Jaque fallido contra Comisiones Obreras
Pozuelo de Alarc¨®n evoca la detenci¨®n de los lideres del sindicato clandestino condenados en el proceso 1001 hace cuatro d¨¦cadas
Cuatro d¨¦cadas atr¨¢s, el sindicalismo clandestino sufri¨® en un entonces pueblecito del oeste madrile?o uno de los golpes m¨¢s duros de su historia: la detenci¨®n de sus diez principales l¨ªderes. A?o y medio despu¨¦s, un hist¨®rico 20 de diciembre de 1973, ser¨ªan condenados por el Tribunal de Orden P¨²blico a 162 a?os de prisi¨®n con penas de hasta 20 a?os y un d¨ªa, sin precedentes en Europa para dirigentes obreros. El sindicato Comisiones Obreras ha recordado aquel episodio con cuatro de sus diez protagonistas, precisamente sobre el mismo escenario donde sucedieron los hechos pero, en esta ocasi¨®n, con un r¨¦gimen de libertades de reuni¨®n, asociaci¨®n, manifestaci¨®n e imprenta por el que aquellos luchadores pugnaron con tes¨®n y ¨¦xito. Tres de los 10 detenidos entonces han muerto: Marcelino Camacho, Juan Mu?iz Zapico y Jos¨¦ Luis Fern¨¢ndez Costilla.
Pozuelo de Alarc¨®n, era entonces s¨®lo una peque?a localidad de la periferia madrile?a; en aquellas fechas de junio, se aprestaba a recibir a los primeros veraneantes procedentes de Madrid. All¨ª acostumbraban pasar los meses estivales familias que pose¨ªan o alquilaban casitas o chal¨¦s, como los que jalonaban las inmediaciones de la calle de Eustaquio Soler.
En los aleda?os de aquella tranquila calle, en un edificio de ladrillo vallado por una cerca de m¨¢s de dos metros, ten¨ªan un convento los Oblatos, una congregaci¨®n religiosa misionera. All¨ª se celebraban algunos ejercicios espirituales como los que dirig¨ªa el sacerdote jesuita Carlos Giner, director de la revista progresista Mundo Social. El jesuita le hab¨ªa pedido d¨ªas atr¨¢s a Marcelino Camacho, obrero fresador de la Perkins-Hispania y dirigente reiteradamente represaliado de las entonces clandestinas Comisiones Obreras, un art¨ªculo sobre el sindicalismo, cuyas actividades estaban a la saz¨®n fuertemente perseguidas por la polic¨ªa pol¨ªtica del r¨¦gimen franquista, la temible Brigada Pol¨ªtico Social.
Fresador, sacerdote, periodista
Al convento de los Oblatos hab¨ªa acudido Marcelino Camacho, soriano de 55 a?os, aquella ma?ana de San Juan de 1972. Viajaba junto al cura obrero de la construcci¨®n, el aragon¨¦s Francisco Garc¨ªa Salve, de 43 a?os, a quien llamaban Paco el Cura y con el periodista y abogado donostiarra Nicol¨¢s Sartorius, de 35 a?os. Camacho llevaba apenas 105 d¨ªas en libertad, tras salir de uno de los numerosos encarcelamientos sufridos por su militancia sindical como representante de sus compa?eros. Con ellos asist¨ªa a una reuni¨®n de la Coordinadora Nacional de Comisiones Obreras. La reuni¨®n, clandestina, cuidadosamente preparada, iba a celebrarse en el interior del tranquilo convento. Otros representantes sindicales de toda Espa?a acudir¨ªan a la importante cita procedentes de Andaluc¨ªa, Asturias, Catalu?a y el Pa¨ªs Vasco.
Sin embargo, los sindicalistas procedentes de Barcelona hab¨ªan detectado ya seguimientos policiales, que se encargaron de comunicar velozmente a los enlaces que hab¨ªan acudido a la estaci¨®n de ferrocarril a recogerles, para llevarles hasta Pozuelo de Alarc¨®n. Marcelino Camacho, Nicolas Sartorius y Paco el Cura llevaban desde tiempo atr¨¢s sospechando de un supuesto sindicalista, de nombre Diego Marcos Cruz, que no estaba invitado a la reuni¨®n estatal pero s¨ª sab¨ªa la fecha en que iba a celebrarse aquel encuentro. Tras las alertas de los sindicalistas catalanes, que se confirmaron a las 12.30 de aquella ma?ana, Camacho decidi¨® suspender la reuni¨®n, pese a que buena parte de sus asistentes ya se hallaba dentro del recinto conventual. Una peque?a discusi¨®n sobre un problema log¨ªstico presupuestario retuvo a los reunidos en el centro religioso y, cuando ya se aprestaban a salir, Camacho y Sartorius fueron abordados en una escalera por polic¨ªas de paisano que, entre gritos de ?Polic¨ªa, Polic¨ªa! les empujaron furiosamente pelda?os abajo. Conducidos a un garaje, se encontraron all¨ª esposado y sangrando por la nariz, tumbado en el suelo, al cura Francisco Garc¨ªa Salve que se hab¨ªa resistido a la detenci¨®n y fue brutalmente golpeado hasta su reducci¨®n. Tambi¨¦n el andaluz Fernando Soto fue tumbado al suelo abatido por tres polic¨ªas.
