Un idioma condenado
Por esta v¨ªa, el espa?ol dejar¨¢ de servir para temas de investigaci¨®n y pensamiento
Me da lo mismo el ingl¨¦s par¨®dico de autoridades municipales y ocasionalmente ol¨ªmpicas como Ana Botella, alcaldesa de Madrid. Soy de los que se hacen cargo del deseo de complacer de Botella, semejante al del vendedor que, por conquistar a un cliente extranjero, se atreve a atenderlo en su lengua extra?a. Lo que me llama la atenci¨®n es que representantes del Estado espa?ol se acostumbren a prescindir del espa?ol en foros internacionales. ?Por qu¨¦ no pronunci¨® la alcaldesa su discurso ol¨ªmpico en espa?ol? ?No hab¨ªa en la hispanohablante Buenos Aires un servicio de traducci¨®n simult¨¢nea? ?Se ha tomado la decisi¨®n de liquidar poco a poco el oficio de int¨¦rprete? Conozco la Facultad de Traducci¨®n e Interpretaci¨®n de Granada, y el departamento de Traducci¨®n e Interpretaci¨®n de la Facultad de Filosof¨ªa y Letras de M¨¢laga, y me dicen que existen estudios similares en la Universidad Pablo Olavide de Sevilla y en la Universidad de C¨®rdoba. ?Hay que empezar a despedir a sus alumnos y profesores? ?Est¨¢n estos centros destinados a convertirse en academias de ingl¨¦s?
No niego la autoridad del ingl¨¦s, financiera, pol¨ªtica, militar y espiritual. Parece la lengua de los afortunados. Recuerdo que, alumno de los Hermanos Maristas, un cura de la catedral de Granada, profesor de religi¨®n, me ense?¨® que el espa?ol era el idioma cel¨ªcola, es decir, del cielo. Hoy el cel¨ªcola es el ingl¨¦s. Es la moda, la m¨²sica, el cine. Hemos disfrutado a?os y a?os del ingl¨¦s cantado sin entender una palabra: el ingl¨¦s era un encantamiento, una f¨®rmula m¨¢gica: ?Guadkanand¨²! Nos invad¨ªa sentimentalmente con m¨²sica. Es la lengua de la imaginaci¨®n y de la realidad, del entretenimiento y de la vida pr¨¢ctica, de la tecnolog¨ªa y de la ciencia. Revistas acad¨¦micas espa?olas publican cada vez m¨¢s art¨ªculos en ingl¨¦s firmados por especialistas espa?oles. Utilizar el idioma de una comunidad cient¨ªfica supranacional es una ventaja, pero oculta un inconveniente inevitable: por esa v¨ªa el espa?ol dejar¨¢ de ser un idioma de investigaci¨®n y pensamiento. Acabar¨¢ por no tener palabras para determinados conceptos, para determinadas cosas. Se convertir¨¢ en una lengua provincial, familiar, de cuarto de estar.
Dejar¨¢ de existir un espa?ol universal, es decir, compartido por los distintos pa¨ªses hispanohablantes, que un d¨ªa descubrir¨¢n que ya no se entienden entre s¨ª. El lenguaje cient¨ªfico y literario nac¨ªa con un deseo de universalizaci¨®n que ser¨¢ cedido al ingl¨¦s. En universidades andaluzas se prima con rebajas en el horario de los profesores el uso del ingl¨¦s como lengua en la que impartir la clase. En los congresos de especialistas los participantes renuncian al uso cient¨ªfico de su lengua en beneficio del ingl¨¦s. Esta renuncia al uso con fines intelectuales del propio idioma me parece comparable al gesto de una persona que dejara de utilizar uno de sus brazos, at¨¢ndoselo al cuerpo.
Supongo que todo esto es una mutaci¨®n o una mutilaci¨®n inevitable. Hoy el espa?ol es un idioma acomplejado o, para decirlo con m¨¢s precisi¨®n, sus hablantes est¨¢n acomplejados, envidiosos del ingl¨¦s, conscientes de que ser¨¢n premiados si renuncian en p¨²blico a su lengua; si dejan de usarla en encuentros pol¨ªticos,econ¨®micos y culturales; si le niegan la posibilidad de acceder a la ciencia; si la cortapisan, la atrofian, la anquilosan y la reducen a argot entre amigos y parientes. El espa?ol incomoda o estorba a los hispanohablantes, lengua impotente, an¨¦mica, in¨²til. Est¨¢ menguando, cansado y viejo, inservible para la ciencia, el pensamiento escrito y el ensayo especializado. Sus hablantes, incluidos los m¨¢s sabios, la han declarado incapaz de dar nombre a las nuevas realidades. El espa?ol es un idioma condenado.
Todos sabemos ingl¨¦s ya, aunque no tengamos conciencia de nuestra sabidur¨ªa idiom¨¢tica
Es un proceso natural: tambi¨¦n las lenguas se extinguen. O desaparecen sin desaparecer, como le ocurri¨® al lat¨ªn, que hoy es muchas lenguas, como quiz¨¢ lo sean ma?ana el espa?ol y el ingl¨¦s pasado ma?ana. La situaci¨®n, por el momento, tiene un aspecto enriquecedor: todos sabemos ingl¨¦s ya, aunque no tengamos conciencia de nuestra sabidur¨ªa idiom¨¢tica. Hablamos ingl¨¦s sin saber que lo hablamos. Ya no tengo, por ejemplo, culpa de nada, aunque ¡°es mi culpa¡±. El delantero centro no se lastima la pierna derecha, sino ¡°su pierna derecha¡±, y se precisa que se ha lastimado ¡°su pierna¡±, no la de otro, como si uno pudiera lastimarse la pierna derecha del centrocampista del equipo contrario. No queda gente honrada, pero no hay que preocuparse: ahora todo el mundo es ¡°honesto¡±.
Justo Navarro es escritor.
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