Prostituta y, adem¨¢s, sin papeles
¡°Si no tuviera esa deuda con el ¡®prestamista¡¯ me iba ma?ana mismo", se escucha en las Cortes
Golpes y amenazas van en el precio. Intentan no hablar de ello, como si los treinta euros que paga el cliente por un servicio le diera derecho a decir una palabra m¨¢s alta que la anterior. Todo se complica si la prostituta, adem¨¢s, est¨¢ sin papeles y con el l¨®gico miedo a ser expulsada del pa¨ªs. Acercarse a la calle de las Cortes, en Bilbao, la misma semana en la que se han descubierto los cr¨ªmenes de Ada Ortuya y Jennifer Rebollo, las dos prostitutas que el falso maestro Shaol¨ªn ha asesinado en los ¨²ltimos d¨ªas, no resulta f¨¢cil. La discreci¨®n es la ley de la calle, la ¨²nica forma de evitar miradas indiscretas. Callan m¨¢s que hablan ante una situaci¨®n en la que, sin papeles y con la familia a miles de kil¨®metros, todo les es adverso. Tienen miedo, mucho miedo, y no se f¨ªan ni de su sombra.
E., una mujer latinoamericana de 40 a?os y madre de dos hijos adolescentes en su pa¨ªs de origen, s¨ª se f¨ªo. Pero de la persona equivocada. Pag¨® 4.000 euros a una persona que ella llama ¡°prestamista¡± y que le dej¨® el dinero sin ning¨²n tipo de explicaci¨®n. Hab¨ªa escuchado hablar de ella porque ya hab¨ªa prestado dinero a otras chicas para cruzar el charco. Les promet¨ªa una especie de para¨ªso en el que encontrar¨ªan empleo en poco tiempo.
El perfil se repite: mujeres j¨®venes con carga familiar en sus pa¨ªses
¡°Varias conocidas llegaron a Espa?a a trav¨¦s de ella y encontraron trabajo cuidando personas mayores y cobrando unos mil euros al mes¡±, cuenta. Ella se excusa, y dice que ha tenido mala suerte, que ha llegado ¡°en el peor momento por la crisis¡±. Y que en cuatro meses, por mucho que lo ha intentado, ¡°no le ha salido nada¡±. El final, que dice llevar¨¢ ¡°a la tumba¡±, es ejercer la prostituci¨®n en la calle de las Cortes, la ¨²nica forma para que la ¡°prestamista¡± no le quite su casa, hipotecada en su pa¨ªs, dentro de dos meses. Es la fecha l¨ªmite que le ha puesto para devolverle la deuda. ¡°Si tuviera ese dinero, me ir¨ªa ma?ana mismo. Por eso estoy aqu¨ª, porque es dinero r¨¢pido¡±, sentencia.
El caso de E. es uno m¨¢s de los que cuentan las prostitutas sin papeles que ejercen en Bilbao. Trabajar de forma ilegal en Espa?a les supone un importante problema a la hora de agilizar la burocracia. Un problema de salud de un familiar puede ser un verdadero caos. ¡°Acud¨ª a la Cruz Roja para que me explicaran todos los papeles que ten¨ªa que rellenar, pero al no tener papeles lo dej¨¦. El sentimiento de culpa es grande, pero ?qu¨¦ voy a hacer si no estoy legal y si me presento en una instituci¨®n p¨²blica sin documentaci¨®n?¡±, se lamenta C., otra mujer latina dos portales m¨¢s all¨¢.
La vulnerabilidad que sufren estas mujeres ante la sociedad es de sobra conocida en Askabide, la asociaci¨®n que trabaja para la integraci¨®n de las prostitutas. Tienen su sede a dos pasos de la calle de las Cortes y conocen la realidad de estas mujeres a la perfecci¨®n. Miriam Arias, su responsable, es tajante respecto al tema y evidencia algo de lo m¨¢s l¨®gico: ¡°Si a nosotras nos cuesta denunciar ciertas situaciones teniendo familia, apoyo y papeles, ?c¨®mo lo van a hacer ellas en su situaci¨®n? Les dejamos claro que pueden denunciar ante la polic¨ªa las agresiones que sufren, pero siguen sin hacerlo por miedo¡±. Es la reacci¨®n que ellas mismas tienen ante el estigma de la prostituci¨®n.
Una mujer pag¨® 4.000 euros a un prestamista para trabajar en Bilbao
A pesar de que las necesidades de las chicas que acuden al centro var¨ªan ¡ªalgunas van en busca de informaci¨®n, otras a hacerse an¨¢lisis o simplemente a tomar un caf¨¦ con sus compa?eras¡ª el perfil se repite: mujer inmigrante, joven y con carga familiar en su pa¨ªs. ¡°Nada es est¨¢tico en esta vida, llevo 20 a?os en Askabide. Cuando entr¨¦ la mayor¨ªa eran nacionales y ahora son m¨¢s bien extranjeras, aunque sigue habiendo de todo¡±, detalla Arias.
A pesar de la idea generalizada de que la mayor¨ªa de las prostitutas extranjeras son ilegales, tambi¨¦n las hay con toda su documentaci¨®n en regla. Es la otra cara de la moneda: sin deudas de por medio trabajan para ellas mismas. V., una mujer brasile?a que supera los 40, es una de ellas. Trabaja por y para su hijo, que reside en su pa¨ªs. ¡°Y para mis caprichos y el alquiler del piso de 900 euros¡±, especifica.
Llego pr¨¢cticamente sin nada a trav¨¦s de una amiga hace dos a?os a Bilbao desde Asturias, y ha vivido alguna que otra situaci¨®n comprometedora. Pag¨® la novatada y en su primera semana, un cliente le rob¨® 80 euros y un m¨®vil reci¨¦n estrenado. Y s¨ª, lo denunci¨®.
¡°Tengo suerte de poder contarlo, porque nunca sabes con qui¨¦n vas. Hay que ser astuta. Y denunciar. Lo volver¨ªa a hacer, aunque entiendo a las chicas que sin papeles no lo hacen¡±. Arias lo confirma: ¡°Est¨¢n muy expuestas a la violencia, muchas no tienen la situaci¨®n administrativa regulada. Es un h¨¢ndicap dif¨ªcil al que hacer frente¡±.
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