A por la rana inmunizada
El macizo de Pe?alara se ha convertido en un gran laboratorio al aire libre, donde los cient¨ªficos buscan una soluci¨®n al hongo que est¨¢ acabando con los anfibios
Anochece en la laguna Grande de Pe?alara. Jaime Bosch, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC), embutido en un peto impermeable y con una linterna en la cabeza a modo de diadema, se introduce en sus fr¨ªas y transparentes aguas. All¨ª deja 5.500 renacuajos de sapo com¨²n, distribuidos en 110 botes de pl¨¢stico donde pasar¨¢n el verano.
De momento est¨¢n sanos, libres de la enfermedad letal (quitriodiomicosis) responsable de que los anfibios est¨¦n desapareciendo no solo de los humedales de Pe?alara, sino de otras muchas partes del mundo. Pronto enfermar¨¢n, porque todos los anfibios que viven en Pe?alara est¨¢n afectados. Unos con mejor suerte que otros. El hongo se muestra especialmente agresivo con el sapo partero, la salamandra y el sapo com¨²n.
El contagio de estos animales servir¨¢ para algo, o al menos es lo que espera Bosch. Como explica: ¡°Se trata de dar pasos, de conocer los mecanismos del hongo, en este caso pretendemos saber c¨®mo afecta el componente gen¨¦tico a su desarrollo¡±. Los huevos de los que proceden los renacuajos se obtuvieron de seis hembras criadas en cautividad y los han fecundado 14 machos diferentes, no uno por cada puesta como ser¨ªa lo habitual.
El sapo com¨²n puede llegar a poner 50.000 huevos, de los que en la naturaleza alcanza la metamorfosis un 1%. Cuando pase el periodo estival, Bosch y su equipo rescatar¨¢n los ejemplares y analizar¨¢n el avance de la enfermedad para comprobar si alguno de los cruces es m¨¢s resistente.
¡°Nuestro trabajo va encaminado a mantener unos m¨ªnimos de poblaci¨®n de las distintas especies de anfibios, con el objetivo de que no desaparezcan¡±, a?ade Bosch. Para ello, cr¨ªan ranas en cautividad y les instalan en refugios, como al sapo partero en el puerto de Cotos, marcan a los anfibios con microchip y controlan su n¨²mero. Una forma de saber los ejemplares que hay, es la instalaci¨®n de aparatos que graban los cantos de las ranas. ¡°El programa del ordenador discrimina por frecuencias y cada rana canta en una diferente¡±, aclara Bosch.
En el caso de la rana patilarga, end¨¦mica de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica, se ha procedido a la retirada de los salm¨®nidos introducidos instalando redes de fondo en las masas de agua grandes y con pesca el¨¦ctrica selectiva. Adem¨¢s, se ha recuperado el arroyo del puerto de Cotos, anta?o sepultado por un aparcamiento y se han trasladado ejemplares de los lugares a los lugares en los que hab¨ªa menos. En cuanto al sapo partero, ha sido vital la cr¨ªa de ejemplares en cautividad en el centro de la Consejer¨ªa de Medio Ambiente de la sierra del Guadarrama, en Rascafr¨ªa, inaugurado en 2008. El a?o pasado se soltaron 600 ejemplares de esta especie, tratados previamente con fungicidas para incrementar su resistencia en el momento en el que entren en contacto con el hongo.
En 1997 saltaron las alarmas cuando se detect¨® en Pe?alara el primer brote conocido de la enfermedad provocada por el hongo pat¨®geno (Batrachochytrium dendrobatidis) en Pe?alara. Desde ese momento comenz¨® un intenso seguimiento de los anfibios en las 250 charcas catalogadas en el entorno y en r¨ªos y arroyos del Alto Lozoya. En 2000, solo quedaban seis parejas de sapos partero, cuando 15 a?os atr¨¢s la poblaci¨®n en el entorno era de 12.000 ejemplares. Tambi¨¦n ha provocado importantes fluctuaciones en las poblaciones de otras especies.
El hongo infecta a larvas y adultos, pero es en la metamorfosis cuando se convierte en mortal. Los animales mueren por un fallo cardiaco producido por la alteraci¨®n del intercambio de iones de las c¨¦lulas de la piel. ¡°Un sapo partero muy infectado puede tener en la piel 15.000 esporas¡±, describe el cient¨ªfico.
El escenario era desastroso, sobre todo teniendo en cuenta que Pe?alara conforma una de las ¨¢reas de monta?a de Europa con mayor diversidad de anfibios y que sus humedales est¨¢n incluidos en el listado del Convenio Ramsar, un acuerdo internacional que busca su protecci¨®n. En un espacio de 768 hect¨¢reas viven 10 especies, de las que siete aparecen en el Cat¨¢logo nacional de especies amenazadas: la salamandra com¨²n; el trit¨®n jaspeado y el alpino; la rana com¨²n, la patilarga y la de San Antonio; el sapo com¨²n, el corredor, el partero com¨²n, y el sapillo pintojo ib¨¦rico.
