Escultores de notas perfectas
El oficio de elaborar instrumentos sigue transmiti¨¦ndose de padres a hijos Algunos de los mejores lutieres de Espa?a tienen sus talleres en Madrid
"H¨¢blale y nota c¨®mo vibra", dice el lutier Rafael Montemayor, al tiempo que susurra algo y siente c¨®mo la madera del viol¨ªn se estremece. "El instrumento es como la voz humana, no hay dos iguales. Y cuando se juntan muchos en una orquesta, es la variedad t¨ªmbrica, como un coro". Este madrile?o de 45 a?os lleva 23 reparando y haciendo violines, violas y violas de gamba (m¨¢s grandes que una viola y que se tocan como el violonchelo), entre otros. La crisis, dice, se est¨¢ notando bastante. "Como en todos lados. Esta profesi¨®n no es especial".
En Madrid hay unos 15 talleres como el suyo (solo de artesanos de instrumentos de arco, guitarreros hay muchos m¨¢s, pero como algunos no se registran para ejercer se complica su recuento). En un armario reposan 25 instrumentos colgados de cuerdas por el m¨¢stil, todos en filas de a cuatro. Cada uno de sus violines cuesta entre 14.000 y 20.000 euros y los vende principalmente a m¨²sicos profesionales y estudiantes avanzados. De pie sobre un soporte descansa su mejor trabajo. Un viol¨ªn color miel con incrustaciones de ¨¦bano en cuya elaboraci¨®n invirti¨® dos a?os. "Este no est¨¢ a la venta".
En el verano de 1995 se march¨® a Paris para aprender a reparar violines con el lutier y arquetero Bernard Millant. Antes estudi¨® en el Instituto Profesional Internacional de la Artesan¨ªa del Viol¨ªn y la Madera de Cremona, ciudad lombarda del norte de Italia. Las familias de artesanos Amati, Stradivari y Guarneri hicieron all¨ª sus m¨¢s famosas obras. De los stradivarius, los m¨¢s renombrados, se conservan alrededor de 600 instrumentos y por ellos se paga un precio muy elevado. Uno, el Lady Blunt, hecho en 1721, alcanz¨® los 11 millones de euros en subasta en 2011 y el dinero fue destinado a los damnificados por el tsunami de Fukushima, en Jap¨®n. Algunos violines han sido robados o han protagonizado historias rocambolescas. "En la Guerra Fr¨ªa, se pasaron por correo algunos stradivarius desmontados en piezas desde la Uni¨®n Sovi¨¦tica hasta Occidente, donde eran luego ensamblados", explica Carlos Moreno, de El luthier de ?pera.
El secreto para hacier un viol¨ªn de calidad superior, como esos es, seg¨²n el lutier Fernando Solar, la pericia del maestro artesano y su manera de concebir su trabajo. "Lo mejor que podemos hacer es volver la vista atr¨¢s y retomar las ense?anzas donde dejaron de crecer (siglo XVIII)", cuenta. "Hay una manera de entenderlo que se sale de la geometr¨ªa pura y entra en el terreno de lo mental. Esa mentalidad se enterr¨® con Stradivari. Con su muerte empez¨® el declive. Pero podemos resucitarlo". Moreno ahonda en esa direcci¨®n: "De alg¨²n modo, los stradivarius han quedado impresos en el inconsciente colectivo como s¨ªmbolo de perfecci¨®n. En cierta forma todos intentamos copiarlos".
La de los Solar es una saga familiar que va ya por la tercera generaci¨®n. El patriarca de la familia, y fundador de la casa en 1948, fue su padre, tambi¨¦n Fernando. "A los ocho a?os se hizo su primer viol¨ªn de forma totalmente autodidacta. Debi¨® de ver una foto en alg¨²n peri¨®dico y lo hizo. Es m¨¢s un juguete que otra cosa". Todav¨ªa lo conservan en su tienda, en la calle del Divino Pastor, en Bilbao. "La mayor desilusi¨®n de su vida fue cuando abri¨® un viol¨ªn y vio que estaba vac¨ªo. Se dijo: ¡®?Madre m¨ªa. Ahora qu¨¦ hago yo!'".
