Una posesi¨®n gigante bajo las nubes
Sobre la boda de la hija del potentado due?o de es Fangar, un peque?o pa¨ªs alem¨¢n en la isla de Mallorca
Al atardecer de un s¨¢bado de agosto, Klaus Fabricius observ¨® un acontecimiento de post¨ªn y decorado que se repet¨ªa en su pueblo: la boda de una hija del terrateniente alem¨¢n del entorno, Peter Einsemann, un potentado arist¨®crata industrial, due?o de la mayor finca de agricultura biol¨®gica de Mallorca, es Fangar, casi mil hect¨¢reas.
El observador K. F. es de los pocos ciudadanos externos implicados en la escasa actividad civil de la Vila del evento. Sac¨® fotos y public¨® una imagen en uno de sus blogs de fotos y notas en la red, en ingl¨¦s. La titul¨®: Cuando el dinero se casa con la fama. Se refer¨ªa al fastuoso enlace de Franziska y Mattias en la iglesia del lugar, de fachada esbelta y piedra de miel, alzada en un rellano con una escalera amplia. El festejo en el latifundio cerrado del patriarca cont¨® con el Circ du Soleil, su espect¨¢culo Alegr¨ªa, que recal¨® en la isla.
En la boda anterior un helic¨®ptero sobrevol¨® el ¨¢gora del pueblo para ilustrar el ¨¢lbum y el documental privado de los Eisenmann. La familia busc¨® un marco monumental, el manifiesto arquitect¨®nico del poder de Dios y del dinero de entonces.
El padre de la novia habita en el t¨¦rmino de Manacor. Busc¨® la iglesia m¨¢s espectacular y cercana a su dominio y mand¨® ilustrarla con ¨¢rboles, arbolitos y plantas, miles de p¨¦talos blancos, ramos de flores y alfombras sobre el piso de baldosa hidr¨¢ulica que oculta tumbas. El oficiante era alem¨¢n como casi todos los invitados. Hubo coro, solistas, m¨²sica de c¨¢mara y organista. Los personajes parec¨ªan extra¨ªdos de una boda real del Hola. Pamelas y tocados, mujeres de largo, fragancias y charoles.
Un pu?ado de cotillas locales y la mitad de las diez beatas que siguen el rosario y la misa a diario se colaron en la celebraci¨®n, en las ¨²ltimas filas de los muchos bancos vac¨ªos. No entendieron nada pero fisgaron la moda ambulante.
Una feligresa, M., molesta por la ocupaci¨®n y desmesura, retrat¨® el asunto: ¡°El a?o pasado no dejaron nada para la iglesia, ni una planta ni un euro para obras o caridad¡±. Puso al exalcalde y devoto Pedro Teixidor de testigo.
El oficiante era alem¨¢n como casi todos los invitados. Hubo coro, solistas, m¨²sica de c¨¢mara y organista
En los 2000, Einsenmann comenz¨® a crear su peque?o pa¨ªs, un land ordenado al mil¨ªmetro de es Fangar, territorio rescatado del abandono de sus cultivos, que en los 60-70 logr¨® un m¨¢ximo rendimiento al quemarse sus pinares.
El se?or y su poderosa esposa gozan de un gigantesco Gibraltar y han intentado ejercer la soberan¨ªa, urban¨ªstica. Varias casas dispersas han sido reconstruidas y ampliadas, con urgencia. Los muros se envejecieron (testimonio de un alba?il). El Ayuntamiento de Manacor los expedient¨® y en Google Maps una nube de encargo tapaba el cielo de es Fangar. Einsenmann sell¨® los caminos p¨²blicos y, al final, los sustituy¨® por senderos laterales solo para andarines, tan reivindicativos.
El hijo menor tiene escuela y profesores all¨ª. Su pap¨¢ quiso hacer un dique para su velero o dragar el puerto para su fondeo. Cosecha vinos, el aceite m¨¢s caro y mermeladas. Cr¨ªa caballos de Hannover, con cuadras e hip¨®dromos cubiertos. Las buines son recogidas al instante.
Prohibido el ruido, el polvo, la qu¨ªmica y la velocidad en ese pa¨ªs. ¡°Los peque?os potros se acostumbran a convivir con nosotros libres del estr¨¦s¡±, dicen en su web. Quienes alteran las normas son sancionados o vetados.
El pen¨²ltimo se?or de aquel lugar, Pedro Juan Bonn¨ªn Amrstrong (1900-1990), chueta Vengo, e indiano Pijuan de Puerto Rico, adquiri¨® la posesi¨®n a los Truyols, herederos de los se?ores feudales del siglo XIV. PJ ten¨ªa pasaporte de EE UU e hinch¨® su fortuna al vender material b¨¦lico tras la Segunda Guerra Mundial. Exc¨¦ntrico ten¨ªa un tigre en el jard¨ªn y coches de pel¨ªculas.
Los nietos de PJ vendieron las tierras. Su casa racionalista y m¨ªnima en es Port fue vulnerada por sus herederos. Ese pueblo un d¨ªa comenz¨® a declinar, a irse al garete otra vez atrapado en su fama y un maleficio. El paisaje urbano se mantiene hueco, con casas vac¨ªas.
Tras la boda se ven se?oras mayores con un mismo tinte y peinado permanente. Existe una moda local ¨²nica o una sola peluquera. Sigilosos, sin saludar, pasan y se citan en la plaza grupos de magreb¨ªes. Abarrotan su mezquita sita all¨ª donde funcionaron un aserradero y un molino de piment¨®n para sobrasada.
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