Una ayuda de la Xunta salva a ¨²ltima hora a una hist¨®rica ONG contra la droga
Las deudas asfixian a Asfedro, que lleva 28 a?os tratando en Ferrol a toxic¨®manos y atiende a 1.200 usuarios
En la comunidad terap¨¦utica de O Confurco s¨®lo hay tres reglas: sin drogas, sin violencia y sin sexo. La primera es el desaf¨ªo m¨¢s dif¨ªcil al que se han enfrentado nunca sus 18 internos: aprender a vivir sin las sustancias que han arruinado sus vidas. Son 16 hombres y dos chicas. Est¨¢n desintoxicados y su reclusi¨®n es voluntaria. En el rinc¨®n del reci¨¦n llegado escriben con tiza sus metas al lado de sus nombres. Tienen por delante una traves¨ªa vital dolorosa de seis a ocho meses que no siempre acaba en final feliz pero que es una puerta a la oportunidad.
?Hace 28 a?os que Asfedro, la Asociaci¨®n Ferrolana de Drogodependencia, combate esta lacra con un plan integral que va desde la prevenci¨®n a la reinserci¨®n pasando por dur¨ªsimo desenganche. Suman 4.100 historias cl¨ªnicas y 1.200 usuarios (700 con metadona) asistidos por 28 empleados (m¨¦dicos, enfermeros, administrativos, educadores y auxiliares) que se reparten entre dos unidades: 13 en la asistencial de la calle C¨¢diz, donde se realiza la triple valoraci¨®n social, m¨¦dica y psicol¨®gica, y 15 m¨¢s en la terap¨¦utica de Doni?os. Su batalla empez¨® en Caranza en 1985, casi al mismo tiempo que surg¨ªa Alborada en Vigo, o Aclad, en A Coru?a. Fue la reacci¨®n decidida de los vecinos contra la epidemia de la hero¨ªna que hipotec¨® el futuro de una generaci¨®n y seg¨® muchas vidas en esta barriada obrera de Ferrol, muy castigada por el paro y la reconversi¨®n naval.
O Confurco es el fruto de aquel germen. Es una finca rural de 12.000 metros cuadrados a medio camino entre Doni?os y el puerto exterior donde se levant¨® un centro de rehabilitaci¨®n p¨²blico con 22 plazas. Abri¨® sus puertas en junio de 1990 y Manuel Fraga descorri¨® la placa dos a?os despu¨¦s. Su construcci¨®n enfrent¨® a los vecinos del valle de Doni?os entre partidarios y detractores. La granja terap¨¦utica sobrevivi¨® a aquella batalla, pero dos d¨¦cadas despu¨¦s, los recortes han colocado a Asfedro en una situaci¨®n l¨ªmite. Una ayuda in extremis de la Xunta ¡ªque llevaba cuatro a?os reduciendo las subvenciones¡ª la ha salvado del cierre moment¨¢neamente. Pero su futuro sigue comprometido.
A la puerta de Asfedro han llegado padres con sus hijos drogadictos y tambi¨¦n padres e hijos adictos al mismo tiempo. Usuarios de todo tipo que van desde los 15 a?os hasta rondar los 70. Supervivientes de la epidemia de la hero¨ªna muy deteriorados f¨ªsicamente y tambi¨¦n deportistas de ¨¦xito, casi siempre hombres, en una proporci¨®n de cinco por cada mujer. ¡°Hemos conocido a segundas generaciones, a los ni?os que correteaban por aqu¨ª cuando ven¨ªan con sus padres a por metadona y que ahora tambi¨¦n consumen¡±, explica el director. La crisis y el paro han hecho mella y han detectado reca¨ªdas entre personas que llevaban un lustro rehabilitados.
El ¨²ltimo informe gallego sobre drogas colocaba a Ferrolterra como ¡°objetivo prioritario¡± aunque su tasa juvenil ¡ªfranja de m¨¢s consumo¡ª es notablemente m¨¢s baja que la de otras zonas. Entre Ferrol y Nar¨®n se cuentan seis campamentos chabolistas que funcionan como los supermercados de la droga del noroeste peninsular. Con todo, la Xunta retir¨® en 2010 los 90.000 euros con los que Asfedro financiaba su Plan Comunitario, un programa preventivo con el que solo contaban tres barrios gallegos particularmente complejos: Caranza (Ferrol), Vite (Santiago) y el Casco Vello de Vigo. Sin esa partida, la directiva despidi¨® a tres empleados, que recurrieron a los tribunales. Las indemnizaciones que les tuvieron que abonar fueron el primer escal¨®n de una deuda que les llev¨® a bordear la ruina y plantearse, hace unos d¨ªas, acudir al concurso de acreedores si la Xunta no les adelantaba un cuarto de una subvenci¨®n ya consignada. El Ayuntamiento, que les dio el premio Ferrolano del A?o en enero del 2011, apoya a la ONG con 3.000 euros anuales y les costea varios talleres.