Habitan en lagunas y charcas, algunas permanentes, otras temporales, de aguas ¨¢cidas y mineralizaci¨®n muy d¨¦bil. El valor ecol¨®gico del ¨¢rea se reconoci¨® en 1930, con la declaraci¨®n de sitio natural de inter¨¦s nacional. No fue suficiente. En los a?os setenta y ochenta no era la fauna, sino la laguna Grande entera la que estaba enferma. Sufr¨ªa episodios de eutrofizaci¨®n ¡ªelevada concentraci¨®n de nutrientes¡ª, acumulaci¨®n de toneladas de basura, introducci¨®n de especies ex¨®ticas y una erosi¨®n de 10 veces m¨¢s de su tasa normal.
Los visitantes se ba?aban, tiraban basura. ¡°?Aunque parezca mentira hemos llegado a sacar de la laguna Grande hasta una lavadora! De las botellas y latas, mejor ni hablamos¡±, cuenta Juan Vielva, director del Parque Natural de Pe?alara, que actualmente configura la zona de m¨¢xima reserva del reci¨¦n estrenado Parque Nacional de la Sierra del Guadarrama.
La suerte de la zona cambi¨® a partir de 1990, cuando se convirti¨® en parque natural. Se prohibi¨® el ba?o y las acampadas, se acordonaron zonas cr¨ªticas, se estableci¨® vigilancia permanente y se erradicaron especies al¨®ctonas. En la actualidad, no est¨¢ permitido acercarse a sus orillas, salvo los cient¨ªficos. El cartel de prohibido el paso tambi¨¦n cuelga para el ganado. Si alguna vaca despistada lo intenta se topa con un cord¨®n electrificado de muy baja potencia, pero lo suficiente para servir de advertencia.
El trabajo ha dado sus resultados. Bosch muestra con un orgullo que no oculta un trit¨®n que acaba de sacar del agua y una peque?a salamandra com¨²n, muy negra, salpicada de manchas anaranjadas, a modo de muestra de la limpieza del entorno. El estricto control ha permitido que las poblaciones se recuperen y conocer en los m¨¢s m¨ªnimos detalles el estado ecol¨®gico de las masas de agua y sus alrededores y, lo que es igual de importante, su tendencia futura.
Un futuro en el que Bosch se?ala como de vital importancia la coordinaci¨®n entre los programas de cr¨ªa en cautividad y seguimiento en el campo de las poblaciones silvestres. Y para ello pide un plan de conservaci¨®n de la especie. ¡°De esta forma se podr¨ªa determinar el papel que las colonias cautivas tienen en la evoluci¨®n de los anfibios, los protocolos a seguir y la manera de evaluar el ¨¦xito de las reintroducciones¡±, sostiene. ¡°Solo de esta manera, aunando esfuerzos, ser¨¢ posible volver a escuchar los cantos de las ranas que han desaparecido de las noches de Pe?alara¡±, describe.
El pasado de la zona tampoco escapa a la curiosidad cient¨ªfica. ¡°Este a?o en el que hemos tenido r¨¦cord de hielo en la laguna Grande, se ha probado una m¨¢quina preparada para investigar en la Ant¨¢rtida, con la que hemos sacado una muestra de los sedimentos de la laguna, que permitir¨¢ conocer c¨®mo ha variado el clima en la zona durante los ¨²ltimos 20.000 a?os, del Pleistoceno¡±, cuenta Vielva. El sedimento guarda todos los secretos del paso del tiempo: composici¨®n y magnetismo de los minerales, nutrientes, restos de polen, algas microsc¨®picas e invertebrados acu¨¢ticos. Estos datos, se?alan los investigadores, permitir¨¢n una mejor interpretaci¨®n y correlaci¨®n entre las observaciones recogidas en las ¨²ltimas d¨¦cadas y la informaci¨®n contenida en los antiguos sedimentos.
Pe?alara tambi¨¦n participa en el proyecto Guadarrama Monitoring Network Initiative (Gumnet) orientado a la observaci¨®n a largo plazo de la meteorolog¨ªa, climatolog¨ªa y otras variables de la Sierra del Guadarrama. ¡°Lo que se pretende es poner en marcha una red de infraestructuras orientadas a la monitorizaci¨®n detallada del medio ambiente de la zona¡±, se?ala Vielva.
As¨ª, a?o a a?o, el macizo de Pe?alara se ha transformado en un gran laboratorio al aire libre, donde las charcas y lagunas se asemejan a grandes tubos de ensayo, en los que quiz¨¢ se produzca esa reacci¨®n que permita poner freno a un hongo originario de Sud¨¢frica que ha colonizado medio mundo dejando tras de s¨ª un rastro de anfibios en peligro de extinci¨®n.
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