?Y si nos permitimos una tasa de inflaci¨®n m¨¢s alta?
Volvamos la vista atr¨¢s. En el per¨ªodo 1960-73 muchos pa¨ªses industrializados experimentaron un r¨¢pido crecimiento, bajo desempleo y tasas de inflaci¨®n relativamente bajas (no superiores al 5%). Inmediatamente despu¨¦s, 1974-1981, la evoluci¨®n de estas variables cambi¨® de forma notable. Se redujo el crecimiento y aumentaron las cifras de desempleo y de inflaci¨®n. La nueva realidad propici¨® un giro en la pol¨ªtica econ¨®mica de los a?os ochenta que se preocup¨® exclusivamente por controlar la tasa de inflaci¨®n. Algunos pa¨ªses lo consiguieron. El Reino Unido, por ejemplo, redujo su inflaci¨®n de un 15.5% a un 5.5% y Alemania de un 4,9% a un 2,6%.
La victoria contra la inflaci¨®n, sin embargo, no vino acompa?ada de un crecimiento a largo plazo similar al de la d¨¦cada anterior. Por el contrario, a finales de los ochenta los grandes pa¨ªses industrializados no crec¨ªan lo suficiente para que el desempleo, que era elevado, se redujera de forma significativa. Los gobiernos estaban convencidos de que no hab¨ªa margen para poner en marcha pol¨ªticas que propiciaran este crecimiento. Como ahora, en aquella ¨¦poca, hubo economistas que apostaron por una intervenci¨®n activa de los gobiernos y los Bancos Centrales y otros, que tem¨ªan que ese tipo de actuaci¨®n a trav¨¦s de la pol¨ªtica monetaria expansiva, lo ¨²nico que iba a conseguir era aumentar la inflaci¨®n.
Es evidente que las circunstancias, entonces y ahora, no son las mismas y tambi¨¦n es evidente que las razones que han propiciado este descalabro que ahora hay que combatir son diferentes; pero si a?adimos estos hechos hist¨®ricos a los actuales creo que se entiende mejor el argumento que mantiene que si los Bancos Centrales decidieran apostar por el crecimiento, sin tanto miedo a que la inflaci¨®n aumente, la recuperaci¨®n podr¨ªa llegar antes y con m¨¢s fuerza. O incluso, el argumento que mantiene que el soportar algo de inflaci¨®n es la ¨²nica alternativa que nos permitir¨¢ salir de este atolladero sin renunciar por ello a todas las necesarias reformas estructurales y a los inevitables planes de reducci¨®n de los d¨¦ficits, planes que ya hemos aprendido tienen que ser cre¨ªbles a medio y largo plazo.
En la Uni¨®n Monetaria Europea (UEM) tenemos tasas de inflaci¨®n bajas pero no se ha intentado llevar a cabo una pol¨ªtica monetaria expansiva lo suficientemente potente como reactivar la actividad productiva. Seguimos pensando que el poder de los gobiernos, en particular el poder del Banco Central Europeo (BCE), para estabilizar las econom¨ªas es limitado y que no debe ser utilizado al no poder garantizar que aumente el empleo sin que se dispare la inflaci¨®n. Y la pregunta que muchos nos hacemos es ?pero realmente esto importa en el momento actual? Despu¨¦s de tanto tira y afloja en la pol¨ªtica econ¨®mica, ?no ha llegado el momento de convenir que una tasa de inflaci¨®n positiva y controlada nos puede generar m¨¢s beneficios que costes?
Ya sabemos que la inflaci¨®n no es una buena compa?¨ªa cuando hay agentes econ¨®micos que pueden cometer errores en sus predicciones (manteniendo expectativas equivocadas) y cuando no se producen los necesarios ajustes institucionales (en impuestos, en tipos de inter¨¦s, en los esfuerzos redistributivos¡).
Pero si la pol¨ªtica monetaria expansiva logra situarnos en una senda de crecimiento segura, algo imprescindible despu¨¦s de seis a?os de par¨®n (o colapso) en el consumo, la inversi¨®n, la producci¨®n y el empleo no cabe duda de que tendremos oportunidades de ocuparnos de la inflaci¨®n en su debido momento. Mientras hayamos de vivir con ella los gobiernos podr¨¢n actuar de forma que controlen sus efectos m¨¢s perversos. Hay mucha experiencia acumulada y se sabe c¨®mo hacerlo porque la inflaci¨®n nos ha acompa?ado muchos a?os y a muchos pa¨ªses.
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