Pastorear miserias
La ruptura de la disciplina en las Cortes evidenci¨® el malestar entre el grupo socialista y la direcci¨®n
Si las sesiones de control al presidente de la Generalitat en las Cortes sirvieran para medir la salud de la democracia en la Comunidad Valenciana, visto lo visto el pasado jueves en el Palau de Benicarl¨®, el diagn¨®stico es preocupante. Los populares acumulan tal cantidad de problemas que resulta un desider¨¢tum suponer que ser¨¢n capaces de hacer frente a alguno de los muchos retos a los que se enfrentan con cierta posibilidad de ¨¦xito. A las muchas voces que exigen m¨¢s decisi¨®n y menos gesti¨®n burocr¨¢tica se ha unido la de Eduardo Zaplana reclamando un nuevo proyecto pol¨ªtico. Viniendo de quien viene no es una opini¨®n balad¨ª, el mensaje que traslada, pese a la mesura con que se pronuncia en p¨²blico el expresidente, es claro: Lo que hay no sirve. No es el ¨²nico cargo relevante del PP que se expresa en semejantes t¨¦rminos. Esteban Gonz¨¢lez Pons, vicesecretario general de Estudios y Programas de los populares, echaba en falta en los pol¨ªticos valencianos ¡°esp¨ªritu imbatible, unidad y voluntad de vencer¡±. Se puede decir m¨¢s alto, pero no m¨¢s claro. En la direcci¨®n nacional del PP hay algo m¨¢s que preocupaci¨®n por el deterioro del ¡°activo electoral¡± (Rita Barber¨¢, dixit) que ha sido la Comunidad Valenciana para los conservadores. La contundencia con que Alberto Fabra se pronuncia sobre el futuro de los imputados y toda su ret¨®rica sobre tolerancia cero es tan fluida que solo transmite indecisi¨®n. Y lo mismo ocurre con sus reivindicaciones (que no son tales, seg¨²n le dijo Mariano Rajoy en la cara a Fabra) sobre el modelo de financiaci¨®n. Ni tan siquiera en una cosa en las que todos los valencianos est¨¢n de acuerdo es capaz el Consell de frenarle los pies a Crist¨®bal Montoro.
Las guerras intestinas y la desorientaci¨®n pol¨ªtica del (todav¨ªa) principal partido de la oposici¨®n tampoco ayudan a mejorar la calidad de vida democr¨¢tica. Los socialistas preguntaban el jueves al presidente por sus planes para hacer frente a la pobreza y al drama que supone para miles de familias el hecho de que sus hijos puedan empezar a pasar hambre con el cierre de los comedores escolares. No era un mal tema; pero no para la sesi¨®n de control, sino para un debate en profundidad en otro formato parlamentario. Pas¨® sin pena ni gloria. No as¨ª el l¨ªo en que se vieron envueltos con la propuesta de Esquerra Unida sobre la rep¨²blica. Ah¨ª, el PSPV mostr¨® todas sus carencias. Que cinco diputados de un partido que se reclama de izquierdas opten libremente por romper la disciplina de voto y se pronuncien, por activa o por pasiva, a favor de la rep¨²blica no deber¨ªa escandalizar a nadie. Es m¨¢s, habr¨ªa que asumir esta revuelta como una se?al de libertad democr¨¢tica. Pero no parece que fuera solo esa la causa de su decisi¨®n. La ruptura de la disciplina evidenci¨® el profundo malestar existente en el grupo parlamentario con la direcci¨®n del mismo. Diputados que han llevado el peso de las denuncias contra la corrupci¨®n (pienso en Clara Tirado) son sistem¨¢ticamente ninguneados por el t¨¢ndem Barcel¨®-Torres, al igual que otros que, por no pertenecer a la cofrad¨ªa de la ejecutiva del PSPV, son marginados o relegados a cuestiones meramente representativas (?ngel Luna, retirado a la fuerza en la mesa de las Cortes). Ximo Puig, que tan buen trabajo realiza cuando se trata de poner sobre la mesa temas de calado pol¨ªtico, aparenta no querer saber nada de lo que ocurre en el seno de su partido. Hace mal. Cualquier an¨¦cdota (y la votaci¨®n sobre la rep¨²blica lo es) basta para reventar las costuras. Lo de su vicesecretario general, Francesc Romeu, y su tuit, es pura demagogia y deslealtad.
Los dos grandes no son los ¨²nicos en pastorear sus miserias. EU prefiri¨® el oportunismo de dividir a los socialistas, antes que plantear cualquier otro tema social que preocupa mucho m¨¢s a los ciudadanos. En Andaluc¨ªa, donde gobiernan, ni se les ha ocurrido llevar al parlamento una propuesta semejante. Y Comprom¨ªs revela una habilidad para utilizar su izquierdismo populista con caracter¨ªsticas evanescentemente nacionalistas que ya quisieran para si el resto. La denuncia de M¨°nica Oltra sobre las reuniones en la Sindicatura de Comptes con Rafael Blasco fue oportuna; pero no hac¨ªa falta cargarla de adjetivos como ¡°secretas¡±. Un poco amarillista ya qued¨® la intervenci¨®n.
?Y todo esto quiere decir que los pol¨ªticos deben ser considerados una raza a extinguir? No. Pero si quieren salir del marasmo en que se encuentran y revertir la mala imagen que de ellos tienen los ciudadanos, no estar¨ªa de m¨¢s que hablar¨¢n de pol¨ªtica con may¨²sculas y dejar¨¢n sus indigencias para otros sitios que no fueran las Cortes Valencianas.
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