La deuda alcanzaba los 169.000 euros y casi los aboca al cierre. Lanzaron un SOS desesperado. Ped¨ªan a la Xunta un adelanto de la subvenci¨®n de 2013 o avisaban de que tendr¨ªan que echar el candado a sus dos unidades: la asistencial de Caranza, y la terap¨¦utica de O Confurco dejando a 1.200 drogadictos en la estacada. Despu¨¦s de seis meses rogando por un rescate, el Gobierno gallego les respondi¨® el pasado jueves con un anticipo de 206.000 euros ¡ªel 25% de los 824.000 asignados en los presupuestos de este a?o¡ª que se firm¨® al d¨ªa siguiente. ¡°Es un parche que nos da liquidez puntual¡±, advierte Olga Basterrechea, presidenta de Asfedro.
Es el tercer a?o consecutivo que les recortan fondos: 254.000 euros menos desde 2010, y han llegado al l¨ªmite. ¡°Deb¨ªamos cinco meses de carne y pan¡±, se lamenta. Las facturas de luz, agua y tel¨¦fono engordaban en cajones sin fondos y 28 profesionales trabajaron casi tres meses sin cobrar despu¨¦s de haberse bajado el sueldo un 20% de media.
Para saltar el bache, Asfedro toc¨® las puertas de todos los ayuntamientos de la r¨ªa y cambi¨® peque?as aportaciones de fondos por cursos de prevenci¨®n en colegios y asociaciones. Recurri¨® a C¨¢ritas, la Cocina Econ¨®mica y al Banco de Alimentos para dar de comer a los 18 internos en rehabilitaci¨®n y dej¨® cuatro plazas vacantes porque no se pod¨ªa permitir otro plato m¨¢s en la mesa. Basterrechea, de 66 a?os, que cogi¨® las riendas de Asfedro de su marido cuando este falleci¨®, agradece a los proveedores locales la paciencia y a los vecinos, las peque?as donaciones. Y pide a la sociedad a que se implique en una batalla contra las drogas que est¨¢ lejos del final.
De convictos a padres de familia
Grafitis de animales adornan las paredes del patio en el que los internos de O Confurco juegan al baloncesto y al f¨²tbol. Reparten el tiempo entre talleres de inform¨¢tica, carpinter¨ªa y pintura. Se turnan por parejas para cocinar y presumen de lo sabrosas que son las lechugas de su huerto. Tienen 34 gallinas que ponen 30 huevos al d¨ªa, dos grandes invernaderos que trabajan tres o cuatro veces por semana y del que sacan kiwis, tomates, coliflores, puerros y cebollas. ¡°Todo cojonudo aunque las patatas nos las jodi¨® un jabal¨ª el mes pasado¡±, explica uno de los internos. La historia de J. es la de muchos. ¡°Empec¨¦ a poquitos y acab¨¦ probando mucho de todo¡±. Con 40 a?os, sabe bien lo que es columpiarse en el abismo. Lleva dos meses en rehabilitaci¨®n y en Santiago le esperan su mujer y su hija de cinco a?os.
Los usuarios comparten habitaciones, controles antidroga y charlas en las que resuelven las diferencias de una convivencia relativamente tranquila, dice Tamara. Es psic¨®loga y hace tres meses que trabaja para Asfedro como auxiliar. La precariedad econ¨®mica de la entidad hizo que en sus primeros 90 d¨ªas s¨®lo cobrara cuatro, aunque se lo toma con humor. Los internos van de 23 a 50 a?os y su perfil es tan diferente como sus historias: convictos o exconvictos, padres de familia, practicamente ni?os o funcionarios.
De todas las adicciones, la peor es el cocaetileno, advierte Gerardo Sabio, psic¨®logo cl¨ªnico y director t¨¦cnico. ¡°Es la mayonesa que fabrica el h¨ªgado cuando se mezclan coca¨ªna y alcohol¡±, precisa. Cuenta que los usuarios enganchados a la coca o la hero¨ªna ¡ªahora m¨¢s fumada que inyectada¡ª est¨¢n igualados, que abundan los adictos que trafican a peque?a escala porque ¡°el mercado se atomiza con la crisis¡± y avisa de los problemas mentales que encuentra en consumidores de cannabis.
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