Abre la ventana
Estamos a un paso del fin. Esta puerta a la fiesta va a cerrarse y como dec¨ªa mi madre, siempre que se cierra una se abre otra.
Me encuentro colgada, como siempre, esperando a que vengan y me lleven, sin saber bien para qu¨¦. ?Me morder¨¢n? Quiz¨¢s me aplasten y me dejen en ese estado en el que una no esta ni blanda ni dura para meterme en esa c¨¢mara donde el calor me cocer¨¢. Puede que me lic¨²en o que me encierren en un tonel de madera, para, despu¨¦s de un tiempo, hacerme salir con la fuerza del txorro, para encontrarme con mucha gente, riendo, comiendo y sobre todo bebi¨¦ndome. Salgo disparada para chocar contra un muro transparente, me deslizo y reposo en su fondo. Aqu¨ª me encuentro espirituosa. Cerca del fin. Uno de tantos.
Estamos a un paso del fin. Del fin de nuestra semana. Al igual que nuestra amiga esta puerta a la fiesta va a cerrarse y como dec¨ªa mi madre, siempre que se cierra una se abre otra.
Nunca olvidar¨¦ una de esas noches. Hace tiempo eran las 4 ¨® las 5 de la madrugada, ven¨ªamos mi amigo Iturralde y yo de Illumbe, un lugar en el que la retirada siempre se convert¨ªa en una odisea, pocas veces divertida y muchas agonizante. Llov¨ªa como solo lo hace en Donostia cuando nadie mira, como si colaran el mar Cant¨¢brico. Las colas de los taxis parec¨ªan las de un concierto de teenagers. No puedo acordarme si exist¨ªa alg¨²n bus nocturno pero si lo hab¨ªa,era como subir a una colchoneta en d¨ªa de playa, teniendo 7 hermanos peque?os. Solo pod¨ªamos caminar bajo el agua con cara de pocos amigos.
Hab¨ªamos perdido un viaje a casa por muy poco y eso curvaba mucho m¨¢s nuestro gesto. Entonces, en plena depresi¨®n, comentando la mala pata y lo cerca que estuvimos de llegar a nuestra Meca, se materializ¨® en mi mente una frase, cual ne¨®n.
Mi amigo, no sabiendo si re¨ªr o llorar, sac¨® una de sus ¨²ltimas gotas de resignaci¨®n y me pregunt¨®. Yo le conteste muy convencido, como si recitara alg¨²n encantamiento. En el primer instante, silencio. Lluvia en la cara,sensaci¨®n de calcet¨ªn mojado. Segundo instante, alguno ¨ªbamos a decirnos algo cuando alguien grita nuestros nombres. La voz sale de un coche que nos da las largas y parece casi vac¨ªo,nos invita con el gesto y corremos al interior. Como un rel¨¢mpago, ya dentro de nuestra limusina nos miramos y escupimos. Joder con la ventana, una carcajada de alivio inunda el espacio y ahora s¨ª, volvemos a la cama.
Cerremos esta semana y prepar¨¦monos para abrir esa ventana tras la cual ya se puede empezar a intuir la luz m¨¢gica de una proyecci¨®n, aplausos lejanos, los carteles y la alfombra que empieza a desperezarse.
Por all¨ª resopla el Festival y va a ser de Cine.
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