Un homenaje a las 79 v¨ªctimas del tren pone fin a los siete d¨ªas de luto oficial

A las siete de la tarde en punto y bajo un sol que no luc¨ªa desde hac¨ªa varios d¨ªas en Santiago de Compostela ha dado comienzo el homenaje civil en el parque de Bonaval -detr¨¢s del pante¨®n de gallegos ilustres- a las 79 personas que perdieron la vida el pasado 24 de julio. As¨ª han finalizado los siete d¨ªas de luto oficial que el presidente de la Xunta, Alberto N¨²?ez Feij¨®o, decret¨® tras la tragedia del descarrilamiento del Alvia Madrid-Ferrol.

En un acto en el que los miembros del Gobierno gallego y de la oposici¨®n, vestidos todos de riguroso negro, se perd¨ªan entre la multitud de familiares, conocidos y espont¨¢neos, la emoci¨®n estaba a flor de piel. Gaitas, una orquesta y poemas de Rosal¨ªa de Castro han formado parte de este ¨²ltimo acto oficial de despedida.

"Rosalina, Ana Mar¨ªa, Benigno". "Juan, Luc¨ªa, Elena". De tres en tres Rosa Castro y Francisco L¨®pez (presentadores de la Televisi¨®n de Galicia) iban leyendo los 79 nombres de los fallecidos en el tren. De fondo, una m¨²sica que inspiraba calma despertaba sentimientos de tristeza y compasi¨®n entre los m¨¢s de 700 asistentes al homenaje y los que a¨²n quedaban por llegar.

"Cuesta mucho hablar en estas circunstancias", dec¨ªa Mar¨ªa Esperanza, una mujer que perdi¨® a su pareja en aquel maldito tren. Con un acento latinoamericano daba las gracias a los servicios de emergencias -tambi¨¦n presentes en el acto-, a la polic¨ªa, a los vecinos de Angrois, y a todo aquel que ayud¨® de una forma u otra aquel d¨ªa. "A los que donaron. ?Qu¨¦ m¨¢s se puede pedir que dar tu propia sangre!", exclamaba emocionada. "Pero no queremos venganza", concluy¨®. Anxo Puga, representante de los vecinos de Angrois, tambi¨¦n tuvo palabras de aliento para los familiares de las v¨ªctimas, aunque ahora "solo queda el silencio", dijo. Ana Mart¨ªnez, psic¨®loga que ha estado con las familias de las v¨ªctimas desde que la pesadilla comenz¨®, estaba visiblemente afectada y, remiti¨¦ndose a un poema escrito por una de sus compa?eras de profesi¨®n, mand¨® un "cari?oso y respetuoso" recuerdo a todas las localidades de las que proced¨ªan las v¨ªctimas.

Minutos antes del largu¨ªsimo aplauso que puso punto y final al homenaje, el himno gallego. Un hombre de mediana edad alzaba con fuerza la bandera de Galicia con un cresp¨®n negro que ya se ha hecho habitual en los balcones, las tiendas y los autobuses de la ciudad. Familiares, conocidos y desconocidos, cerraban as¨ª un ¨²ltimo homenaje. Detr¨¢s, en el c¨¦sped de la ladera de este parque con vistas a los tejados de Santiago, tres ni?as de unos cinco a?os jugaban a hacer la voltereta completamente ajenas a lo que all¨ª pasaba.?