Algo en verdad tremendo
Llibert Fortuny y Diego Amador, como si no hubieran hecho otra cosa en su vida que tocar juntos, ofrecieron una m¨²sica directa y altamente contagiosa
La receta es muy sencilla: se toman dos m¨²sicos de estilos muy diferentes y calidad probada y bien constrastada, se mezclan sobre el escenario procurando que ninguno pierda su personalidad, se agita todo muy suavemente y se sirve fr¨ªo, porque si funciona ya se calentar¨¢ solo. Claro que esa receta no es efectiva siempre, m¨¢s bien no suele funcionar, en m¨²sica las cosas no son tan f¨¢ciles y r¨¢pidamente se notan los productos prefabricados. Eso s¨ª, cuando funciona y se implican m¨¢s los corazones que las neuronas, el resultado suele ser francamente apabullante. Lo fue el pasado martes en la sala Jamboree de Barcelona cuando dos personalidades tan exuberantes y multidireccionales como el sevillano Diego Amador y el catal¨¢n nacido en Gran Canaria Llibert Fortuny volvieron a medirse sobre un escenario.
LLIBERT FORTUNY & DIEGO AMADOR
Jamboree
Barcelona, 30 de julio
Hace unos meses se reunieron por primera vez en recuerdo del productor discogr¨¢fico Mario Pacheco, esencial en sus carreras por separado (como en las de tantos muchos otros), y lo que parec¨ªa un encuentro fortuito solidific¨® de inmediato. Como si no hubieran hecho otra cosa en su vida que tocar juntos naci¨® una m¨²sica directa y altamente contagiosa, anclada por igual en el flamenco y en el jazz pero huyendo de la manida etiqueta flamenco-jazz al uso. Lo es, porque no puede ser otra cosa, pero lo suyo escapa a los t¨®picos para convertirse en algo fracncamente vital que nace y se transmite de forma natural. Una gozada para los sentidos a la que le sobra cualquier etiquetado.
La voz del peque?o de los Amador es terriblemente jonda pero su piano se pasea de la buler¨ªa a Thelonius Monk con una tremenda facilidad. Si a esa mezcla ya explosiva de por s¨ª le a?adimos el tenor (y los artilugios electr¨®nicos) del m¨¢s expansivo de nuestros saxofonistas, Llibert Fortuny, el resultado es un aluvi¨®n de ritmo, sensualidad y color que penetra directamente por todos los poros de la piel.
Como aditamento, un bajo y un bater¨ªa m¨¢s que solventes y la distancia corta de un club (en la que no cabe enga?o alguno), tremendo sin m¨¢s. Algo, en verdad, para consumirlo a grandes dosis y de forma continuada. La ¨²nica inc¨®gnita est¨¢ en saber si la propuesta tendr¨¢ continuidad: ser¨ªa una necedad m¨¢s de nuestro panorama cultural que ¨¦sta quedara enterrada aqu¨ª.
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