Por su memoria desfilan im¨¢genes de su progenitor cortando, puliendo, desbastando los grandes bloques de madera para liberar el instrumento oculto en su interior. "El pasar todos los d¨ªas entre virutas de madera y olor a barniz a la vuelta del colegio, pues te dices ¡®este es mi ambiente, mi mundo".
Con 61 a?os, Fernando entregar¨¢ las riendas del negocio familiar a su hijo, de 33 y llamado como ¨¦l. "Los padres tenemos estrategias para empujar a los hijos de alguna manera sutil, pero siempre sin obligar, para continuar nuestros pasos", dice mientras se r¨ªe. Por eso ya ha comprado madera suficiente para su hijo y su nieto, si es que decide seguir sus pasos. "Se requiere un acopio de maderas muy buenas y muy viejas (arce y abeto, principalmente). Las que nosotros usamos las compr¨® mi padre hace 40, 50 y hasta 60 a?os. En alg¨²n caso yo a¨²n no hab¨ªa nacido".
Entre ambos hacen unos siete instrumentos al a?o, que venden por entre 17.000 (viol¨ªn) y 28.000 euros (violonchelo) cada uno. "Tengo a gala que el primer chelo de la Orquesta Sinf¨®nica Nacional es m¨ªo. Esa es la publicidad, ahora tengo el encargo de otros tres chelos. As¨ª te acreditas, obras son amores: instrumentos funcionando", asegura Solar. Esa reputaci¨®n le permite capear el temporal mejor que otros colegas. Hace tiempo decidi¨® prescindir de la publicidad porque, cuenta, no les hace falta y para evitar que la gente se acerque a curiosear. "No dejamos de ser bichos raros, una reminiscencia del pasado".
El espacio para la innovaci¨®n es escaso. Moreno cuenta que en sus primeros a?os como maestro "violetero" hizo unas violas de gamba con un dise?o m¨¢s libre. "Unos m¨²sicos que vinieron de Barcelon los probaron y su reacci¨®n no fue muy buena, aunque sonaban bastante bien". El temor a que los profesionales le diesen de lado y a que su nombre estuviese ligado para siempre con unos instrumentos que se alejaban de la ortodoxia le hizo destruirlos. "Yo ten¨ªa una chimenea en casa y era invierno. Aquella misma noche los quem¨¦ en la hoguera (unos siete u ocho instrumentos). Con el barniz, prendieron muy r¨¢pido. Ese recuerdo se me ha quedado grabado. Sent¨ª pena, pero tambi¨¦n alivio".
En el taller de la familia Conde, maestros guitarreros, est¨¢n Pepe y Rafael Habichuela, Miguel de C¨®rdoba, Paco de Luc¨ªa y Rafael Riqueni, entre otros muchos artistas. Encerrados en su c¨¢rcel de madera y cristal, sus im¨¢genes enmarcadas saludan al visitante. "Para Felipe y Mariano, los mejores guitarreros del mundo. Un abrazo", dice una de las dedicatorias.
Domingo Esteso fund¨® esta casa en 1915. Nueve a?os despu¨¦s entraron como aprendices los hermanos Faustino y Mariano Conde, t¨ªo y padre, respectivamente, del actual due?o del taller, Felipe Conde, ade 57 a?os y al frente desde 1989. Fueron ellos quienes hicieron la famosa primera guitarra del m¨²sico canadiense Leonard Cohen, premio Pr¨ªncipe de Asturias de las Artes 2011. "Cog¨ª mi guitarra Conde, hecha en Espa?a hace 40 a?os m¨¢s o menos. La saqu¨¦ de la caja y parec¨ªa hecha de helio, muy ligera. Me la puse en la cara y la ol¨ª, est¨¢ muy bien dise?ada, la fragancia de la madera viva", dijo el artista en el discurso de agradecimiento. Otros clientes famosos son Lenny Kravitz, Cat Stevens, Enrique de Melchor, David Barney, Al Di Meola y Bob Dylan. "La mejor recompensa es que grandes como Paco toquen tu guitarra. Es algo m¨¢gico".