"Portaban metralletas"
"Portaban metralletas", recuerda Eduardo Saborido, trabajador sevillano de Hispano Aviaci¨®n. El convento se llen¨® de sociales, guardias civiles y miembros de la polic¨ªa armada: todos los sacerdotes del convento fueron violentamente congregados en un patio, entre quejas por la brutalidad que les fue aplicada; mientras, en varios veh¨ªculos Land Rover, diez dirigentes sindicales de toda Espa?a quedaron retenidos en su interior hasta que el convoy policial se puso en marcha hacia las cuatro de la tarde. La plana mayor de la Brigada Pol¨ªtico-Social acudi¨® al "fest¨ªn represivo", del cual comenzaba a alardear Al poco, los trabajadores detenidos fueron conducidos a la Direcci¨®n General de Seguridad -sede hoy del Gobierno regional en la Puerta del Sol- donde ser¨ªan interrogados por Saturnino Yague, jefe de la Social y sus adjuntos Delso y Gonz¨¢lez Pacheco, alias Billy el Ni?o. Poco despu¨¦s les fueron requisados relojes y cinturones para entregarles una manta a cada uno de ellos, que fueron encerrados en celdas sin ventanas del s¨®tano. Antes de ser apresados, se hab¨ªan puesto de acuerdo en decir la verdad: ¡°la reuni¨®n no se ha celebrado¡±, dijeron muchos de ellos. Otros enunciaron coartadas tan singulares como la del sevillano Fernando Soto, chapista de Hispano Aviaci¨®n, que invoc¨® el nombre del sacerdote franquista Venancio Marcos, a quien dijo venir a visitar a Madrid para pedirle trabajo.
De nada les sirvi¨®: tres d¨ªas despu¨¦s ser¨ªan todos ellos procesados y posteriormente condenados en total a 162 a?os de prisi¨®n, con condenas de entre 20 a?os y un d¨ªa para Marcelino Camacho y Eduardo Saborido, al que le sumaron 6 meses m¨¢s por utilizar un DNI falso, hasta los 19 a?os y un d¨ªa para Nicol¨¢s Sartorius y el Cura Paco; los 17 y 12 a?os para el resto de los asistentes.
Tanto Eduardo Saborido, como el andaluz Fernando Soto, el vasco Pedro Santisteban, entonces de 29 a?os, y Francisco Acosta, de 28 a?os, han evocado en Pozuelo de Alarc¨®n aquella detenci¨®n masiva de dirigentes obreros, preludio del llamado "Proceso 1001". Las dimensiones de las condenas rabiosamente pedidas por los jueces fascistas el 20 de diciembre de 1973, gener¨® una movilizaci¨®n interna e internacional de dimensiones sorprendentes. Sus ecos llegaron hasta Hollywood, donde hasta Marlon Brando se ofreci¨® en un principio a asistir al juicio, considerado ya por los historiadores como la expresi¨®n suprema de la arbitrariedad judicial m¨¢s flagrante perpetrada por el franquismo contra la libertad sindical y contra cualquier atisbo de organizaci¨®n libre de los trabajadores espa?oles.
Solo la muerte de Franco y la llegada de la democracia pudo detener aquella muestra suprema de barbarie judicial contra quienes se propusieron defender sindicalmente los derechos de los trabajadores. Poco tiempo despu¨¦s el s¨²bito enriquecimiento del supuesto sindicalista Diego Marcos Cruz, que mont¨® un establecimiento de cabar¨¦, permiti¨® confirmar que era un topo de la polic¨ªa secreta franquista. Para perpetrar su delaci¨®n se hab¨ªa introducido en una familia de izquierdas que, tras lo ocurrido, qued¨® destrozada y desunida para siempre.
Valor, tenacidad e inteligencia
Ante Josefina, esposa de Marcelino Camacho, Vicenta, hermana de aquel, Marcel y Yenia, hijos del l¨ªder de Comisiones Obreras y Paloma Adrados, alcaldesa de Pozuelo de Alarc¨®n, Jaime Cedr¨²n, Secretario general de CCOO Madrid, evoc¨® "el valor, la inteligencia y la tenacidad de Camacho y sus compa?eros", virtudes que reclam¨® para afrontar los retos que encaran hoy los trabajadores; su antecesor, Javier L¨®pez, ment¨® la frase de Paul Eluard "si el eco de su voz se debilita, pereceremos"; Francisco Naranjo, vicepresidente de la Fundaci¨®n Abogados de Atocha, record¨® el sacrificio heroico de los letrados asesinados en Atocha 55, y Paloma L¨®pez, en nombre de la Confederaci¨®n de Comisiones Obreras, citando a Luis Garc¨ªa Montero, se?al¨® que "el olvido es una forma dr¨¢stica de falsificaci¨®n de la historia".
Cerr¨® las intervenciones Eduardo Saborido quien calific¨® al r¨¦gimen franquista de liberticida y subray¨® que "el primer decreto del general fascista Queipo de Llano fue la supresi¨®n del derecho de huelga". M¨¢s delante dijo que el franquismo cre¨® "una profunda fosa de divisi¨®n entre los espa?oles, que s¨®lo actitudes hacia la reconciliaci¨®n nacional, como la seguida por las Comisiones Obreras, fueron capaces de cerrar". Saborido concluy¨® que, hoy como entonces, "necesitamos mucha fuerza, mucha rabia y mucho cari?o para proseguir la lucha por la defensa de los trabajadores".
Proceso 1001. Tiempos de clandestinidad. Espacio cultural Volturno. Volturno, 2. Pozuelo de Alarc¨®n. Hasta el 28 de junio.
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