosa ideaci¨®n de un lenguaje agrario propio y netamente castellano, con innovadoras propuestas ensalzadas por Consolaci¨®n Baranda, profesora de la Universidad Complutense. Baranda resaltaba en un enjundioso art¨ªculo acad¨¦mico el car¨¢cter pionero en Europa de la obra de Alonso de Herrera y remarcaba el perfil de los retos ling¨¹¨ªsticos e ideol¨®gicos que tuvo entonces que sortear.
Claro que el tratadista talaverano cont¨® con el apoyo irrestricto del franciscano cardenal primado y arzobispo de Toledo, el madrile?o de Torrelaguna, Gonzalo Xim¨¦nez de Cisneros (1436-1517), regente y hombre fuerte de la pol¨ªtica castellana de la ¨¦poca, en los albores del siglo XVI. Cisneros, desde posiciones human¨ªsticas, quiso impulsar no s¨®lo la lengua vern¨¢cula, castellana, como singular contribuci¨®n al Renacimiento pos-medieval de las Artes, sino tambi¨¦n las Ciencias en Espa?a, a la saz¨®n potencia emergente con proyecci¨®n mundial tras el encuentro con Am¨¦rica impulsado por Isabel I de Castilla y Fernando de Arag¨®n.
Un hermano de Herrera, Hernando, tambi¨¦n humanista de esp¨ªritu renacentista, suceder¨ªa a Antonio de Nebrija en su c¨¢tedra universitaria de Gram¨¢tica en Salamanca. Se ha barajado la influencia que pudo tener el hermano gram¨¢tico de Alonso a la hora de ilustrar en el naciente castellano su ¡°Agricultura general¡±. Por orden de Cisneros, el libro ser¨ªa distribuido gratuitamente entre los campesinos.
Secretos ¨¢rabes
Otro de los timbre de distinci¨®n que jalonan la ejecutoria cient¨ªfica de Alonso de Herrera fue su prop¨®sito, consumado, de incorporar a la cultura agraria castellana los conocimientos desarrollados durante siglos en la mitad meridional de Espa?a por los campesinos musulmanes, sobre todo en lo concerniente a la horticultura. As¨ª lo destaca Luciano Labajos, jardinero de la Casa de Campo de Madrid y autor de varios libros sobre jardines y horticultura, entre otros Jardiner¨ªa tradicional en Madrid, escrito en colaboraci¨®n con Luis Ram¨®n-Laca (Ediciones La Librer¨ªa, 2007). ¡°Herrera march¨® a Granada y all¨ª extrajo copiosos conocimientos de las artes seculares de los hortelanos y agricultores andalus¨ªes¡±, explica Labajos.
La sofisticaci¨®n y esmero de los agricultores ¨¢rabes en el cuidado de huertos y jardines impresionaron gratamente al talaverano, del que Labajos cree que conoc¨ªa las obras de Ibn Wafid (1080) y de Abu Zacaria, ya del siglo XIII. Si bien Alonso de Herrera hab¨ªa crecido en la f¨¦rtil vega del Tajo, donde sus padres hab¨ªan desarrollado una acomodada existencia gracias a las cosechas cerealeras t¨ªpicas de Castilla, pudo en Andaluc¨ªa instruirse en las sofisticadas t¨¦cnicas del regad¨ªo empleadas por los avezados campesinos moriscos. Con ello, sus conocimientos agr¨ªcolas se vieron complementados y completados de una manera singular y ¨²nica, ya que ning¨²n pa¨ªs de Europa occidental hab¨ªa contado en su suelo, con la excepci¨®n de Espa?a, con una cultura rural alternativa tan rica y variada como la ¨¢rabo-musulmana, inspirada a su vez en la preconizada por los tratadistas cl¨¢sicos romanos, traducidos por los isl¨¢micos.
Gesta te¨®rica
Seg¨²n subray¨® el pensador Eloy Terr¨®n en una edici¨®n cr¨ªtica de 1996? de la obra de Herrera, la aproximaci¨®n de la metodolog¨ªa cient¨ªfica acometida por Herrera al estudio del mundo rural constituy¨®, hace ahora 500 a?os, una gesta te¨®rica de extraordinario alcance. Y ello habida cuenta de que las condiciones tanto sociales y econ¨®micas ¡ªgeneralmente adversas y arbitrarias¡ª de la vida del campesinado a la salida de la Edad Media, adem¨¢s de las pugnas castellanas entre agricultores y ganaderos de la Mesta -casi siempre resueltas a favor de estos- as¨ª como las determinaciones meteorol¨®gicas tan amenazantes en el d¨ªa a d¨ªa de los campesinos y sus familias, aport¨® a la agricultura renacentista unas dosis de racionalidad y de cientificidad muy necesarias para combatir la fatalidad que en tantas ocasiones llev¨® al campesinado al hambre y a posiciones en extremo conservadoras, signadas por la superstici¨®n o la supercher¨ªa.
Raro era entonces disociar del santoral religioso de la ¨¦poca la fecha para el comienzo de una faena campesina. Aunque los vestigios de la superstici¨®n no desaparecieron plenamente del texto de Alonso de Herrera, su tratamiento, empirismo y metodolog¨ªa aplicados al estudio de la agricultura en Espa?a configuraron una monumental contribuci¨®n a la ciencia agr¨ªcola, a la horticultura y la jardiner¨ªa de su ¨¦poca y a las de los tiempos venideros.
En este a?o, varias instituciones y municipios vinculados al tratadista talaverano barajan la financiaci¨®n de actos conmemorativos y nuevas ediciones de su escritura, que fue reimpresa en 1620, 1649, 1790 y 1818 ¡ªesta edici¨®n a cargo de la Real Sociedad Matritense de Amigos del Pa¨ªs¡ª y en 1996 por el entonces Ministerio de Agricultura, entre otras fechas. Todas ellas se vieron signadas por cinco centurias de sabidur¨ªa campesina.
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