Placebos contra el paro juvenil
Las nuevas medidas europeas y andaluzas van a ser insuficientes
Casi al mismo tiempo, la Junta de Andaluc¨ªa y varios Gobiernos europeos han hecho p¨²blicos planes contra el paro juvenil.
El nuestro aprob¨® otro programa de incentivos, esta vez creando, entre otras cosas, un original Bono de Empleo Joven. Y las autoridades europeas han acordado desbloquear partidas por valor de 16.000 millones de euros m¨¢s un cr¨¦dito adicional de 10.000 millones para fomentar la educaci¨®n, la innovaci¨®n y el empleo juvenil.
Hay que felicitarse de que por fin se materialicen medidas espec¨ªficas contra esta lacra, aunque haya sido tarde si se tiene en cuenta que desde que empez¨® la crisis se sab¨ªa que iba a estallar, pues anteriores recesiones ense?aron que los j¨®venes sufren m¨¢s pronto y en mucha mayor medida los estragos del paro. Su gravedad se constata teniendo en cuenta que de 1996 a 2006 se perd¨ªan en el mundo una media de 191.000 empleos juveniles cada a?o y que solo entre 2007 y 2008 se perdieron 6,7 millones.
El problema no es ya solo el paro de los j¨®venes sino tambi¨¦n el empleo de poco valor a?adido, precario e incluso indigno que ocupan cuando son contratados
Pero, aunque sea positivo que los Gobiernos comiencen a actuar, me temo que este tipo de medidas, por muy bien intencionadas que sean, van a resultar muy insuficientes.
La andaluza, porque en el mejor de los casos solo beneficiar¨¢ a un porcentaje peque?o de los j¨®venes parados y porque la experiencia demuestra que la ret¨®rica liberal en que se basa, hay que abaratar el coste del trabajo para crear empleo, no es realista. Sabemos, por el contrario, que por muchas ayudas que se le den a las empresas para contratar, j¨®venes en este caso, no van a hacerlo si no tienen demanda y financiaci¨®n suficientes. Un reciente informe de la OCDE sobre empleo juvenil lo confirmaba al asegurar que las actuaciones sobre el mercado de trabajo apenas lo crean por s¨ª solas.
Las propuestas de la Uni¨®n Europea, si finalmente se llevan a cabo, ser¨¢n igualmente poco efectivas. Se trata, por un lado, de cantidades exiguas (142 euros por persona menor de 25 a?os). Por otro, nada puede asegurar que vaya a ser joven todo el empleo que contraten las empresas beneficiadas por el incremento de actividad que impulse esa inyecci¨®n de dinero. Y eso, descontando que tratar simplemente de fomentar la contrataci¨®n juvenil no es suficiente porque a estas alturas el problema no es ya solo el paro de los j¨®venes sino tambi¨¦n el empleo de poco valor a?adido, precario e incluso indigno que ocupan cuando son contratados, algo que requiere un tratamiento adicional del que no se habla.
Desgraciadamente, no basta con abordar el problema del paro juvenil como un mero asunto de mercado de trabajo o incluso como algo ajeno a la situaci¨®n general del empleo en nuestras econom¨ªas (de hecho, hay otros grupos de poblaci¨®n, sobre todo de mujeres o inmigrantes, con tasas de paro semejantes). Estudios recientes demuestran que, adem¨¢s de pol¨ªticas macroecon¨®micas muy distintas a las de austeridad que se aplican, es preciso desarrollar con urgencia otras estrategias integrales que abarquen asuntos muy diversos: la reforma de los sistemas educativos para que dejen de ser autorreferenciales desde el punto de vista del empleo y para que favorezcan el dise?o de trayectos laborales adaptables al entorno; o pol¨ªticas contra la falta de actividad vital, la incultura, la abulia y la p¨¦rdida de horizontes, o incluso contra la falta de estima personal de cada vez m¨¢s j¨®venes, que obligan a actuar sobre ellos, sobre sus familias y su entorno para ampliar su permanencia en el sistema educativo y su participaci¨®n en la vida ciudadana y para ense?arles capacidades socioemocionales de las que tan a menudo carecen.
Con cifras r¨¦cord de desempleo y del n¨²mero de j¨®venes que ni estudian ni trabajan ni hacen nada, lo que comenzamos a vivir es una crisis de civilizaci¨®n que hay que abordarla como es, compleja y de gran escala, y con todos los medios y desde todas las perspectivas. No se trata de colocar de cualquier forma a unos pocos miles de j¨®venes sino de plantearnos seriamente cu¨¢l queremos que sea el futuro de nuestra sociedad.
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