Su hijo Felipe (21 a?os) es tambi¨¦n su aprendiz y, aunque estudia Sociolog¨ªa en la universidad, se prepara para coger las riendas del negocio alg¨²n d¨ªa. De este taller, a pocos pasos del Teatro Real, salen cada a?o entre 20 y 30 guitarras que, si son de primera calidad, venden a unos 18.000 euros. Aseguran que la crisis ha afectado principalmente al mercado interno. "En cuanto al comprador aficionado ha habido un baj¨®n importante, no as¨ª en el profesional". El 95% (antes era el 80%) acaba export¨¢ndose a pa¨ªses como Rusia, Estados Unidos, Jap¨®n, Singapur e Inglaterra (antes era el 80%). "Vienen muchos rusos. Su pa¨ªs tiene una gran cultura musical y, como all¨ª hay que pagar aranceles muy grandes, les trae pagar un billete a cuenta venir aqu¨ª directamente". Las redes sociales les ayuda a darse a conocer y llegar a m¨¢s clientes. "Estamos muy presentes en Facebook y Twitter. Adem¨¢s acudimos a ferias musicales como al Musikmesse de Frankfurt, el m¨¢s importante en el sector".
Otro asunto que levanta ampollas es, en opini¨®n de algunos artesanos, la minusvaloraci¨®n del lutier espa?ol. Montemayor pone como ejemplo la reparaci¨®n del violonchelo del cuarteto de Palacio, un stradivarius, que se rompi¨® en abril del a?o pasado durante una sesi¨®n fotogr¨¢fica y cuya reparaci¨®n se encomend¨® a un maestro colombiano afincado en Nueva York. "Hay una desconfianza hacia los lutieres de aqu¨ª que hace que se prefiera a los de fuera", explica. Francisco Gonz¨¢lez, presidente de la Asociaci¨®n Espa?ola de Lutiers y Artesanos Arqueteros, discrepa. "En Espa?a hay muy buenos lutiers, pero la tradici¨®n aqu¨ª, excepto con las guitarras, es m¨¢s corta. En otros pa¨ªses, como Francia, Inglaterra y Alemania tienen una tradici¨®n de siglos", cuenta. "Puede haber algo de esnobismo, pero tambi¨¦n muchas garant¨ªas. Reparar una pieza exclusiva, una joya ¨²nica como el chelo de palacio, requiere un margen de error de cero, y en eso hay que ser realistas".
Carlos Sabraf¨¦n, de 53 a?os, hace y repara guitarras y bajos ac¨²sticos y el¨¦ctricos, en su taller, junto a la Gran V¨ªa. "La clientela ha bajado mucho. Much¨ªsimo", explica. "Piensa en los gastos de mantener el taller, que es un local alquilado. La crisis nos est¨¢ haciendo mucho da?o".
Trabaja por encargo y entre sus clientes tiene a conocidos m¨²sicos, aunque prefiere no desvelar sus nombres. ¡°El encargo m¨¢s extra?o, que tambi¨¦n fue un bajo de dos m¨¢stiles unidos por la cabeza, como siameses¡±. Una de sus guitarras puede valer entre 3.500 y 4.000 euros. Su clientela es fija y est¨¢ fidelizada. El boca a boca hace el resto. ¡°Si lo que buscas es un trabajo de calidad, siempre es mejor la segunda opci¨®n¡±.
En Espa?a no existe ninguna escuela reglada, advierte el presidente de la asociaci¨®n espa?ola de lutiers. La manera m¨¢s com¨²n para aprender el oficio es entrar en un taller como aprendiz, como recuerda Solar. "El maestro ense?a los rudimentos, pero hay cosas que luego el alumno ha de desarrollar por s¨ª mismo. Le hemos dado a los instrumentos el tratamiento de piezas de madera y no lo son: son poes¨ªa y eso yo no se lo puedo ense?ar a nadie".
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