Una diva seductora y cercana
Diana Krall ejerci¨® de anfitriona atenta, sonri¨® sin disimulo, dio conversaci¨®n y fue generosa con las partituras
Apareci¨® la hermosa dama rubia de ondulada cabellera con aire escurridizo, asom¨¢ndose por el lateral para tomar posesi¨®n de la banqueta, ajena a esos 1.900 pares de ojos que la contemplaban sin pesta?ear. Fue el ¨²nico gesto huidizo de Diana Krall durante su noche en el Price. Lejos de aquella frialdad hier¨¢tica de anta?o, ayer ejerci¨® de anfitriona atenta, sonri¨® sin disimulo, dio conversaci¨®n, fue generosa con las partituras y, sobre todo, suministr¨® la mejor lecci¨®n de sensualidad sutil (a¨²n te queda por aprender, Norah Jones) que se recuerda en meses. Ni rastro de aquella diva ausente y perfecci¨®n anodina que apareci¨® por estos Veranos de la Villa tres a?os atr¨¢s. Diana sedujo con sorna y sin estridencias, improvis¨® el repertorio sobre la marcha y dej¨® la sensaci¨®n, ahora s¨ª, de disfrutar con su trabajo. ¡°Imaginen que est¨¢n en el sal¨®n de casa¡±, sugiri¨® cuando se qued¨® sola en escena, justo antes de suscitar un refer¨¦ndum sobre qu¨¦ canciones abordar.
Si algo no le imagin¨¢bamos a Krall es un apartado de peticiones del oyente, pero anoche se mostr¨®, qui¨¦n sabe si por influencia de su santo esposo, m¨¢s ecl¨¦ctica que nunca. De Elvis Costello eligi¨® para el cierre Almost blue, pero antes hab¨ªa transitado por Tom Waits (un Temptation carnal y canalla, con el extraordinario trabajo del bater¨ªa Karriem Riggins y el guitarrista Aram Bajakian), Dylan (Simple twist of fate en un susurro), Nat King Cole (Exactly like you, dedicatoria incluida a sus reto?os), Fats Waller (I¡¯m gonna sing right down, aprendida junto a McCartney) o, en la impresionante fase de orgullo canadiense, Neil Young (Man needs a maid), Joni Mitchell (A case of you) y ?The Band! (Ophelia).
¡°Hay demasiadas grandes canciones que interpretar¡±, exclamaba esta Krall cercana y c¨®mplice, emp¨¢tica y, sobre todo, poseedora del don para alternar ternura, carnalidad y melancol¨ªa en cada frase. Tan c¨®moda como si estuviera bajo la ducha, pero ¨Ca diferencia del personaje de Woody Allen- sin necesidad de ducha. Al neoyorquino le encantar¨ªan esas poco difundidas canciones de los a?os veinte que la de Nanaimo ha rescatado para su ¨²ltimo disco; piezas sencillas y memorables sobre amor o rupturas, chaparrones y ba?os de sol. Un material con el que ayer nos supo transmitir las ganas de seguir viviendo y asumir que esto es bonito mientras dure. Aunque, bien lo sabemos en estos d¨ªas, pueda interrumpirse para siempre en un solo instante aciago.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.